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LA ÚLTIMA ESTRELLA ANTES DEL ALBA

ALEX


Lo sé.

Me comporte como un pedazo de mierda. Pero, quería que me odiara. Necesitaba que lo hiciera.

No. No la dejé plantada aquella noche.

Llevaba un ramo de flores hawaianas en la mano derecha y en la izquierda un papel con el punteo de todo lo que quería decir. Olivia se había quedado en la habitación hablando con su abuela y yo le dije que no tardaría demasiado en volver, que preparara todo para partir mañana temprano. Ella asintió con una sonrisa sin despegar el móvil de su oreja.

Caminé todo el trayecto hasta la habitación de Laureen ensayando como quería empezar la conversación. Era sencillo, pero no se me daba bien hablar desde el corazón. Lo sé, que estúpido.

«No sé como decir esto, pero empezaré con que he mentido. Le he mentido a Liv, Laureen. Becca ha estado todo este tiempo en Alemania y se está muriendo y no sé que hacer y lo único que sé ahora es que te necesito. Joder, te necesito y te quiero a mi lado», me repetía a mi mismo en voz baja, moviendo mis manos tal cual lo haría frente a ella. «Y no quiero dañar a Liv con esto, pero...»

Guardé mis palabras al escuchar una puerta abrirse. Seguí caminando hasta que Liv me llamó desde el umbral.

—¡Alex! —alzó la voz. Volteé y ella alzó su móvil —: La abuela dice que te ha estado llamando.

Sí, lo sabía.

—Ah, sí. No he andado muy pendiente de mi móvil estos días —contesté, plano.

—Pregunta si puedes hablar ahora.

—Es que...

—Dice que es importante —insiste.

Trago con dificultad.

Me encojo de hombros y sonrío, intentando que Liv no note la tensión.

—Sí, claro. Puede llamarme ahora.

—¡Gracias! —contesta mi hija feliz.

Inspiré profundo y rogué que no sea sobre Becca, aunque es en vano, ¿qué otra cosa más podría ser?

Mi móvil vibra y me preparo para contestar, pero es un mensaje de Laureen. Lo leo y coloco las flores bajo el brazo para poder escribir con las dos manos una respuesta: Ya voy.

Cinco letras que no alcanzo a escribir.

La llamada de la madre de Rebecca entra.

Cambio de dirección y me dirijo hacia las terrazas del hotel para hablar con tranquilidad.

Habían dos parejas disfrutando de la noche fresca de Hawaii. Una de ellas, bebía alcohol en unas piñas. La otra, fumaba y conversaba con tranquilidad. Me fui lo más al fondo posible, cerca de las barandas de la terraza. Cerré los ojos y me permití pedir un deseo: Que nada cambiara.

Cogí la llamada.

—Señora Alice, ¿Todo bien? Liv me dijo que era algo urgente. ¿Becca está bien?

—Debo agradecer que mi nieta es autosuficiente para dar noticias suyas. Te he estado llamando por dos días, Alex.

Inspiré profundo e intenté sonar gentil.

—Lo siento. Han sido días de descanso.

Hubo un silencio.

—Supongo que esa excusa te es satisfactoria —sentenció y cuando notó que yo no añadiría nada a su comentario ácido, continuó —: Alexander, necesito que traigas a Liv.

Fuera de reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora