Zoe

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Intenté convencer a mi madre de que me dolía mucho el estómago para que me dejara quedarme en la cama. No podía permitir que viera aquella herida y era muy difícil de esconder.

Me quedé todo el resto del día en la cama. Charlotte no paraba de hablarme pero no tenía fuerzas para poner una buena cara y decir que todo estaba bien. No era justo para ella. Seguramente pensaba que me había forzado mucho a salir de casa y que, por su culpa, ahora yo estaba mal. Pero no era así. ¿Cómo iba a mirar a la chica que me gustaba y contarle lo que me habían hecho por ser una mala chica? Ni siquiera sabía cómo mirar a la cara a mi madre. Todo había resurgido otra vez. Todas las dudas, todos mis miedos, ahí estaban de nuevo. 

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora