♥ Extrañarte

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Aquella noche extrañabas particularmente la presencia de tu novio, y es que era un día muy frío y en la noche era casi imposible conciliar el sueño debido a que por más que te abrigabas y tapabas con las mantas no conseguías el poder quitarte el frío encima. Pensaste que te estabas por enfermerar, era una gran posibilidad, pero también llegaste a la conclusión que nada se comparaba el dormir abrazada a tu novio y que de ello sería más fácil para quitarte el frío.

Ya le habías dado muchas vueltas a toda la cama tratando de poder conciliar el sueño, pero también te inquietaba la duda del porqué ahora no habías recibido ningún mensaje por parte suyo. Que no se malentienda, no dudabas o desconfiabas de él, pero te parecía extraño no recibir nada suyo antes de dormir como era costumbre. Pensaste que se debía a la mala señal de donde estaba, siempre terminaba quejándose cuando hacían llamadas porque se iba la señal a la mitad de su conversación o simplemente no conseguía en absoluto. 

Un puchero se hizo involuntariamente en tus labios y agarraste el celular, comprobando que era pasada de la medianoche y que deberías de ir a dormir si no querías batallar en un par de horas más para el momento que tuvieras que levantarte y alistarte. Fuiste a la sección de mensajes, comprobando que no tuvieras ninguno; Habían pasado más de 14 horas sin saber de él y eso no te agradaba, además del día fatal que habías tenido. 

No habías podido aguantar el resto del día de la jornada de trabajo para salir y contarle todo, desde como discutiste con un cliente demasiado irrespetuoso y cerrado de mente, hasta el sermón que recibiste después por parte de tu jefa y que siempre deberías de darle la razón a los clientes, pero no era justo y no te quedaste callada, recibiendo una sanción como si de la escuela se tratara y te habían suspendido del trabajo por los próximos días. Y después de meditarlo, solo te levantarías temprano como si fueras a ir a trabajar y presentarías tu renuncia, no tolerarías ese ambiente de trabajo. 

Pero no habías tenido con quién consultarlo, no habías tenido con quién quejarte y recibir una opinión al respecto. Dejaste tu celular de vuelta en la mesita de noche y le diste la espalda, tratando una vez más de poder dormir.

—Bendita noche larga.—Murmuraste a nadie en particular, casi llorando de frustración. 

Extrañabas sentir sus brazos mientras te apretaba contra su pecho, sintiendo la calidez de su cuerpo contra tu espalda y como su respiración te hacía cosquillas en la nuca. Cómo a veces te solía cantar cuando se te dificultaba dormir o como trazaba figuras abstractas sobre tu piel para arrullarse, disfrutando de la unión de sus cuerpos. O las veces en la que tú lo abrazabas, aunque fuera mucho más grande que tú, había ocasiones en los que él disfrutaba de meterse entre tus brazos y recargar su mejilla contra tu pecho, a la altura de tu corazón mientras metía una de sus piernas entre las tuyas y casi dejaba caer la mitad de su peso. Siempre terminabas quejándote de que pesaba mucho, pero la verdad era que disfrutabas demasiado cuando era tal empalagoso por las noches, después de un largo día o si hubo conflictos, esa era la mejor medicina. 

Estabas sintiéndote entre la bruma del sueño y del cansancio, cuando a lo lejos escuchaste un repiqueo a tu lado. Frunciste el ceño tratando de centrarte en dormir, en por fin poder descansar después del día que habías tenido, pero aquella insistente vibración no te dejaba, por lo que apartaste la manta de tu hombro con molestía y te estiraste hasta alcanzar tu celular.

Y cualquier signo de molestia se fue al ver su nombre en la pantalla. 

—¿Bueno?—Contestaste con sorpresa.

—¡Hey! ¿Te desperté?—Podías escuchar la leve burla en su tono, por lo que entrecerraste los ojos.

—Considerando que es pasada de la medianoche, posiblemente. ¿Qué ocurré, pasó algo?

