▾ Estamos juntos

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Nunca te habían importando realmente las críticas hacía tu persona o por tu cuerpo, no te considerabas lo suficientemente una persona vanidosa ni la dicha de amarte tal y como eres, pero tampoco podías negar que tenías tus momentos en los cuales estabas bien contigo misma.

Pero había un detalle, había una temporada de atrás hacía el presente donde nada te favorecía ante tu percepción, todo te molestaba y aunque podrías morir de calor, preferías vestir aquellas camisetas de manga larga que le robabas de vez en cuando a tu novio, los pantalones que encontrabas entre tu revoltijo de ropa y las sudaderas ocasionales que dejaba por el departamento. 

El complejo con tu cuerpo empeoraba considerablemente, no había un día antes de bañarte en la cual te mirabas en el espejo y hacías comentarios negativos a lo que veías; Odiabas la forma en la que tus muslos se agrandaban al sentarte o cuando antes te colocabas los shorts que tanto amabas, como tus brazos se expandían cuando reposaban a tus costados y estos sobresalían más con las blusas de manga corta, como tenías que jalar la blusa para que pudiera disimular tu estómago abultado o los rollitos que tanto te acomplejaban en las últimas semanas. Por eso y más, preferías las grandes sudaderas, los pantalones que te doblaban la talla y las camisetas robadas. 

¿El ejercicio? No podías ser constante aunque lo intentaras, y por más que agregabas y quitabas rutinas nunca lograbas el resultado esperado. ¿Tu alimentación? No eras la mejor para dejar lo que tanto amabas, aquellas golosinas para cuando veías películas o alguna serie, o la comida rápida que tan bien te acompañaba cuando tu flojera ganaba y no querías hacer nada para alimentarte.

Te la pasabas durmiendo la mayoría del tiempo con tal de aguantar el hambre y tus antojos, reposando todo el día entre el sofá y la cama hasta que tu novio llegara de trabajar y cenaban con normalidad. Tus porciones habían bajado considerablemente, casi nulas en el plato y aborreciendo los bocados, a tal punto de tener que regresarlos en diversas ocasiones.

Claro, todo estaba siendo tranquilo y de aquella manera hasta una de las noches que tu novio cuestionó el plato que te habías servido, pequeños trozos siendo picoteados y sin prestarle atención realmente por el impulso de salir de ahí directo al baño.

—¿Estás bien? Te vez un poco mal, ¿Estás comiendo como se debe? ¿Quieres ir al doctor?—Preguntó mientras tomaba tu mano sobre la mesa, en tono preocupado.

—Estoy bien, solo casi no dormí, es todo.—Trataste de sonreír y tomaste un bocado con gran pesar, tratando de no degustarlo lo suficiente para aguantar.

Él sabía que no andaban las cosas bien, y es que con sus llegadas tardías y sus despertares tan temprano casi no tenía tiempo para pasarla contigo, no cuando le estaban dando demasiado tiempo extra y agradecía la paga, pero no se sentía bien el dejarte por tu cuenta cuando ya te notaba diferente. 

Para cuando fueron a dormir después de lavar y acomodar los utensilios que usaron para la cena, se encontraban abrazados pero su mano tocó la curva de tu cintura, dejándolo inquieto.

—Cariño, ¿Has estado adelgazando? ¿Ejercicio?—Preguntó sin afán de molestar, solo quería sacar aquella espina que se formaba en su pecho.

—Ajám.—Murmuraste dispuesta a no seguir aquella conversación, dándole la espalda para dormir.

No insistió, pues se estaba martiriando con sus propios pensamientos para tratar de hacer un análisis de lo que ocurría. Tu rostro se encontraba más demacrado en los últimos días, de un tono pálidos con grandes ojeras y tus mejillas con leves puntitos rojos simulando pecas, y eso solo lo provocaba una cosa...

Negó con la cabeza, espantando aquellas ideas y trató de dormir, pero recordaba tu figura más delgada, cuando te abrazaba podía sentir tu cuerpo diferente contra el suyo, tanto que inclusive veía su figura más rebusta cuando se colocaba a tu lado. 

Al día siguiente se había levantado con la intención de ir a trabajar, preparándose como cada mañana y despidiéndose de ti como ya era costumbre antes de salir y dirigirse a su automóvil. Cuando estuvo detrás del volante a punto de prender el motor, la pesadez en su pecho no había desaparecido y algo le detenía de avanzar, por lo que no dudó y bajó del automóvil dispuesto a entrar tarde aquel día, regresando al departamento. 

Fue silencioso en su regreso, dejando su maletín y el abrigo en la entrada antes de dirigirse de nuevo a la habitación con el propósito de hablar contigo, pero cuando no te vió en la cama como debería de ser y escuchó unos ruidos grotescos desde el baño, se apresuró a encarar la situación.

Tu cuerpo delante del retrete mientras tus mejillas se encontraban empapadas por las lágrimas que bajaban de tus ojos, tus manos aferrabas a los costados de este y leves arcadas viniendo desde tu garganta. 

—¿Cariño?—Cuestionó con un tono preocupado, acuclillándose a tu lado.

—¡N-no! V-vete.—Murmuraste en medio del sollozo, empujando su pecho.

—Estoy aquí, no me apartes.—Rodeó tu cintura con su brazo mientras se ocupaba de apartar el cabello de tu rostro, sosteniendo una de tus mejillas.

—Y-yo no quería q-que me vieras a-así, no tú.—Bajaste la mirada, desconcertada con la situación.

—Hey, estaremos bien, ¿De acuerdo? No tienes que pasar por esto sola, sea lo que sea que ocurre podremos salir de esto, sabes que cuentas con mi apoyo y que por eso estamos juntos, no tienes porqué ocultarme algo que te lastime porque estaré para apoyarte, ¿Si?—Te mostró una sonrisa, al tiempo que apartó el cabello de tu frente y depositó un pequeño beso en la zona.

—Me dejarás, solo te estoy dando lástima, merezco ser dejada después de esto, solo te causaré lástima y repulsión.

Te acercó a su pecho, de tal manera que recargaste tu mejilla a la altura de su corazón.—Jamás, no podría dejarte y menos si veo que algo te atormenta. Si estoy a tu lado no solamente es para amarte, sino para cuidar de ti y cuidar de tu bienestar, porque eres lo más valioso que tengo y quiero verte bien siempre. No estás sola y te apoyaré en lo que necesites, sin excepción.

—Hay chicas más bonitas que yo, que no temen esconderse y que tienen cuerpos bonitos, ¿No deseas eso? Yo soy todo lo contrario, estoy avergonzada constantemente conmigo misma y recurrí a esto pensando que podría controlarlo pero ya no lo puedo hacer, se salió de mis manos y ahora lo detesto cada que lo hago, no puedo.—Rompiste en llanto nuevamente, aferrando tus manos a su camisa, como si de un salvavidas se tratara. 

—Nuestra relación jamás se basó en lo físico, sino en los sentimientos. Llegamos años juntos y hemos visto los cambios que hemos experimentado, ¿Recuerdas cuando subí de peso? Me sentí demasiado inseguro porque ya no era la misma persona a la que le correspondiste los sentimientos, pero en cambio me sujetaste y dijiste que aunque cambiara de cuerpo me seguirías queriendo porque amas mi forma de ser y no por lo físico, que eso solo sumaba puntos extras. No solamente te amo de la forma física, sí, adoro tu cuerpo y todo lo que posees, pero lo que me hizo enamorar de ti fue tu forma de ser tan libre y divertida, encontré el refugio que siempre busqué, eres mi todo y no podría cambiar mi lugar seguro por ningún otro, ¿Entiendes? Así que no pienses eso de ti, ni de nosotros, porque será una vil mentira.

Seguiste llorando entre sus brazos, cuestionando cada decisión que habías tomado hasta llegar a lo que te habías convertido. No estabas orgullosa, no sabías como detenerlo, estabas harta de sentirte de esa manera constantemente que cuando querías parar se te imposibilitaba y no tenías la fuerza de voluntad para no seguir haciéndolo. Pero, mientras te arrullaba en sus brazos y seguía susurrando contra tu oreja palabras de aliento y como saldrían de ello juntos, te aferraste a la mínima esperanza de volver a estar bien, porque si en el camino te tropezabas y quisieras regresar, él estaría ahí para darte un empujón y seguir en línea recta. 

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Wattpad se cayó justo cuando lo iba a subir :) 

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