Jane

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Y ahí estaba. Frente a la puerta del casoplón de mi padre.

-Huele a colonia de mujer. -Le susurré a Marcus.

-Joder, que paranoica eres. ¿Qué más te da que papá tenga algún lío? -Mi padre abrió la puerta en ese mismo instante.

-No me puedo creer que mi niñita esté aquí.

-No soy tu niñita.

-¿Se puede saber qué haces así vestida? -Ambos entramos al interior de la casa.

-Ahora es feminista. -Explicó Marcus.

-¿Y por eso te tienes que vestir como un barriobajero?

-Me visto como me dé la gana.

-Oye, señorita, más te vale hablarle con más respeto a tu padre.

-Tú no te mereces ningún respeto.

-Ah, ¿no? ¿Y eso por qué? -Las miradas lo dijeron todo. Él jugaba con la ventaja de que no iba a decir nada frente a Marcus y lo sabía perfectamente. Sonrió.- Le pediré a mi ayudante que te traiga un vestido. No van a dejarte entrar en el restaurante si vas así.

-No pienso cambiarme.

-Si no te cambias no podremos entrar.

-Joder, Jane. No seas tan toca pelotas.

-Me da igual lo que digas, Marcus. Si no me van a dejar entrar me iré a casa y ya está.

-Jane, no sé qué clase de educación te habrá enseñado tu madre pero será mejor que hagas caso. -Me susurró firmemente.

-Mi madre me ha enseñado perfectamente mientras tú estabas ocupado con tus putitas. -Le susurré lo suficientemente bajo para que Marcus no me escuchara. Entonces la mejilla empezó a arderme. Me había abofeteado.

-Ve ahora mismo a cambiarte. -Me puse la mano sobre la mejilla y le miré incrédula.

-Marcus, me voy. Que disfrutes de la compañía de tu padre.

-Si te vas olvídate de que te compre un coche.

-Métete tu coche por el culo. -Abrí la puerta y pegué un portazo al salir.

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora