✎ Imaginas (III) ✓

♥ Batería

Cuando abriste los ojos aún estaba obscuro, pero la falta de presencia de tu novio en la cama te hizo no poder reconciliar el sueño y el impulso de ir a buscarlo, pero por el bajo ruido amortiguado que provenía de la planta baja, sabías donde se encontraba.

Te sentaste sobre la cama mientras la sábana caía de tu pecho hasta arremolinarse en tus caderas, estirando tus brazos sobre tu cabeza y poniéndote de pie, buscando entre las prendas de ropa desechas con anterioridad por el suelo algo cómodo para bajar. Agarraste una camisa de botones blanca, dejando abiertos los primeros dos botones y dejándola caer por tus hombros, rozando a mitad de tus muslos antes de salir de la habitación.

No te preocupaste por tu fachada, aún estabas demasiado perezosa pero necesitada de su atención, por lo que lo convencerías de que dejara de hacer fuera lo que estuviera haciendo para que volviera a la cama y pudieran dormir nuevamente.

Bajaste las escaleras con cuidado, aún tallando tus ojos para aclarar tu vista mientras te dirigías a su estudio, donde con cada paso que dabas el sonido se tornaba más alto pero aún moderado por como conseguían amortiguar las paredes. Cuando estuviste frente a la puerta, tocaste pero era inútil viendo que se encontraba ocupado tocando, por lo que la abriste y sonreíste ante la imagen, sintiéndote acalorada.

Tu novio era un baterista de una banda local de la ciudad, estaban cobrando fama y recientemente habían firmado un contrato con una disquera que apostaba por ellos, pero les habían exigido música nueva ya que ellos solo solían cantar covers y muy pocas canciones de su autoría. Él se estaba forzando últimamente en la composición de las melodías, ensayando las nuevas canciones que habían salido después de largas reuniones nocturnas de toda la banda y de las cuales en ocasiones asistías para asesorarlo como una opinión externa.

¿Cómo se habían conocido? En una de sus presentaciones, la cual se llevó a cabo en tu bar favorito. Aquella noche te daba escalofríos de solo recordarla, pues habías caído en los encantos de tu amiga confiando completamente en ella, sin contar que te dejaría por irse con un desconocido que acababa de toparse con él en los baños, sin siquiera avisarte y dejándote esperando fuera del lugar. El lugar ya no estaba tan concurrido como en un inicio, ya era altas horas de la madrugada y no sabías si era buena idea pedir un taxi, seguir esperando ante la llegada de ella o simplemente correr por tu suerte, ninguna gustándote. 

Lo que no esperabas, era que terminaras siendo acosada por un hombre demasiado ebrio que trataba de sobrepasarse contigo, pero todo estaba demasiado desértico que las pocas personas que estaban ahí ni siquiera volteaban a verte. Eras presa del pánico, golpeando su pecho en forma de desesperación y tratando de encontrar tu propia voz para gritar más fuerte, y justo cuando el gran tamaño del hombre te estaba por vencer, fue empujado con brusquedad al suelo, maldiciendo a la persona que provocó su desequilibrio.

—¿Estás bien? ¿Te hizo algo, te hizó algún daño físico...?—Cuestionó mientras te aferrabas a la parte delantera de tu vestido, tratando de acomodarlo ya que por medio del forcejeo se había desacomodado, luciendo desaliñado. Negaste, entendiendo su pregunta con horror. 

—Y-yo, fue m-más el susto.—Contestaste con la voz temblorosa, sintiendo de repente la brisa fresca y recordando que no llevabas abrigo.

Cuando el hombre trató de levantarse y huir, él lo tomó de la parte de atrás del cuello y lo llevó arrastrando hasta el guardia del bar, tomándolo por sorpresa.

—Asegúrate que no vuelva a pisar el bar, no deberían de dejar pasar a escorios como él que dicen ser hombres.—Dice en dirección al hombre de traje, con un tono desconcertado.

Intercambiaron un par de palabras más, pero estabas más concentrada y recoger un par de cosas que se habían salido de tu bolsa durante el forcejeo, soltando un chillido cuando sentiste una presencia detrás de ti que tocó tu hombro.