✦ Oportunidad

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Lo que más disfrutaba de llegar a casa era, además de descansar, poder pasar una cena tranquila con su hijo y contigo, un cálido momento familiar que atesoraría siempre al poder escuchar el día de las dos personas más importantes de su vida, escuchar las risas interminables, las anécdotas, estaba seguro que podría vivir por el resto de su vida a base de ello.

Y cuando se recargó en el marco del pasillo que conectaba la cocina con el comedor, sonrió al verte hacerle cosquillas a su hijo, sacándole escandalosas carcajadas mientras se retorcía en el piso, haciendo de una escena divertida para quien sea que lo presenciara.

—¡Papá, ayuda!—Pidió en cuanto lo vió, estirando uno de sus bracitos en su dirección, queriendo escapar de tus cosquillas.

Fingió no escucharlo, volteando a todos lados tratando de encontrar quién lo llamaba, haciéndote sonreír al seguir tu juego de hacerle un pequeño castigo. 

El niño chilló cuando lo levantaste y ambos dieron vueltas por la sala, para luego caer rendidos contra el sillón en busca de aire y en medio de sus risas, disfrutando del cálido momento que desprendían.

Él no podía estar más que agradecido contigo y con la vida; aunque había obstáculos que aún faltaban por enfrentar, sabía que mientras los tuviera a su lado todo estaría bien, porque eran su soporte. ¿Quién podría pensar que después de tanto batallar, lograría encontrar a alguien estable que se quedara a su lado? Había sufrido, de recordar el rechazo de la sociedad por criar a su propio hijo, dale las libertades que merecía, poner a su hijo sobre su trabajo y no tener a una figura materna que ofrecerle, todos creía que merecían señalarlo y hacerlo sentir mal, pero había callado y aguantado todo.

¿Cómo podría olvidar aquella noche? Recordó perfectamente como había corrido detrás de esa mujer que había concebido a su hijo y le rogó porque lo tuviera, él soñaba con ser padre y una parte de él se aferraba a que ella pudiera cambiar de opinión y se quedara a su lado, el amor no podía desaparecer de la noche a la mañana, pero cuando aceptó junto con algunas restricciones, quiso darle tiempo. Por ello, cuando fue el día de que su hijo naciera, no perdió el tiempo y la llevó al a clínica donde tenían todo preparado, no podía estar más que emocionado por ese momento que se puso a llorar cuando entró a labor de parto y esperó afuera, hasta que la enfermera llegó y lo llevó instantes después a la habitación donde reposaban todos los recién nacidos. 

Se enamoró de su bebé por primera vista, verlo tan pequeño en la incubadora junto con los demás, envuelto en aquella cobija que contrastaba su piel, solo quería entrar y estrujarlo contra su pecho para asegurar que nada malo le pasaría.

Pero la emoción duró poco puesto que al día siguiente, cuando era la hora de visita, le habían informado que ella había firmado su propia alta y se había marchado antes de que pudiera ir a visitarla y ver como se encontraba. No sabía como sentirse, pensaba que ella podría quedarse por lo menos unos días más a su lado, queriendo conocer a su bebé, pero eso jamás sucedió, ahora una vida dependía de él y se había ilusionado en poder criarlo junto a ella que cuando la realidad cayó como un balde de agua fría, temió si podría hacerlo bien.

Y todo llegaba a su tiempo, a pesar de haber fracasado en los primeros intentos de ser un padre dejado con un recién nacido, lo había hecho mejor conforme cada día pasaba. Hasta que por las travesuras del destino se habían tropezado el uno con el otro, después de un fatídico día del cual querían correr. Habían intercambiado palabras de consuelo y dándose ánimos como si se conocieran toda la vida, haciendo que la compañía del otro se sintiera agradable, pero cuando fue el momento de despedirse, habían intercambiado números, citándose un par de veces.

Transcurrió el tiempo, las citas se convirtieron en noches largas compartidas en los hogares del otro, para luego formalizar a tal punto de que su hijo te había aceptado y había decidido vivir en un mismo lugar, por lo que con sus ahorros combinados habían comprado su propia casa en una residencia bonita y sofisticada, donde pasaban cada día lleno de momentos familiares. Si bien no todo era perfecto, estaban felices por lo que habían forjado con el tiempo.

Solo había un pequeño inconveniente, tiempo pasado.

—Oh, no debí de hacer eso.—Sentenciaste con una mueca, sosteniendo tu vientre.

—¿Qué sucede?—Cuestionó acercándose rápidamente, tomando asiento a tu lado y provocando que otro par de ojos curiositos vagaran a donde reposaban tus manos.

—¿Te lastimé? No quise hacerlo, mami.—Se disculpó el niño, a punto de llorar.

—¡No! Nada de eso, de hecho había algo que quería comentarles.—Sonreíste tomando una postura más recta, quedando en medio de los dos.—Hoy fui a ver al doctor después de una llamada que recibí.

—¿Por qué no me lo dijiste? Podría haberte acompañado.

—Pero te saldrías del trabajo, no quería molestar. Si eran noticias malas, sería en vano hacerte salir así que decidí hacerlo por mi cuenta, nada que no pudiera afrontar.—Mordiste tu labio, sin poder ocultar tu emoción.—¿Te acuerdo lo que habíamos dicho si no podíamos lograrlo en este intento?

—Que iba a hacer el último, no me gusta exponerte a tantos tratamientos, sabes que hay más alternativas para tener un segundo hijo, no tenemos porqué aferrarnos a esto.—Tomó tu mano, dejándola sobre tu regazo.

—Así es, que era el último intento si no funcionaba. Hoy me llamó el doctor para entregarme esto.—Te levantaste rápidamente en busca de tu bolsa y sacaste un sobre blanco que contenía los resultados del tratamiento al que se habían sometido.—Mira, puedes verlo por ti mismo.

Te dirigió una mirada curiosa, pero aceptó el sobre y lo abrió, desplegando los papeles antes de leer detenidamente. El pequeño te miró con ojitos curiosos de igual manera y sonreíste por el gran parecido que tenían los dos, guiñándole el ojo ante la sorpresa.

Cuando viste como sus ojos no se movían después de leer la palabra que tanto querías que leyera, sonreíste y colocaste tus manos sobre tu vientre.

—Lo hemos logrado, estoy concebiendo en este momento.—Sentenciaste al mismo tiempo que se levantaba y te abrazaba contra su cuerpo, sintiendo sus brazos envolverte rápidamente.

—Dime que esto no es una broma, que esto es real.

Asentiste.—Realmente lo logramos, estoy embarazada, estamos esperando a nuestro segundo hijo.

—¿Voy a tener un hermanito?—El niño cuestionó, metiéndose entre sus cuerpos.

Cuando lo cargaron para que estuviera su altura, pellizcaste su mejilla.—Sí, cariño. Tendrás un hermanito, aún no sabemos si será niño o niña, pero pronto llegará a nuestras vidas y seremos cuatro.

El pequeño chilló emocionado, aferrándose a tu cuello con cuidado mientras él los envolvía a los dos contra su cuerpo, acercándolos lo más que podía.

—Probablemente hoy no pueda dormir, parece imposible de creer.—Murmuró con una sonrisa, depositando un beso en tu sien.

—Después de muchos intentos lo logramos, se siente como una mala broma, ¿No es así?—Pinchaste sus costillas, sacándole una pequeña carcajada. 

—Gracias, esto parecía imposible y aunque yo ya no quería seguir sometiéndote de esa manera y seguir esperando resultados negativos, tú seguiste haciéndolo a pesar de todo. Gracias por esta oportunidad, no podría estar más agradecido contigo y con la vida.

Sonreíste complacida, recargando tu rostro contra su costado.—Gracias a ti, te amo.

Tenían todo lo que habían imaginado, no podían pedir más porque estaban satisfechos, solo tendrían que disfrutarlo y tenían planeado hacerlo.

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Varias cosas: 

1. Extrañaba escribir un imagina en relación con niños, tenían tiempo sin hacerlo.

2. Este imagina sugió en cinco minutos de imaginación, literal.

3. Mañana inicio un nuevo semestre, ¿Qué tal un poco de suerte?

4. No quiero madrugar a las 5 am.

5. Probablemente tenga que cambiar las fechas en las que actualice, por lo que en estos días les diré cuales son los días fijos en los que habrá nuevos capítulos.

Nos vemos <3.

✎ Imaginas (III) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora