2.- A solas.

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Siguieron pasando los días de verano, y María traía a Sofía casi todos los días con nosotras.

—Chicas, no os importa que traiga a Sofía, ¿verdad? —María preguntó a todo el grupo.

Todas las chicas, por unanimidad, no pusieron ninguna objeción, al contrario, estaban encantadas con la idea. De hecho, yo era la única del grupo que no sabía de la existencias de Sofía, todo mi grupo de amigas la conocía, en especial María (su prima) y Rocío (los padres de Rocío y de Sofía eran amigos íntimos).

Sofía poco a poco intentó acercarse a mí, pero yo no sabía de qué hablar con ella, como comportarme con ella, que decirle... Me ponía muy nerviosa cada vez que Sofía se acercaba a mí o me hablaba. Pero aun sintiendo esos nervios que Sofía me provocaba, había algo dentro de mí que me hacía estar cerca de ella, era como un imán que me atraía hacia ella.

No tenía ni idea de qué decirle, o como hablar con ella, pero me moría de ganas de hacerlo, por hablar con ella, por conocerla... Pero no sabía cómo hacerlo. Así que una manera de poder estar con ella, de poder llamar su atención, de que al menos consiguiese que me hablase o se dirigiese a mí, me pasaba gastándole bromas todo el tiempo, me pasaba todo el rato picándola, haciéndole de rabiar.. Y me sorprendí que posiblemente otra persona en su situación podría cabrearse, pero ella no, a ella le encantaba que fuera así con ella. Y poco a poco nos fuimos uniendo cada día más sin darnos cuenta.

Un día no muy lejano sonó mi móvil. Era un WhatsApp de Sofía.

—Hola Bella, ¿está haciendo algo?, me preguntaba si te apetecía quedar y nos vemos un rato.

Sofía y yo nunca habíamos quedado a solas, siempre nos habíamos visto en compañía del resto. Empecé a sentirme nerviosa, no sabía que contestar, si inventara alguna excusa para no verla o aceptar su invitación. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué me afecta tanto quedar a solas con ella? Me quedé mirando su conversación de WhatsApp sin saber qué decir, qué responder. Volvió a llegarme a otro WhatsApp de Sofía.

—¿Bella? ¿te comió la lengua el gato?

Seguía totalmente paralizada, cuando recibió otro WhatsApp de Sofía. A ella debió reflejarle que estaba leyendo su conversación por el doble tick azul que lo certificaba como leído.

—Vale... Ya entiendo... No quieres quedarte conmigo y no sabes cómo decírmelo... Tranquila lo he entendido, en otra ocasión será. No te preocupes.

Por una parte, pensé en inventarme cualquier excusa para evitar quedar con ella a solas, por otra parte, dejar que Sofía pensara lo que quisiera y pasar del tema y de ella; por último, las ganas que sentía en mi interior de estar con ella, me moría de ganas de verla, no me dejaban pasar de ella o poner excusas. Así que me armé de valor y le contesté.

—¡Ey! Perdona Sofía. Me habías pillado algo liada —¿en serio le dije eso? Sofía sabía perfectamente que estaba metida en su conversación desde que recibí su primer WhatsApp.

—Lo siento, no pretendía molestarte, simplemente me apetecía verte. Pero tranquila, lo dejamos para otro momento, un beso —me contestó.

—Noooo, no digas que me molestas. Tú nunca me molestarías —no podía permitir que Sofía pensase que me molestaba—. ¿Cojo el coche y paso a buscarte en quince minutos?

—¿De verdad? Vale Bella, nos vemos en quince minutos — no podía verle la cara, pero parecía feliz.

Después de quince minutos, pasé a recoger a Sofía. Subió a mi coche y me sonrió como nunca lo había hecho antes, y en ese momento me di cuenta de que tenía la sonrisa más bonita que había visto en mi vida.

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora