Capítulo cincuenta y dos

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Nae-Yeon

No creí que fuera más doloroso que en el primer parto que tuve. Gritaba y me retorcia con las manos en el vientre a causa del dolor.

Un dolor que parecía nunca acabar, al cabo de unos minutos disminuyó lentamente. Al final, jadeaba con todo mi cuerpo empapado en sudor frio.

Debe ser un niño.

Pense mientras estaba tumbada sin fuerzas en la cama y el médico comenzaba a prepararme.

Tiene que ser un niño.

Si tuviera una relación especial con el emperador y si realmente fuera su hijo, no me importaria si fuera niño o niña, pero ahora la situación ha cambiado.

Tiene que ser niño.

No habrá segundas oportunidades.

Después de pujar dos veces, el médico exclamo de alegría.

—¡Su majestad, felicidadez! Es un bebé hermoso.

No tenia energias para responder, así que sólo gire la cabeza hacia su lado. Parpadeé varias veces, tratando de aclarar mi visión borrosa.

Una de las enfermeras sostenía al bebé envuelto en una tela suave. Su llanto se extendia claramente por toda la habitación.

Mientras tanto, las sirvientas trajeron un paño y agua tibia para limpiar mi cuello y cara.

—¿Y el bebé?

Pregunté con voz débil, a los presentes.

—¿Es niño?

En ese momento vi el rostro sonriente de todos volverse rígido en un instante.

—Así que es niña.

Murmuré aturdida.

—Una niña.

Mi visión se volvió a nublar, que decepción. Cerré los ojos con fuerza y me mordí los labios para intentar contener las lagrímas.

Esto no pude ser. Definitivamente tenia que ser un niño.

Una profunda sensación de desesperación se elevó lentamente en mi interior como si me estuviera ahogando cuando me pasaron a la bebé.

—Ahg...

No quiero ni verla.

—Su majestad, mire a la bebé.

—Después.

Me negué con la cabeza y agité a mano.

Regresé a la bebé con uno de los enfermeros y una de las damas de compañia se acerco a darme un avizo.

—Su majestad, el Emperado esta aquí.

Rapidamente me froté los ojos, estiré los brazos y le dije a la enfermera.

—Dame a la bebé.

En mis brazos, la bebé se calmó en un intante agitando sus pequeños brazos como si pudiera reconocerme.

—¿Nae-Yeon?

En ese punto, el Emperador Taehyung entró a la habitación y me llamó sorprendido. Me esforcé por reprimír mis lagrimas y le sonreí con tristeza.

—Su majestad, es una bebé muy hermosa.

El Emperador se apresuró a acercarce sin decoro a la bebé y la sostuvo en sus brazos.

—Es hermosa... una niña hermosa.

Repetí.

El rostro de aquél hombre engañado se iluminó en cuanto vio a la bebé, la sostuvo con cuidado en sus brazos, un poco nervioso al no saber dónde debía poner sus manos.

Amor & Deber | Jungkook + Taehyung ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora