Stacy

43 3 0
                                    

Aquella mañana corrí más que nunca. Estuve más de una hora y, aunque me sentía muerta, seguí y seguí. Cuando mis pulmones colapsaron paré y grité con fuerza. El eco entre los árboles hizo que los pájaros salieran despavoridos. Me senté frente al lago, en unos bancos que habían puesto allí hacía poco. Hacía algo de frío a aquellas horas de la mañana pero me sentaba bien. Miré el móvil y tenía varios mensajes, entre ellos el de Marcus.

-Heeey! Buaa, claroo! Me apunto! Le diré al equipo que se venga. Son buenos chavales. ¿Te apetece que quedemos y me das más detalles?

-Claro! ¿Tú hoy tienes clases? A mí no me apetece mucho ir hoy...

Le vi en línea y esperé a que contestara.

-Qué madrugadora!! -Me fije en la hora. Mierda, quizá le había despertado.

-¿Te he despertado? Perdooooon. No me había fijado en la hora!!

-No, no, tranquila. Me despierto temprano para ir a los entrenamientos. Yo solo tengo una clase importante hoy, ¿te recojo en algún sitio y almorzamos?

-Claro!! ¿En mi casa en una hora?

-Allí estaré.

Me fui rápidamente a casa. Me duché y me quedé frente al espejo. No sabía muy bien qué ponerme. Marcus no era ese "típico chico". Así que decidí ponerme unos vaqueros y una camiseta de color rojo básica. Me hice una coleta alta y a penas me maquilé. Cuando escuché el timbre había terminado. Bajé deprisa y le vi frente a la puerta. Llevaba la chaqueta del equipo, una camiseta negra y unos vaqueros.

-Hola.

-Hola. -Le di dos besos.- ¿Vamos?

Me abrió la puerta para subirme al coche. Tenía un coche rojo descapotable algo antiguo pero estaba en perfectas condiciones. Vi a Austin en el jardín, le saludé pero no me devolvió el saludo.

Marcus me llevó a la heladería. Decía que era uno de los sitios más famosos de la urbanización.

-¡No me creo que nunca hayas vendo aquí!

-Te juro que no. Mis amigas y yo solemos ir a restaurantes en la ciudad.

-Ya veo... sois más pijillas. -Bromeó.

-En realidad sí. -Reí.

-Bueno, la próxima vez podemos ir a un restaurante.

-No, no, en serio, me encanta este sitio.

-Bien. -Sonrió. El camarero nos tomó nota. Me pedí unos gofres que tenían una pinta espectacular y él un batido de fresa con nata.

-No suelo comer estas cosas. Dios, está increíble.

-¿Llevas una dieta estricta? -Asentí mientras mordía aquel gofre.

-Salgo a correr cada mañana y no como nada que tenga muchas calorías.

-Vaya... bueno, yo es que como cómo un cerdo. Luego lo quemo todo en los entrenamientos. -Ambos nos reímos.

-¿Te gusta lo que haces?

-Sí, por supuesto. Es duro pero está bien. Supongo que tú te apuntarás al equipo de animadoras cuando entres en la universidad, ¿no?

-Seguramente... me calas rápido.

-Se nota que te gusta ser el centro de atención. -Dio un sorbo y añadió.- No lo digo a malas.

-No, tranquilo. En parte tienes razón, siempre he sido así. Supongo que lo heredé de mi madre.

-¿Y qué hay de tu padre?

-Él nunca ha estado en mi vida.

-Entiendo. Pero... ¿sigue...?

-¿Vivo? Sí, seguramente, supongo... -Mordí de nuevo el gofre. En realidad no lo sabía. Llevaba ya tanto tiempo fuera de mi vida que me había acostumbrado a no saber nada de él.- ¿Y qué pasó entre tus padres?

-Bueno, no sé. Discutían mucho. Supongo que el amor se gastó.

-Oh, vaya mierda... -Y tanto que se gastó. Pobrecillo, no tenía ni idea de cómo era su padre.

-En realidad me da igual. Estoy centrado en el equipo y en los estudios. Solo quiero salir de este sitio cuanto antes.

-Esto está bien.

-Pero ahí fuera hay un mundo enorme esperándonos.

-Supongo que tienes razón.

-Vamos, una chica como tú seguro que está deseando viajar y conocer mundo.

-La verdad es que lo he pensado pocas veces. Estoy acostumbrada a estar aquí, con mi madre.

-¿Estáis muy unidas? -Asentí.

-Es una relación muy personal.

-Eso es bueno. Ojalá yo tuviera más confianza con mis padres. -Me encogí de hombros.- Bueno, cuéntame más sobre esa fiesta.

-Oh, bueno. Es en mi casa del campo. Un casoplón. La idea es ir allí sobre las cinco. Hay piscina, habrá bebida, comida... de todo. Pueden venir tus amigos si quieres, tengo una amiga que seguro que estará muy interesada. -Bromeé y él rió.

-Sí, le diré a los del equipo que vengan. Si quieres te puedo llevar en mi coche. -Ni siquiera pensé en que se lo había dicho ya a Austin.

-Claro, me encantaría. 

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora