80.- Hora de mi maleta.

128 6 0
                                    

Después de hacer la maleta.

—Podemos ir a tu casa a hacer la maleta... —sugirió Irene.

—La mía la hago mañana.

—Eso, tú apurando, como siempre —me dijo entre risas— ¿Entonces qué te apetece que hagamos?

—¿No vas a bajar con los chicos? —le pregunté.

—Me apetece más quedarme en plan tranqui contigo. Si te parece bien, claro. Si te apetece que bajemos pues bajamos con estos.

—No, está bien, nos quedamos en plan tranqui —le dije a Irene como yo no podía bajar, hasta que quedásemos todos para salir de vacaciones no podía ver a Sofía.

Irene puso una película y nos tumbamos en su cama a verla, llevaba desde la última vez que vi a Sofía sin dormir nada prácticamente. Así que poco a poco el sueño me fue venciendo. Tenía a Irene recostada sobre mi pecho mientras la abrazaba. Estaba muy agusto con ella, me sentía segura y en paz. Así sin darme cuenta me quedé dormida.

—Cari... —me llamó Irene— ¿Cari?

—¿Qué? —pregunté entreabriendo mis ojos.

—¿Te ha gustado la película? —me preguntó mientras me sonreía.

—Sí, muy bonita... —Irene empezó a reírse— ¿De qué te ríes? —le pregunté.

—Cari, te has quedado dormida... —me dijo entre risas.

—Pf... —resoplé— Lo siento.

—No tienes que sentirlo, sé que últimamente no duermes nada. Me alegro que hayas dormido aunque sea una hora y media. Estás agotada.

—No sé, nena. Me encontraba muy agusto y en paz y no pude evitarlo.

—No tienes que darme explicaciones, pero me alegro que te sientas así conmigo y puedas descansar. ¿Quieres quedarte a dormir? —me preguntó.

—No, muchas gracias. Pero quiero ir a casa —miré la hora—. Mi hermano ya ha llegado de vacaciones y quisiera verlo antes de irnos nosotras. ¿Pero mañana duermes conmigo no? —le pregunté.

—Sí, claro.

Nos levantamos de la cama y bajamos para abajo. Pasé al salón a despedirme de los padres de Irene y su tía ya había llegado, que había estado con otra tía de Irene. Su tía era una persona muy especial, era como una niña en el cuerpo de una persona adulta. Adoraba a esa mujer, y ella me adoraba a mí.

—¡Bella! —exclamó la tía de Irene al verme— ¡Vámonos de cachondeo!

—Bella, se va a su casa ya... —le dijo Irene a su tía.

La tía de Irene empezó a hablarme con muchas gachas, como si fuese una niña pequeña, quería a toda costa que nos fuésemos por ahí. Así que dije de llevarnos a la tía de Irene un rato a nuestro parque de siempre y se puso muy feliz. Pasamos el resto de la tarde en el parque y después las llevé a casa de Irene.

—¡Ya vengo de cachondeo! —exclamó la tía de Irene al llegar a su casa.

—Me encanta verla feliz —dije la ver a la tía de Irene tan feliz.

—Bella, no te haces una idea de lo que te quiere... —me dijo la madre de Irene.

—Yo también la quiero mucho.

—Bueno me voy para casa ya —les dije.

—Noooo, ¡quédate conmigo! —exclamé la tía de Irene.

—Tengo que irme, mañana vengo a verte otra vez ¿Vale?

—Mentira... —me dijo la tía de Irene triste.

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora