Ocho Mujeres

Stacy

La mañana junto a Marcus me había encantado. Era un chico muy diferente a los demás. Era increíble poder sentirme tan real con alguien. Siempre me escondía tras una máscara, entre ellas, una de maquillaje pero con él no era necesario. Habíamos paseado por el parque después del helado y habíamos jugado un par de rondas en la bolera. Era muy divertido y me sentaba tan bien... Cuando llegué ya era tarde.

-¿De dónde vienes? -Mi madre me recibió en la entrada.

-Joder, mamá. Que susto. ¿Qué pasa? ¿Ahora me controlas de dónde vengo y a dónde voy?

-¿Acaso tienes algún problema?

-No, vengo de estar con Marcus, de hacerte el trabajo sucio, para variar.

-Cuida tu lenguaje, señorita. ¿Y cómo se te ocurre irte así?

-¿Así cómo? Voy normal...

-Pues por eso. No deberías de ir tan despreocupada con un chico. La próxima vez maquillate un poco más.

-Sí, mamá. -Resoplé.

-¿Tienes todo listo para mañana?

-Sí, Marcus vendrá a recogerme junto a las chicas a las cuatro.

-Vale. Compórtate y ya sabes: solo ojos para Marcus.

-Sí, mamá. -Eso no era muy difícil.

Subí a la habitación y vi a Austin en su escritorio escribiendo alguna cosa.

-Tss, vecino.

-Hey. -Alzó la mirada y me miró.

-Te mandaré la ubi para mañana.

-¿Cómo? Pensaba que íbamos juntos. -Mierda, se me había olvidado.

-Oh, perdona. Es que al final una amiga ha conseguido coche e iremos con el suyo. ¿Nos vemos allí?

-Sí, claro. Adiós. -Corrió la cortina y me dejó con la palabra en la boca. Que te follen, imbécil. Será borde...