★ Vivir engañada

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Últimamente sentías indiferencia por parte de tu prometido, y querías pensar que era porque estaban a solo unos días de contraer matrimonio y se trataban de los nervios del día. 

Eso querías creer, ignorando el hecho de las múltiples llamadas y mensajes que constantemente le llevaban a su celular, a cualquier hora del día, provocando una horrible sensación en tu ser. 

¿Acaso él...? No, él sería incapaz de lastimarte de esa manera, y menos a solo unos días de casarse. 

Ignoraste el gran martilleo en tu cabeza y decidiste bajar a la cocina por un vaso con agua, necesitando tomar una pastilla para el dolor de cabeza que sentías desde hace días y regañándote que solo necesitabas descanso. 

Antes de que pudieras cruzar hacia la cocina, escuchaste como el teléfono que se encontraba en la sala sonaba y te dirigiste hacia allá para atender. Te pareció extraño recibir una llamada desde el teléfono de casa pero ignoraste el detalle y solo te limitaste a contestar.

—¿Bueno?

La línea se quedó unos segundos en silencio, hasta que habló una mujer.—Disculpe, ¿Con quién estoy hablando?

—Uh, está llamando a la residencia de Adam, ¿Quién está llamando?—Aún no sabías si llamar a la propiedad como tuya, por lo que te limitaste a dar su nombre. 

—¿No está Adam? Necesito decirle que me urge el dinero que me prometió, detesto tener que llamarle constantemente para que cumpla con su palabra pero ahora mismo estoy en una emergencia.

Frunciste el ceño, extrañada por sus palabras.—¿Qué dinero?

—Necesito el dinero para la manutención de nuestro hijo, se me enfermó de una infección y necesito llevar a atenderlo pero para eso necesito que me dé el dinero que le pedí desde hace días.—Cuando tardaste en contestar, procesando sus palabras, habló.—Espera, ¿Con quién estoy hablando? ¿Qué eres de él? 

Antes de que contestaras o pudieras siquiera pensar más la situación, la puerta de la entrada sonó y lo escuchaste hablar.—Amor, ya llegué, ¿En dónde estás?

—Oh, mierda.—Exclamó la mujer del otro lado de la línea y colgó rápidamente. 

El teléfono cayó de tu mano, haciendo un ruido sordo contra la alfombra y lo viste asomarse por el marco de la puerta.

—Aquí estás, te estaba buscando porque tengo buenas noticias.—Sonrió cuando se acercó a ti y dejó un beso sobre tus labios, el cual no correspondiste como otras veces. Cuando se percató de aquel detalle, frunció el ceño.—¿Por qué estás así?

—¿Tienes un hijo?—Interrogaste directamente, sin poder siquiera posponerlo, tu boca emitía sonidos que no pensabas, no tenías control sobre ello.

El color en su rostro desapareció, y como si le hubieras propinado un golpe, retrocedió un par de pasos.—¿De dónde sacas eso?

—Dime la verdad, ¿Acaso tienes un hijo? ¿Por eso te llegan tantas llamadas y mensajes?

—Bebé, estás mal, eso claramente no pasó...—Empujaste su pecho con todas tus fuerzas, necesitando desquitarte.

—¡No me llames así! Tienes un hijo, ¿Verdad? Por eso estabas tan serio con la boda, ¿No? Te sentías culpable, sientes la culpa corroerte, ¿Cuándo planeabas decírmelo? ¿Cuándo fuéramos oficialmente esposos para que no te pudiera dejar? Oh, apuesto a que jamás me lo ibas a decir.

—¡No! Tienes que escucharme, no es como crees que es, él no es mi hijo, son inventos de ella.

—¿Es un niño? ¿Por qué lo niegas?

—Es que no es mío, ella se acuesta con cualquier hombre, ¿Por qué tendría que creer que es mío? Apuesto a que me escogió para mantenerlo sabiendo de mi buena posición económica, no porque sea mío, ella es una interesada y aprovechada. 

