Te habías levantado aquella mañana con la mejor actitud posible, considerando que era un día especial y no estabas dispuesta a pasarla de mala manera después de todo lo sucedido. Te habías puesto tus prendas favoritas y peinado con aquella diadema que tenías tiempo sin usar, tomando un rápido desayuno habías salido a la calle para recorrer los destinos que tenías planeado durante el día.
Y no estabas sola, él se encontraba a tu lado con una sonrisa.
La primera parada había sido el museo, habías escuchado de una nueva exhibición y no pensabas perdértela, por lo que habías emprendido camino hacía allá. Amabas el arte, al igual que él, por lo que ambos disfrutaban de ir a las exposiciones cuando antes podían, y es que también de esa forma habían logrado conocerse.
Sonreíste a uno de los guardias de la zona y lo pasaste de largo, queriendo admirar la siguiente pintura de cerca. Cada detalle, cada trazo con precisión, cada retoque y edición lo considerabas perfecta, anhelando tenerla entre tus manos y poder inspeccionarla a fondo.
—Es hermosa.—Susurraste para ti misma, admirada.
—Lo és.—Concordó a tu espaldas, ajenos a todos.
Siguió el recorrido hasta el final de cada obra, quedando maravillada con cada una de las piezas. Después de terminarlo, habías decidido emprender tu siguiente parada, el cual era el parque más grande de la ciudad y que era conocido por sus exquisitos helados, los cuales nunca dudabas en comprar uno. El trayecto entre el museo y el parque era corto, por lo que en un par de calles estabas ahí degustando tu helado mientras él te seguía a tu costado, admirando de igual manera la naturaleza y las personas disfrutando del día.
Tus destinos no tenían un propósito en específico más que la distracción, tampoco procurabas quedarte mucho en cada uno de ellos puesto que había uno en especial al que querías llegar. Aquella pastelería donde se encontraban tus sabores favoritos y que nunca te podías hartar de probarlos, por lo que te habías apurado en llegar y llevarte uno a tu casa para terminar del día. Sería la cereza del pastel al final de todo.
Caminabas feliz hacía tu departamento con la caja entre tus manos, estando ansiosa por probarlo y tus dedos picaban por querer probar el glaseado.
—No puedes esperar lo suficiente, ten paciencia que ya de aquí puedo ver el departamento.—Habló a tu lado, sonriendo ante tu paso apresurado entre las personas.
Llegaste tirando tu sombrero y abrigo mentras que te dirigías a la cocina para colocar el pastel y buscar una velita para prenderla. Sacaste los cerillos del cajón y apagaste una de las luces del comedor, luego fuiste al estéreo para poner una canción de fondo y terminaste por sentarte en una de las sillas, justo enfrente del pastel donde colocaste la vela y la prendiste con uno de los cerillos, cerrando los ojos.
—Feliz cumpleaños, amor.—Susurró él en tu oído, al mismo tiempo que pedías tu deseo.
Cuando los abriste, te preparabas para soplar a la vela cuando esta se apagó, producto de que él se había adelantado y con un simple soplido el fuego se extinguió. Miraste fascinada la acción, tomándote por sorpresa y recobrando el sentido, prendiste otro cerrillo y antes de que otra cosa sucediera, pediste el deseo.
—Desearía que estuvieras aquí conmigo.—Cuando las palabras fueron lanzadas al aire, todo lo del buen día se había esfumado, tal cual cuando la vela se apagó y el humo brotó.
—Pero lo estoy.—Susurró por lo bajo, sabiendo que de todas maneras no podrías escucharlo.
Te vió degustar el pastel, pero tus ánimos ya habían decaído al entrar el departamento y sentirlo solo. Cada día era una tortura volver y saber que ya nadie esperaba por ti, saber que irías a la cama sola y despertarías de igual manera sin su presencia, porque desde hace un par de meses que te habías tenido que acostumbrar a la nueva rutina que aún dolía.
Llegamos aquí de la manera más dura
Todas esas palabras que intercambiamos
¿Es de extrañar que las cosas se oscurezcan?
Te observó mientras te movías por la cocina, ajena a su presencia como todos los días desde su partida. La peor parte, a su consideración, era cuando te veía irte a dormir y terminabas llorando hasta altas horas de la mañana, siendo la única manera que te cansaras y cayendo rendida en un profundo sueño.
Él no había pedido sufrir aquel aparatoso accidente, él no pidió su deceso en ese mundo y dejarte a tu suerte. Todos los días era una tortura verte iniciar una mañana con nostalgia, las tardes aparentar estar bien y volvera casa en medio de la soledad, refugiándote entre los recuerdos y la melancolía.
Porque en mi corazón y en mi cabeza
Nunca me retractaré de las cosas que dije
Tan alto que siento que están cayendo
Había vuelto al departamento aquel día, pensando que todo estaría bajo control, pero ese fue su error. No entendía porqué no lo escuchabas, porqué lo pasabas por alto y no prestabas a los constantes llamados que hacía en tu dirección, siguiéndote mientras estabas con el gesto preocupado llamando a todos sus amigos y conocidos. Y cuando caíste en medio de un grito desgarrador en la soledad del departamento, se acercó a ti para poder consolarte y que lo dejaras de ignorar, pero su tacto se sintió helado contra tu piel, ajeno al cálido que siempre sentías.
La puerta había sido abierta, rostros conocidos entraron de igual manera desconsolados y se convirtió en un lugar lleno de melancolía y tristeza. No entendía porqué todos estaban así y nadie respondía a sus llamados, hasta que lo vió con sus propios ojos.
A unas cuantas calles de ahí, frente al parque donde solían pasar a degustar aquellos helados que tan famosos eran en la ciudad, yacía su cuerpo sin vida a causa de un terrible accidente que se la arrebató, con su asesino prófugo y siendo investigado la escena del crimen.
Y lo comprendió todo, asustándolo terriblemente.
No puedo salvarnos, mi Atlántida, nos caemos
Donde todas las promesas habían perdido sentido, porque de ellas ya no había nada, no podían cumplirse si una de las personas implicadas estaba ausente.
Construimos esta ciudad en un terreno inestable
¿Por qué le había costado tanto tiempo darse cuenta de su deceso? ¿Por qué seguía en ese plano si nadie podía verlo ni escucharlo?
Tenía tantas cosas por cumplir, pero no el medio para hacerlas posible. ¿Aquella era su penitencia? ¿Vivir de aquella manera en medio de la agonía? No lo entendía, se negaba a hacerlo.
Seguiría cumpliendo su penitencia, aunque eso implicara el dolor y la tristeza, pero encontrando consuelo siempre y cuando pudiera estar acompañándote, aunue no pudieras verlo o escucharlo.
________________________________________________________
Estuve pensando muchas cosas, y creo que después de este libro me tomaría un receso de los imaginas. Restan apróximadamente 55 imaginas, y tengo varios proyectos por abordar al estilo de GOMY, quisiera centrarme en ellos. Los imaginas tomarán un receso hasta que pueda concluirlos, me emociona escribir más allá de unas palabras, una historia con su respectivo desenlace y no estar parte por parte, sino darle un inicio, desarrollo y cierre ;) .
ESTÁS LEYENDO
✎ Imaginas (III) ✓
AcakEfectivamente, estás leyendo bien, este es el tercer libro de imaginas ;) Inicio: 18/Mar/2022. Fin: 21/Dic/2022.