—Hace mucho frío, ¿No crees?—Hiciste un sonido afirmativo, sin entender la finalidad de su llamado.—Entonces, ¿Qué te parece abrirme antes de que me congele el trasero aquí afuera de tu puerta?

—¡¿Qué?!—Gritaste mientras te levantabas de golpe de la cama, buscando tus zapatos y una sudadera para ir. 

—Te explico cuando me abras, nos vemos.—Dicho eso colgó y miraste la pantalla con incredulidad.

¿Acaso si te habías quedado dormida y ahora estabas soñando con que él te visitaba? ¿Acaso esa era una posibilidad, considerando la distancia? No tenía sentido, él se había ido de vacaciones con su familia y no regresaría hasta en un par de semanas más, entonces ¿Qué hacía ahí? 

Caminaste con paso apresurado hasta la puerta, donde quitaste el seguro y te sorprendiste al comprobar que estaba efectivamente frente a ti con una sonrisa y con una pequeña maleta en su mano derecha.

—Espero no te moleste tener un compañero de piso por un par de días.—Sonrió antes de acercarse hasta a ti, quedando frente tuyo.—Buenos días, cariño.

—Tú... ¿Eres consciente qué acababa de conciliar el sueño y me despertaste?—Fingiste molestia y no te quitaste de la entrada, aunque estuvieras consternada aún por su visita inesperada.

—Ya, entonces pérdoname. Te prometo que para el desayuno te prepararé los waffles que tanto te gustan y conseguirás tu porción de dulce que tanto disfrutas, a lo mejor también podríamos pasar por ese helado que tanto te gusta...—Lo fingió pensar al mismo tiempo que te lanzaste a sus brazos y enterraste tu rostro en su cuello.

—Te extrañé mucho.—Confesaste a la vez que dejó su maleta en el suelo y pasó sus manos por la parte de atrás de tus muslos, cargándote y haciendo que enredaras tus piernas sobre su cintura. 

—Yo también te extrañé, no podría esperar más para venir a verte.—Caminó contigo en brazos y cerró la puerta detrás suyo, maniobrando para sostenerte y cargar su bolsa hasta el sillón.—Vamos a la habitación, así podrás seguir durmiendo.

—Pero quiero saber porqué llegaste antes de tiempo y de madrugada.—Hiciste un puchero ante su propuesta. 

Sonrió ante tu gesto.—Mis tíos vendrían a la ciudad a visitar a unos familiares por parte del esposo de mi tía y queda a un par de cuadras de aquí, por lo que decidí venirme con ellos y pasar el resto de los días de vacaciones a tu lado antes de que mi familia vuelva. Claro, si eso quieres y me lo permites. 

—¿Llegaron ahora de madrugada?

Negó.—Hace un par de horas, pero me entretuvieron con una charla y algo de comida que no podía despreciar. Así que en cuanto se levantaron para irse a dormir decidí hacer mi salida y venir hasta acá para sorprenderte.

Inhalaste su colonia mientras te depositaba en la cama, apartándose solo para desvertirse y quedarse nada más en ropa interior antes de subir a la cama y posicionarse a tu lado.

—Déjame abrazarte esta noche, quiero hacerlo.—Murmuraste cuando todo quedó en silencio y a la obscuridad, buscando de su cuerpo para abrazarlo contra ti.

Soltó una carcajada pero accedió, colocando su mejilla a la altura de tu pecho y entrelazando sus piernas con las tuyas, mientras que uno de sus brazos se posó sobre tu cintura, atrayéndote más a su cuerpo.

—¿Qué te parece descansar y para cuando nos despertemos nos ponemos al corriente? Perdón por no llamarte antes, si lo hacía probablemente me descubrirías y no quería eso.

Asentiste estando de acuerdo y cerraste los ojos, descansando por fin con una sonrisa en tus labios disfrutando de su cuerpo contra el tuyo, de su calor y sin pasar por más tiempo frío.

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