—¿Entonces ella se aprovechó de ti para sacarte dinero?—Sentenciaste con un toque sarcástico y saliste de la sala, dispuesta  a ir a la habitación para empacar tus pertenencias.

—Sí, ella solo quiere destrozar mi vida, hacer que rompamos y ser infelices, ¿Le daremos el gusto?—Te siguió hasta la habitación, tapando con su cuerpo el marco de la puerta cuando entraste y buscaste tu maleta.

—Por dios, ¿Acaso no puedes dejar de mentir? Vi de primera mano todas esas llamadas, como bloqueabas los números alegando que eran estafadores, como te llegaban todos esos mensajes pero decías que eran del trabajo, ahora recibo esa llamada al teléfono de la casa y no lo puedes negar, ¿Hay algo más?

—Ella me está hostigando, no tienes que creerle a ese tipo de personas que solo buscan el daño de los demás.

—No, yo no tengo que creerle a los tipos que le echan la culpa a los demás de los errores que cometieron y que no se hacen responsables de las consecuencias de sus actos. 

Cerraste la maleta cuando estuvo llena de ropa y caminaste a la salida, pero él no te permitía salir.

—Apártate de la puerta, necesito salir.

—Necesitamos hablar, lo sabes.

—¿Confesarás tu infidelidad? Vamos, dime desde cuándo me haces infiel con ella, que para tener un hijo debe de ser desde hace tiempo, ¿Cuántos años tiene, eh? ¿Fue antes de conocernos o después? ¿Después de ser novios o cuando estábamos quedando? ¡Contesta!—Exigiste con molestia, golpeando su pecho. 

Ciertamente tratabas de mantener la calma, porque si lograbas que el llanto te ganara entonces solo empeoraría la situación y no querías mostrarte del todo vulnerable frente a él, no con la persona que más te está lastimando en ese momento y sin poder procesar bien la situación aún.

—Es que no entiendes, las cosas no sucedieron de ninguna forma que te imaginas...

Te sentías agotada, adolorida por su traición y querías gritar, por lo que recurriste a tu última opción y bajaste la mirada, cerrando los ojos y apretando la bolsa contra tu pecho.—Por favor, si aún me tienes un poco de respeto solo te pido que me dejes ir en este momento, poder procesar todo esto y luego hablemos como personas civilizadas, pero no me pidas que me quede por hoy porque solo sacaré la peor parte de mí y no puedo siquiera verte en este momento sin querer llorar o quebrarme.

Entendió tus palabras, y se vio obligado a obedecerte por lo que se retiró de la puerta y te dió el acceso libre hacia la planta baja, donde no dudaste en correr hacia la puerta no sin antes agarrar las llaves de tu automóvil y salir de ahí.

—Por favor, avísame cuando estés en un lugar donde quedarte, trata de no manejar tanto y que estés acompañada.—Habló mientras te seguía a la distancia y suspiraste.

—Debiste de pensar en mis cuidados y mi bienestar antes de engañarme de esta manera.

Su rostro era similar al de un perro abandonado bajo la lluvia, con sus facciones caídas que solo provocaban querer que te acercaras y olvidar todo, pero no podías, no con un problema de sa magnitud. 

Así que con una última mirada en su dirección, cerraste la puerta del automóvil y lo prendiste para alejarte de ahí, buscando un lugar en donde refugiarte y pensar la situación mientras predominaban tus emociones negativas. 

¿Cómo ibas a ser capaz de superar algo como ello? Se sentía imposible, porque tu amor hacía él no desaparecerían de la noche a la mañana, pero tenías fe en que podrías superar ese tramo amargo y desolado. 

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Me sorprenden que esta semana estuve activa *procede a desaparecerse por el resto del mes* igual no se sorprendan porque tengo muchos proyectos finales por entregar. 

✎ Imaginas (III) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora