Stacy

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Cuando salí de clase fui directa a casa de Austin. Un hombre que supuse que era su padre me abrió la puerta.

-¡Hola! Soy la vecina, amiga de Austin, ¿está él en casa? -Aquel hombre me miró de arriba a abajo con cara de malas pulgas.

-¡Austin! -Gritó.

-Encantada. -Dije sonriendo hasta que se metió en el interior de la casa. Menudo subnormal. A los pocos minutos Austin bajó rápidamente las escaleras mientras se ponía una camiseta.

-Hey.

-Hola, solo venía a decirte que voy a organizar una fiestecilla el finde que viene en mi casa del campo, por si te quieres pasar.

-Sí, claro, me encantaría. ¿Irás acompañada?

-Em... no, es sólo una fiesta.

-Bueno, aún así podríamos ir juntos.

-Sí, claro. Saldré pronto de aquí para organizar las cosas pero puedes venirte en el coche con mis amigas y conmigo.

-Mejor te llevo yo en mi coche, no me importa.

-Bueno, como quieras. -Me giré para volver a mi casa pero me detuvo.

-Oye, ¿seguimos esta noche? -Me susurró al oído.

-No creo que pueda, tengo mucho lío con los deberes.

-Vaya... vale, es igual. Adiós. -Me cerró la puerta en las narices. ¿En serio? ¡Qué tío!

Pasadas unas horas, cuando mi madre llegó le pregunté sobre la fiesta.

-Vendrán unos cuantos amigos, lo dejaré todo recogido, te lo juro.

-De acuerdo pero quiero que invites al hijo de Logan.

-¿A Marcus?

-Sí, será bueno que hagáis más migas.

-Vale, sí, por mí no hay problema pero no tengo su número.

-¿No le pediste ni el número?

-No surgió...

-Por Dios, Stacy, que estúpida eres. Ya me encargo yo.

-Gracias, mamá...

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora