Zoe

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Un ruido me despertó. Saqué la cabeza de entre las sábanas y vi a alguien tras la ventana. ¿Qué? Me levanté rápidamente y vi la silueta de Charlotte en la oscuridad. Abrí rápidamente tras asegurarme de que mi puerta estaba cerrada.

-¿Qué haces aquí? ¿Estás loca? -Susurré enfadada.

-¡No contestabas a mis mensajes! ¡Estaba preocupada! -Resoplé y la dejé pasar.

-No puedes estar aquí, tienes que irte.

-No quiero causarte problemas, Zoe. Solo estaba preocupada. -No quise mirarle a la cara. Me daba vergüenza todo lo ocurrido.

-Pues estoy bien. Ahora vete. -Se quedó callada por un segundo y yo me odié por haber dicho aquello en voz alta pero ya estaba acostumbrándome a odiarme a mí misma.

-Oye... -Me cogió del antebrazo con suavidad.

-¡Ay! -Aparté rápidamente el brazo.

-¿Qué pasa? ¿Qué llevas ahí? -Tapé la venda que asomaba por la camiseta pero no sirvió de mucho. Algo de sangre empezó a teñir de rojo la manga.- Zoe... -Me miró con los ojos hundidos en lágrimas y sin decir nada más me abrazó y no pude evitar hundirme entre sus brazos.

No sé cuánto rato estuvimos así, abrazadas y llorando. Le conté todo. Todos mis miedos, todo lo que había ocurrido. Curó mis heridas y me terminó curando a mí.

-No tienes la culpa. Sé que vas a pensar que sí, que si hubieras sido una buena hija... Pero no se trata de eso. Te podría haber pasado siendo una buena hija, volviendo sola de la biblioteca o del instituto. Nunca se sabe, Zoe. Son cosas que ocurren a menudo aunque sea algo terrible pero no puedes quedarte callada y dejar que sigan ocurriendo.

-Sabes cómo son mis padres.

-Pues si son capaces de darte la espalda por una niñería que hiciste significa...

-Lo sé pero no quiero que eso ocurra.

-Yo estaré ahí para ti, ¿vale? Puedes quedarte con mi madre y conmigo si es necesario.

-¿Tu madre es tan guay como tú? -Asintió.

-Mira, yo he hecho muchas más niñerías que tú, créeme... Pero mi madre también ha sido joven, también ha hecho tonterías.

-Ojalá con ellos fuera tan fácil...

-Tus padres tienen que quererte tal y como eres y ayudarte a superar esto.

-Siento que eres la única que me ayuda...

-También tienes a tu hermana.

-Sí, lo sé pero ella está lejos.

-Estoy segura de que lo dejaría todo por venir aquí contigo.

-Es que es precisamente por eso por lo que no he querido contárselo nunca. No quiero que pierda todo por lo que ha luchado. Le costó mucho salir de esta casa, ¿sabes? -Charlotte sonrió.- ¿Qué pasa?

-Que eres la persona más bonita que he conocido nunca.

Ocho MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora