✚ Problemas y sorpresa

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No sabía nada de ti desde que te habían metido a quirófano para el parto; Habían transcurrido un par de horas y ninguna enfermera ni el doctor que te atendía salían a informarle tu situación. Se sentía desesperado, aún sentía la molestia por la llamada que había tenido con su madre antes de que rompieras fuente y sin tener nadie que le tranquilizara solo empeoraba la situación.

—¿Cómo está? ¿Ya nació?—Y como si la hubiera invocado por sus pensamientos, su madre se precipitó junto con su padre en la sala de espera, tomándolo del hombro.

—¿Qué hacen aquí?—Inquirió con un tono entre la sorpresa y la molestia.

—Hijo, está naciendo nuestro nieto, claramente teníamos que estar aquí.—Su padre habló, como si se tratara de algo obvio.

—Sí, pero yo no les avisé y mamá sabe porqué.

—Soltaste el teléfono, seguíamos en llamada cuando escuchamos como estaban moviéndose para venir al hospital.

—Bien, tienes un punto por ello, pero eso no quita que fue hace un par de horas y recién llegan.—Inquirió con un tono tosco, y es que él no se caracterizaba por ser arisco con las personas, pero se sentía abandonado por su propia familia en los momentos más importantes en su vida. 

Y, aunque no quisiera, era rencoroso muy en el fondo, y aunque ya habían hablado sobre ello al ser un constante problema en su relación, jamás pudo hacerlo desaparecer de su sistema pero por lo menos sabía controlarlo. Hasta ahora

—No considero que sea conveniente tener esta conversación y señalarnos los unos a los otros cuando está naciendo tu hijo.—Señaló el padre, mostrando una expresión neutra mientras que su hijo y su esposa tenían una guerra de miradas.

Antes de que pudiera decir algo, las puertas se abrieron y el doctor salió con una sonrisa en su rostro para dirigirse a ellos.

—¡Enhorabuena! Felicidades, padre primerizo. Tuvimos un parto complicado y ella se quejó mucho de no tenerte a su lado pero esas son las nuevas políticas del hospital, lo siento por privarte de ese momento pero no estuvo en mí. En un rato más puedes pasar a la sala infantil para que puedas conocer a tu bebé, podrás cargarla y darle sus primeros cuidados mientras tu esposa se recupera después de tantas horas de parto, la mantendremos en observación un día más para ver si no trajo alguna complicación que a lo mejor no vimos en su momento, pero de primera mano puedo decirte que todo salió bien, solo espera que las enfermeras te avisen para que puedas estar con tus chicas. Buen trabajo, cualquier cosa estoy a sus órdenes.—Se despidió con un golpe sobre el hombro y caminó lejos de ahí por el pasillo.

Sintió que un peso que cargaba sobre sus hombros se retiraba, escuchar que se encontraban sanas y a salvo era todo lo que le importaba en ese momento. Sintió sus ojos picar y sacó su celular para dar aviso del nacimiento, ni siquiera había tenido cabeza para avisarle a sus amigos y conocidos. 

No bastó de tanto tiempo para que la enfermera llegara y le avisara que podría ver a su hija, por lo que no esperó dos veces antes de seguirla y lavarse antes de entrar a una zona tan delicada con los demás recién nacidos. 

Casi lloró y cayó ahí mismo cuando vio los pequeños cuerpos dormidos en sus respectivas cunas, pero cuando la enfermera le indicó cual era su bebé y lo pequeña que se veía en la gran incubadora se limitó a suspirar.

—Lo dejaré un par de minutos solo para que pueda conocerla, cuando vuelva lo puedo guiar para que vaya con su esposa y estén los tres juntos aunque ella aún no despierte pero probablemente la bebé necesite de sus padres, supongo que no querrá despegarse de ninguna.

—Está en lo correcto.

La enfermera asintió sonriendo y se llevó consigo una tabla de apuntes.—Entonces, me retiro y ahorita vuelvo.

✎ Imaginas (III) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora