▾ Universidad

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Estar sentada por horas frente a la computadora mientras hacías apuntes y entregabas tus trabajos era una tortura, luego tener que ir a la universidad a tomar tus clases correspondientes y volver para seguir con tu estudio te estaba asfixiando.

Y para ese día, fue la gota que derramó el vaso. 

Te sentías agotada, querías llorar y ver la nota mala que habías recibido en un ensayo en el cuál te esmeraste pero careció de algunos detalles que no habías notado por el hecho de estar cansada y siendo exprimida por todos los proyectos, solo te hacía querer gritar y desaparecer.

Viste el reloj, marcaban la medianoche cuando tallaste tus ojos y por impulso propio sentiste tu cuerpo dar leves temblores, sin percatarte que habías comenzado a llorar por la bruma que sentías a ese paso y te sentías con la necesidad de echar todo por la borda y no saber nada de ello en el próximo tiempo. 

—¿Amor? ¿Está todo bien?—Escuchaste a tu novio hablar desde el otro lado de la puerta, con un tono preocupado. 

Habían decidido alquilar un departamento que quedara accesible hacia la universidad, y en esos días apenas y lograban verse por tu gran agenda ocupada con los proyectos finales y tu novio entre la universidad y el trabajo. Cuando lo escuchaste hablar, quebraste en un llanto que lo hizo reaccionar de manera rápida al entrar a la habitación donde yacías estudiando y se arrodilló frente a ti. 

—Hey, cariño, ¿Ocurrió algo? ¿Te sientes mal?—Cuando extendió sus brazos en tu dirección, te refugiaste en ellos mientras ponía su mentón sobre la cima de tu cabellera y acariciaba tu cabello con su mano.—Te tengo, estoy aquí para ti.

Sollozaste sobre su pecho mientras aferrabas tus puños en su camiseta, tratando de sentirlo tan cerca como podías. Tomó asiento sobre la baldosa de la habitación y te acurrucó sobre sus piernas, apretando su agarre en ti mientras te consolaba de la única manera que consideraba conveniente para ese momento.

No sabías cuanto tiempo transcurrió, pero solo te aferraste a su cuello y envolviste tus piernas a su alrededor, haciendo que se levantaran y caminaran lejos de la habitación hasta la sala, donde te sentó sobre el sillón y se separó lo suficiente para poder observarte.

—¿Demasiado agobio?—Cuando asentiste, entendió y prosiguió.—¿Una nota mala?—Cuando volviste a asentir, suspiró.—Amor, entiendo tu agobio porque también paso por eso, pero debes de darte unos minutos para respirar o solo te perjudicarás más. Sé que das todo de ti para entregar tus trabajos de la mejor manera, pero también estás viendo que careces de ciertos aspectos que te están haciendo mal, y todo ello no lo notas por el hecho de que no tienes suficiente descanso.

—Pero si descanso solo me retrasaré.

—Y para eso me tienes a mí, sabes que siempre te ayudaré, tanto como pueda.—Sonrió al terminar sus palabras y solo bajaste la mirada.

—Pero ya tienes suficiente entre el trabajo y tus clases, también tienes trabajos por entregar y no quiero darte más carga de la que ya tienes.

—Sabes que puedo ingeniármelas, no tienes porqué preocuparte de ello. Si ayudarte hará que te sientas menos presionada y consigas descansar, entonces estaré bien con ello, siempre y cuando tú estés bien.—Picoteó tu mejilla, haciéndote sonreír y limpiaste con la manga de tu suéter tu rostro ante las lágrimas secas.

—Pero ya estás en tu último semestre y debe de ser difícil...—Fuiste interrumpida por su mirada y te quedaste en silencio.

—Yo estoy dispuesto a ayudarte en lo que sea que necesites, con tal de verte más relajada y porque extraño poder estar contigo, entiendo tu falta de tiempo pero realmente extraño estar contigo.—Depositó leves besos por todo tu rostro, desde tu frente para luego pasar al puente de tu nariz, siguiendo tus mejillas y llegando a la comisura de tus labios.—Extraño poder molestarte o poder conseguir comer contigo, ahora solo nos vemos cuando logramos coincidir horarios o cuando tengo que levantarme temprano. No me agrada la idea de que apenas estés durmiendo para esas horas, me preocupa tu salud, ¿Siquiera estás consiguiendo comer algo?

No respondiste, y es que no tenías apetito en absoluto y sentías que perderías de tiempo valioso en lo que te conseguías preparar algo y luego si lo llevabas a tu espacio de estudio temías poder manchar o echar a perder en lo que tanto te esmeraste. 

—¿Ya ves a lo que me refiero? Ahora, te voy a traer de lo que hice para que cenes y no acepto un no como respuesta, tendrás unos minutos de descanso y yo veré en lo que pueda ayudarte, para que luego te prepares y vayamos a la cama a descansar, ¿De acuerdo?

—Pero no he terminado de estudiar para mi examen que es en tres días.

—¿Y realmente crees que en tu condición podrás seguir estudiando? Si no estás bien alimentada ni tampoco bien descansada no lograrás nada más que el día del examen estés en blanco recordando lo cansada que te encontrabas. Te ayudaré a estudiar mañana cuando termine mis clases, ¿Entendido? Pero ahora descansarás.

Refunfuñaste en respuesta pero asentiste, porque de solo pensar poder tocar la almohada que no sea solo por cinco minutos se sentía demasiado tentador, tu cuerpo exigía descanso y no podías negar que lo deseabas. Extrañabas poder dormir más de tres horas sin siquiera sentirte completamente bien con ello y luego seguir con tus pendientes el resto del día. 

Y mientras lo mirabas ir a la cocina a servirte en un plato lo que sea que había hecho, sonreíste por sus cuidados y te sentiste agradecida de tenerlo contigo.

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Escribí esto un 8/03/22 después de clases, además del tráfico tan horrible que había. Me gustan las clases presenciales pero me estoy agotando muy rápido, pero sé que puedo <3. 

✎ Imaginas (III) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora