▾ Esperar

1.2K 77 10
                                    

Estaban acostados en la habitación mientras escuchaban sus respiraciones entre las penumbras de la noche y disfrutando de la simple compañía del otro. Botaste tu celulara un costado cuando una idea te pasó por la mente y tomaste lugar sentándote sobre uno de sus muslos y posicionando tus manos sobre su abdómen bajo, amortiguando tu peso.

—Hey, bebé, ¿Qué pasa?—Depositó su celular en la mesita de noche y colocó sus manos sobre tu cintura.

—Estaba pensando... Aún quedan un par de años para que logre graduarme de la carrera, pero tú eres mayor y tenemos algunos propósitos diferentes, o posiblemente no tantos pero la diferencia de tiempos en los que queremos lograrlos son diferentes.—Iniciaste a titubear con lo que decías, haciendo que soltara una carcajada.

—Al grano, bebé.

—¿Esperarías por mí? Digo, a lo mejor ya quieres formar una familia y lo entiendo, yo también quiero tener una familia, pero aún tengo que concluir mis estudios y obtener un trabajo para sustentarme, aún tengo muchas cosas por cumplir antes de querer asentarme con alguien.

Pensó en tus palabras y en sus labios se formó un pequeño puchero.—Bueno, soy consciente de lo que quiero, pero también de lo que tú quieres y siempre te he dicho que lo más importante para mí son tus necesidades, lo que sea que necesites o anhelas también las conviertes en las mías, por lo que esperaría tanto como quisieras. Estás a mitad de carrera, apuesto a que cualquier trabajo quisiera contratarte porque tienes buenos dones que sirven para el ámbito laboral, eres práctica y astuta, eres todo lo que he buscado por tanto tiempo que te esperaría lo que fuera necesario, no tienes que preocuparte por ello.

—¿Aún y cuándo anheles formar ya una familia?

—Lo único que puedo ver en mi futuro es a ti, y si quiero formar una familia eso dependería de ti porque es tu cuerpo y tu decisión, por lo que cuando tú estés lista, yo lo estaré también.

—¿Y si lo quiero en este momento?—Ambos se sonrieron y fingió meditarlo.

—Bueno, no me opondría en absoluto.—Pasó sus manos hasta tus muslos que eran cubiertos por una de sus camisetas que habías robado para ir a dormir y que, por tanto, te quedaba grande.

—Cuando me sienta realizada, preparada para todo esto, te avisaré.—Te inclinaste y besaste castamente la punta de su nariz, haciendo que cerrara los ojos.

—No hay presiones, te esperaré lo que haga falta, ¿De acuerdo? No te mortifiques por ello.

Y mientras sus brazos te envolvían y te apretaban contra su pecho, sonreíste al pensar en formar una familia a su lado, una vida donde estuvieran felizmente casados y con sus hijos revoloteando a sus costados después de un largo día de diversión y juegos. Anhelabas todo ello, siempre y cuando fuera a su lado, era lo único que podías pensar antes de dormir profundamente con ello en mente.


(...)

Un par de años después


Depositó la taza sobre el plato y sonrió ante el comentario que soltó uno de sus viejos amigos, disfrutando de su compañía después de días de estrés. En sus planes no estaba regresar a casa y tener que soportar los constantes reclamos que su esposa le propinaba al primer segundo que lo veía llegar, en absoluto, solo quería despejarse lo suficiente antes de volver a la rutina.

—¡Cariño! ¿A qué no adivinas qué llegó a nuestro correo?—Su esposa llegó al despacho donde se encontraban conversando, con una invitación en mano y una gran sonrisa en su rostro.

—¿Qué pasa? ¿Qué te tiene tan ansiosa?—Cuestionó con una ceja arqueada, con curiosidad.

Su esposa se inclinó para depositar un pequeño beso sobre sus labios y le entregó la invitación, haciendo que abriera los ojos de manera exponencial al leer los nombres grabados en esta.

—Oh, no pensaba que nos invitaría.—Confesó con sorpresa, mirando a su esposa.

—Tendremos boda, y no permitiré que faltemos a esta porque tengo mucho tiempo sin verla, ¿Recuerdas que la última vez que nos encontramos fue cuando...?—Dejó la pregunta al aire cuando se dió cuenta de la tercera presencia y de quién era la boda, guardando silencio.

—¿Quién se casa, por qué me miran así?—Cuestiona con cierta inquietud ante el par de ojos que lo miraban con un tanto de pánico.

—Eso no tiene importancia ya, solo una vieja conocida.

—Max...—El tono de voz cambió, sin saber el rumbo de donde pararían las cosas.

Tendió la invitación en su dirección, haciendo que la agarrara entre sus manos y cuando vió tu nombre grabado en papel y el nombre de otra persona fue cuando tuvo que parpadear varias veces para aclarar su visión. ¿Estaba leyendo bien? ¿Desde cuándo habías vuelto a rehacer tu vida a lado de alguien más? La última vez que se habían encontrado no habías mencionado nada en absoluto, no tenía mucho que habías encontrado un empleo después de tantas búsquedas y él había aparecido de casualidad. ¿Cuánto había pasado de ello? ¿Semanas, meses, años? Todo parecía darle vueltas.

Dejó la invitación sobre el escritorio y fingió una sonrisa, alegando que estaba bien y que no pasaba nada, pero la tensión sobre sus hombros eran evidente y el cambio de la atmósfera no podría pasarse por alto.

—Tú... No esperabas que ella te estuviera esperándote, ¿Verdad?—Cuando la esposa de su amigo cuestionó, levantó la mirada en su dirección. 

—Cariño, no lo hagas.—Interrumpió su hablar, pero no fue suficiente.

—Te esperó bastante, aquel día en el restaurante donde la citaste y jamás llegaste, ¿Creías que seguiría ahí después de tantos años? Al principio fue difícil pero le ayudé con ello, y no me arrepiento en absoluto.

—Nunca fue mi intención lastimarla, solo no sabía como decirle.

—¿Decirle que estabas por casarte con otra mujer? Ella fue ilusa pensando que esperarías por ella, pero el amor nos ciega muchas veces.—El despacho quedó en silencio, y antes de que saliera, recitó.—Si tú no pudiste esperar por ella como tanto le prometiste, ¿Por qué ella tendría que esperar a que arreglaras el desastre que es tu vida? No seas egoísta y si aún tienes dignidad, no vayas a buscarla ahora que es feliz nuevamente, acepta que ya no encontrará felicidad contigo sino con otra persona que espero y sepa valorarla lo suficiente.

Salió dejando un silencio incómodo en el lugar, haciendo que ambos hombres procesaran sus palabras sin comentar nada mientras veían algún punto fijo del despacho. 

—No te pediré disculpas por lo que dijo porque dijo la verdad, a lo mejor fue algo brusca, pero la apoyo. No hagas ninguna tontería después de ver esto, te lo pido como amigo y conocido.

Y sin decir más, salió del despacho y de la casa, necesitando mantener distancia entre aquella invitación que parecía ser una burla para él y el doloroso recordatorio de todo lo que había tenido que sacrificar sobre su interés. Había sido egoista en el pasado y ahora pagaba sus errores, pensando que podría enmendarlos con el tiempo.

Cuán equivocado había estado.

✎ Imaginas (III) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora