126.- Tentación.

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Cuando desperté estaba sola en la cama de Sofía.

—¡¿Sofía?! —estaba asustada, ¿Dónde estaba Sofía? ¿Estaba bien?— ¡Mierda, me quedé dormida! —empecé a ponerme muy nerviosa, me empezaron a temblar las manos y un sudor frío apareció en mi frente. En esto, Sofía entró en su habitación con una bandeja en la que llevaba un café con leche y unas tostadas. La habitación pronto se impregnó del aroma a café— Estás ahí...

—Claro, amor. ¿Dónde iba a estar?

—No... no lo sé...

Sofía vio que estaba muy nerviosa, apresuradamente dejó la bandeja sobre la mesita de noche, se sentó sobre la cama a mi lado y pasó su brazo por encima de mis hombros para abrazarme.

—¿Qué pasa mi vida? —me preguntó preocupada y sintió el sudor frío de mi frente— Estás sudando, mi vida —Sofía secó el sudor de mi frente con su mano.

—Me... me asusté...

—Tranquila, estoy aquí —abracé a Sofía con fuerza, saber que estaba bien me reconfortaba—. Toma, está calentito, te vendrá bien —dijo ofreciéndome el café con leche.

—No es descafeinado ¿verdad? —le pregunté antes de beberlo.

—Lo es...

—Joder, Sofía... necesito estar alerta ¡No puedo dormirme!

—Bella, estás aquí a mi lado, no tienes que preocuparte de nada, puedes bajar la guardia y descansar. No duermes nada, necesitas descansar y dormir. La cafeína no te viene nada bien —empecé a beberme el café—. Bella, me tienes preocupada.

—¿Yo?

—Sí, primero te despertaste gritando mi nombre y cuando volviste a quedarte dormida no parabas de moverte en la cama, no dejabas de dar vueltas... Estabas muy inquita, así no puedes descansar.

—¿En serio? ¿tanto me moví? —no sabía que me había movido tanto.

—Bella, he dormido contigo infinitas veces, siempre has sido como un osito de peluche, a penas te mueves, pero anoche... Estabas muy inquieta.

—Necesito estar alerta...

—¿Alerta para qué? —me preguntó.

—Por si me necesitas... No puedo quedarme dormida y no estar si me necesitas.

Sofía me miró con ternura y preocupación. Me cogió por mis mejillas, acercó mi frente a sus dulces labios y me besó en la frente para después acurrucarme entre sus brazos.

—Lo siento tanto, mi vida... —Sofía sentía lo que me estaba pasando.

Sofía y yo pasamos el resto del día juntas y me propuso quedarme con ella esa noche también.

—Sofía, no debería...

—Escúchame, amor, no quiero quedarme sola en casa, mis padres no están y tú necesitas descansar y dormir. La única manera de que puedas hacerlo es estando a mi lado porque estarás conmigo y no tendrás que tener ese temor a que si te quedas dormida no estarás si te necesito.

—Acepto, pero por la parte de que no quieres estar sola.

—Es decir, que lo haces por mí...

—Sí —respondí.

—¿Y por ti? Por que si te quedas conmigo también harás algo por ti y podrás descansar.

—Es por ti, sólo por ti.

—Bella, tienes que pensar también en ti...

—Lo hago, si tú estás bien, yo lo estoy...

—No cambiarás nunca... —Sofía hizo una pausa— ¿Quieres ducharte?

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora