Jane

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Paseé enfadada por la zona del patio, cabreada de que me culpara a mí cuando estaba claro que había sido él quien se había abalanzado sobre mí.

-Esto es la hostia...

-Si no fueras así esto no hubiera pasado.

-¿Disculpa? ¿Que cómo soy según tú? -Se mordió la lengua.- Dilo, una puta feminazi, ¿no?

-No iba a decir eso. Simplemente parece que estés cabreada con el mundo y yo no te he hecho nada para que me trates así. -Me quedé callada, sin añadir nada más.- En serio, ¿me puedes decir qué coño te he hecho?

-Nada, simplemente los hombres me caéis mal, para variar. -Contesté segura de mí misma.

-Pero, ¿tú te estás escuchando?

-¿Por qué no me ignoras y ya?

-Porque no lo veo normal. Nadie odia a todo un grupo inmenso de personas porque sí.

-Bueno, pues yo seré la excepción.

-Esto es increíble... eres un caso perdido. Pensé que te relajarías un poco si veías que no contaba lo tuyo con las vendas pero ya veo que ni aún así.

-No sé de qué me hablas.

-No soy estúpido, ¿sabes? -Puse los ojos en blanco.- Sé lo que vi.

-Pues a mí me da igual tu opinión.

-Si se trata de que quieres cambiar de sexo o algo no es nada malo...

-¿Qué coño dices? ¡Yo no quiero cambiar de sexo! ¡Lo que me faltaba, ser uno de vosotros!

-Pues entonces no sé por qué haces lo que haces.

-Oye, esto no es asunto tuyo, ¿vale?

-Vale, como quieras, si quieres estar en guerra así estaremos.

-Pues eso.

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora