✎ Imaginas (III) ✓

✚ Running Up That Hill

Ese día habías extrañado más de lo habitual su ausencia en tu departamento; Te habías acostumbrado a verlo por todo el lugar, desde la cocina para prepararte algo de comer mientras hacías tus deberes, o cuando estaba en la sala y de repente iba a buscarte para que te acurrucaras a su lado. Cuando estabas buscando una merienda en la alacena y de repente sentías sus manos por detrás de tus muslos y te cargaba, excusándose que te ayudaba a alcanzar el estante en alto pero terminaban riéndose y entre besos iban a la habitación. 

Todo eso y más extrañabas de él, pero desde que te confesó en que no estabas segura en su mundo y que no te podía garantizar la seguridad y la confianza que le habías pedido cuando querías que formalizaran su relación, todo aquello se había esfumado tan repentinamente como había comenzado.

Las primeras noches eran difíciles porque lo extrañabas a tu lado, por lo que no lograbas conciliar bien el sueño y al día siguiente ibas sin dormir al trabajo. Tenías meses sin saber de él, y es que al principio te costó procesar de donde provenía y a que se dedicaba, siendo una de las familias más prestigiosas pero de las más peligrosas de igual manera de todo el páis. No solo se trataba de ello, sino de sus antecedentes y lo poco que te había enseñado de su mundo al descubrirlo por accidente, fue tanto que habías salido corriendo.

Cuando te llegó un mensaje de despedida por su parte, entendiste que él pensaba que huías de él por miedo, pero ¿Cómo podías tenerle miedo? Hacía trabajo ilícitos y peligrosos, pero nada de ello te quitaba la verdadera imagen que era contigo, los gestos amables y caballerosos cuando salían a un lugar, lo cariñoso que se comportaba cuando estaban en la paz y tranquilidad del departamento, cuando iba detrás tuyo en busca de atención y como era todo empalagoso y posesivo cuando veía a ciertos ojos curiosos mirando de ti. También como trataba a su gente, haciéndolos pasar muchas veces por conocidos o amigos, pero al final eran quienes lo cubrían y nunca había sido grosero con ellos, ni ellos contigo; Había una vibra de confianza a pesar de todo. 

Te estabas preparando para ir a dormir cuando la puerta de la entrada es tocada con brusquedad, te pareció raro por tan altas horas de la noche y que alguien estuviera esperando a que abrieras, y antes de que pudieras verificar de quién se trataba, lo escuchaste.

—¡Ábreme, es urgente!—Siseó con impaciencia.

Te pareció extrañó su repentina aparición, por lo que corriste a abrirle y antes de que pudieras decirle algo apagó las luces de tu departamento, dejando todo en una profunda nubla de obscuridad y tensión.

—¿Qué crees que estás...?—Fuiste interrumpida cuando cubrió tu boca con su mano y te estampó contra la pared, cerrando la puerta que estaba a su costado con todos los seguros que tenía. 

No te miró mientras prestaba atención a los repentinos pasos que se escuchaban por el pasillo de forma apresurada, un par de ordenes y el silencio volvió a gobernar por el lugar. Sus respiraciones estaban agitadas, la de él ante el grotesco momento de repentina adrenalina y el tuyo por la cercanía que disponían entre sus cuerpos, y aunque pasaran meses sin verse ni tocarse, tu cuerpo reaccionaba por inercia a su alrededor. 

—Bien, creo que ya se fueron.—Susurró más para sí mismo y se alejó, tomando distancia.—Debo disculparme por aparecer de forma repentina, ni siquiera tenía la intención de venir.

—¿Te molestaría explicarme que fue todo esto?—Cuestionaste mientras señalabas la falta de iluminación, el ruido que había provenido de afuera y su aparición como si nada.

—Y-yo, uh... Rondaba por la zona cuando vi a unos tipos viniendo hacía estos departamentos, los seguí porque no parecían usuales de por acá y venían con un propósito.—Murmuró con la mirada baja.—Si me había alejado de ti era para evitar esto, no esperaba que supieran de ti. Debemos de mantener la apariencia baja, te pido que no tengas ninguna clase de comunicación ni interacción, de aquí a que pueda asegurar que estás a salvo.