Ocho Mujeres

Zoe

Charlotte se quedó un rato más conmigo intentando pensar en otra cosa. Ni siquiera me preocupaba que mi madre entrara, necesitaba estar con alguien que me entendiera. Mi móvil sonó y Charlotte me lo pasó.

-Es un número desconocido. -Murmuré.

Ambas leímos el mensaje.

Hola, me llamo Stacy. No creo que me conozcas pero sé que has leído sobre una denuncia que he puesto. Sé por lo que pasaste y quisiera que nos ayudáramos mutuamente. Se merecen pagar por lo que hicieron. Espero tu respuesta.

-¡Eso es genial! -Susurró Charlotte emocionada.

-No puedo.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Mis padres se enterarían... -Charlotte agachó la cabeza.

-Creo que es más importante que esos tíos paguen por lo que os han hecho, Zoe.

-¿En serio? ¿No comprendes que si se lo cuento me tirarán de casa? ¡No querrán volver a saber nada de mí!

-¡Eso no puede ser, Zoe! ¡Son tus padres!

-Shhh...

-Perdona... -Suspiró.- Son tus padres, no van a hacerte algo así por una travesura.

-Así que eso es lo que realmente piensas...

-Zoe... -Intentó acariciarme pero me aparté.

-No tienes ni idea de cómo son mis padres, ¿vale? Si piensas que exagero será mejor que te vayas, o mejor: ¡díles que estás aquí! ¡así te lo demostraré!

-No seas tonta, por favor. No lo decía a malas es solo que...

-Que tú hayas tenido suerte con tu madre no significa que los demás la tengamos. -Contesté enfadada.

-Lo que intento decirte es que si de verdad te hicieran eso... no se merecen a una hija como tú.

-Me da igual que no me merezcan, son mis padres. No quiero que me odien, no quiero que me tiren de casa, ¿no lo entiendes? ¡Yo fui la que les falló!

-Estás equivocada, Zoe.

-Vete... Será mejor que te vayas.

Tardó unos segundos en irse, pensando que tal vez cambiaría de opinión. Ni siquiera pude mirar su cara de decepción cuando salió por la ventana. Ella no lo entendía, simplemente no podía entenderlo. Ella tenía suerte, una buena vida.

-Al menos podrías decírselo a tu hermana, ella no te odiará. -Murmuró antes de perderme de vista.