LAUREEN
—No quería pasar la noche sin verte —digo en voz baja apenas veo el rostro de Alex al otro lado de la puerta.
—¿Estás bien? No quise llamar porque asumí que tu y Wes...
—Hice lo que tenía que hacer.
—¿Y eso es?
No lo dejo terminar.
Doy un paso al frente hasta encontrarme con sus labios. Mis manos se enredan alrededor de su cuello, en un acto que es casi magnético. Él retrocede y yo avanzo. Cierra la puerta con suavidad, en un intento de que la pasión no nos haga tropezar con el ruido.
Él recibe mis besos y yo saboreo cada milímetro de sus labios, porque el tiempo que ha mediado entre nuestro último encuentro y el silencio ha sido eterno.
Me detengo porque sé que Liv está durmiendo en la habitación y tomo aire, aunque realmente no quiero. Solo pienso en la posibilidad de ahogarme en los besos y las palabras que no nos hemos regalado. Quiero más. Quiero más porque la libertad te hace palpar la esperanza y el deseo con un tacto único y directo.
Cojo sus mejillas y en medio de la penumbra sé que sus ojos encuentran los míos.
—No vuelvas a tomar ninguna decisión por mi —susurro con la oscuridad de su apartamento de testigo —. Jamás. Si me amas, quédate. Vuela conmigo, no importa si recién estoy aprendiendo a hacerlo. Quiero aprender y lo haré, pero quédate a verlo.
Noto como sus mejillas se alzan bajo la palma de mis manos y sé que es producto de una sonrisa. La débil luz de una lamparita encendida perfila el contorno de su rostro y siento que esas facciones que están delante de mí son totalmente nuevas, aunque ya las había memorizado una vez. En él hay algo diferente y no sé si se tratará de la felicidad que ha hecho morada en su piel o de la libertad para haber confesado el amor que albergaba su corazón o de la simplicidad de entender que la vida es mucho más llevadera cuando no vives con culpa sobre los hombros.
Pero, no quiero preguntar, porque he aprendido que no todo requiere de palabras, ni de planes, ni de reglas. No necesitas que la vida sea lineal o completamente esperada. Solo... necesitas vivirla y entender que los fracasos nunca existieron, lo que realmente existieron fueron oportunidades. Oportunidades que cambian y que tienes todo el derecho de desechar por un plan mejor.
—¿Por qué sonríes? —pregunto tras su silencio prolongado.
—Porque me alegro que por fin entendieras que no necesitabas ni planes ni a nadie que te ayudara a volar —Se acerca y besa mi frente.
Cierro los ojos y reposo mi cabeza sobre su pecho. Siento el latir de su corazón atravesar las paredes de su cuerpo.
—Francamente, no tengo ningún plan. Pero, estoy bien con eso. Quiero intentarlo, Alex. Quiero intentarlo todo. Si fallo, no importa, porque habrá sido por mi decisión. Solo mía. Nadie más.
—No fallarás.
Sonrío y me aparto para ver la expresión de sus ojos mientras lo dice.
—¿Cómo estas tan seguro?
—Porque estuviste años haciendo algo que realmente no querías y eras buena en ello. ¿Cuánto más buena serás si haces algo que realmente te apasiona? No eres de las chicas que se rinden fácil.
—¿Y qué hay de ti?
—¿Qué hay de mi?
—Sí, de ti y de mí. De nosotros.
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Fuera de reglas ©
RomanceLaureen estudia medicina. Alex es abogado. Laureen vive su vida conforme a muchos planes. Alexander nunca ha tenido un plan, salvo ahora: Buscar a su hija. Alex quiere a Laureen. Y Laureen quiere a Alex. Pero, ninguno de los dos quiere salirse...