-Hola, hermanita.
-Hola, Em. ¿Cómo estás?
-Creo que eso te lo tendría que preguntar yo a ti, ¿no crees?
-Yo también quiero saber cómo estás.
-Estoy bien, Zoe. He hablado con papá, me ha dicho que te niegas a ver a Torres.
-No quiero hablar con un desconocido, Em.
-Vale, ¿y por qué no hablas conmigo? Cuéntame qué ha pasado.
-No ha pasado nada.
-Zoe, has pasado de ir a clase, sacar buenas notas y hacer actividades extraescolares a nada. No sales de casa. Estamos preocupados.
-¿Podemos hablar de otra cosa? -Emily suspiró al otro lado del teléfono.
-Vale, cuéntame qué has hecho hoy.
-He hablado con Marcus, con el vecino.
-Oh, bien, eso es bueno... socializar. -Murmuró.- ¿Y bien? ¿Cómo está?
-Bien, había discutido con su hermana y estaba fumando.
-¡Dios! ¡Marcus O'Donell fumando ya! Qué rápido pasa el tiempo.
-Sí...
-¿Te sigue gustando?
-¿Qué?
-Oh, vamos, Zoe, te encantaba. Babeabas por él.
-Pues ya no.
-Sí, claro, claro... A ver si el motivo de que no salgas es por ese chico.
-No, no es por él.
-¿Entonces?
-Emily, deja de insistir, por favor.
-Bueno, de acuerdo. No insisto más pero ¿qué vas a hacer con la escuela? ¡Bajará tu media, Zoe!
-Me da igual la media.
-No, no te da igual. Sin media no podrás ir a la universidad y sé que es tu sueño. Tienes que volver a clase.
-No quiero volver.
-¿Y qué pretendes?
-Estudiaré desde casa, soy inteligente.
-Sí, para las cosas de tu curso pero no para lo nuevo. -En ese momento vi a Marcus entrar en su cuarto.
-¡Pues buscaré en internet!
-¡Con eso no es suficiente, Zoe! ¡Sé más madura, por favor!
-Mira, le pediré a Marcus que me ayude, ¿de acuerdo? O a su hermana. Les pediré que me den clases. -Escuché de nuevo su suspiro.- Por favor, dame un poco de tregua... -Supliqué.
-Está bien pero pídeselo de verdad, al menos hasta que se te quite esa agorafobia tonta que te ha entrado.
-De acuerdo...
-Te quiero, hermanita. No lo olvides. Todo esto lo hacemos por ti.
-Ya... lo sé.
-Hablamos mañana.
-Buenas noches.
Lancé el móvil sobre la cama y me asomé un poco a la ventana. Vi como Marcus se cambiaba y aparté la mirada rápidamente. No sabía cómo iba a hacerlo, no me atrevía a pedirle algo así a un chico como él y mucho menos estar en un espacio cerrado con él. Entonces vi a Jane. Me moriría de la vergüenza por pedirle algo así a una chica con la que ni siquiera hablaba de continuo pero era mi única salida para que me dejaran un poco en paz. Tenía que romper esa barrera de vecinas que solo se saludan si se cruzan en la puerta y pedirle que me ayudara. Tenía que hacerlo.
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Ocho Mujeres
Teen FictionHace un tiempo la vida de Jane se complicó. Su odio hacia los hombres provocó que la considerasen una feminista radical y en realidad esconde un gran secreto. Stacy, en otro lugar de la ciudad, es considerada una chica zorra y Zoe, al contrario, hij...