Fuimos justo enfrente del bar que había uno de esos bancos grandes sin respaldo que rodean un jardín y senté a Irene, me senté a su lado.
—¿Cómo estás? —le pregunté.
Irene apenas podía articular palabra, le costaba mantener los ojos abiertos. Al ver que la cabeza de Irene se le iba y que no podía mantener los ojos abiertos me arrodillé frente a ella y la cogí por sus mejillas.
—¡Eh! ¡Nena! ¡Vamos, mírame!
Irene no decía nada, su cabeza se le iba para todos lados y tenía que sostenerla entre mis manos para impedirlo, por más que intentaba mantener los ojos abiertos, no podía, se le cerraban y se le iba la mirada.
—Nena, vamos, ¡mírame! Escucha, nena, abre los ojos por favor...
—Bella...
—Tranquila mi niña, mírame. Abre los ojos, Irene.
—No... No pue-do...
—Claro que puedes nena, ¡mírame!
—¿Dónde estás, Bella?
—Estoy aquí, jode Irene, estoy aquí tranquila, abre los ojos por favor, tienes que mantenerlos abiertos...
—No puedo verte...
—Pero estoy aquí, siente mis manos...
—Te-tengo frío... Cari, tengo mu-cho frío... —comenzó a temblar.
Me quité una chaqueta que llevaba puesta, le levanté, me coloqué detrás de ella, me senté detrás de ella con mis piernas abiertas dejando a Irene sentada entre mis piernas, le puse mi chaqueta sobre sus hombros y la abracé por detrás para conseguir que entrase en calor.
—Bella, ponte tu chaqueta hace frío...
—Estoy bien, nena.
No me importaba el frío, lo único que me importaba era que Irene estuviese bien.
—No me sueltes por favor...
—Nunca.
No sé cuanto tiempo estuve abrazándola, el móvil de Irene sonaba, no dejaba de recibir WhatsApp.
—Irene tu móvil...
—Serán los chicos...
—Si no contestas me escribirían a mí, pero no he recibido nada... ¿Dónde está tu móvil? A lo mejor es importante.
—Está en mi bolsillo.
—¿Puedo?
—Claro...
Metí mi mano por dentro de mi chaqueta que le puse y empecé a buscar su bolsillo, pasé mi mano por su cuerpo tratando de buscar el bolsillo.
—Mmmm...
Hice caso omiso al suspiro que emitió Irene al sentir mis manos acariciando su cuerpo (por encima de sus disfraz) buscando el maldito bolsillo.
—Lo siento, tengo las manos heladas...
—Mmmm... no em importa, Bella...
Sus suspiros empezaban a ponerme nerviosa.
—¿Dónde está el maldito bolsillo?
—Te noto nerviosa...
—¿Yo? Esto... no, es sólo que no encuentro el bolsillo.
—Manda narices que tenga que estar así para sentir que me acaricias...
—Irene, no digas tonterías...
ESTÁS LEYENDO
Mi destino.
RomanceHay personas que están destinadas a estar juntas, no importa nada más. Lo que Bella nunca se imaginó es que su destino la llevase a conocer a una chica que pondría todo su mundo del revés. Todo lo que conocía hasta ese momento, todo lo que sentía...