100.- Miedo.

144 4 0
                                    

Llegamos a casa de Sofía, fuimos a su habitación, me senté sobre su cama y Sofía se quedó al lado de la puerta mirándome.

—Estás tranquila? —me preguntó Sofía.

—Sí... —contesté, pero Sofía siguió allí de pie— ¿Qué pasa?

—¿Qué pasa de qué?

—No sé, estás como una estatua ahí mirándome... ¿No piensas acercarte? —Sofía no dijo nada— ¡Genial! Me tienes miedo...

—Bella... Es que...

—Increíble... —me levanté de la cama y fui en dirección hacia la puerta, me sentía cabreada por que Sofía sintiese miedo de mí. Sofía al ver que iba donde ella se encontraba, se apartó. Me paré en seco y la miré— Tranquila, no te voy a hacer nada. Tan sólo me voy a mi casa.

—Bella...

Miré a Sofía con dolor, decepción y enfado. Me dolía en el alma que me tuviese miedo, estaba tan decepcionada con ella por que pensase que podía hacerle algo... que me enfadaba que pensase eso.

—¿Qué quieres Sofía? —pero no dijo nada— Déjalo, me voy a casa, no sé ni por qué vine —fui a abrir la puerta de la habitación, pero Sofía puso su mano sobre la mía—. Cuidado, no vaya a ser que te haga daño... —dije irónicamente.

—Bella, no digas tonterías...

—¿Crees que no te conozco? Llevas mirándome todo el rato con miedo...

—Bella, no...

—¿Me vas a mentir en mi puta cara? ¿Que estoy ciega? He visto como me mirabas...

—Bella, por favor...

—Por favor ¿Qué? ¿A esto hemos llegado? A que me tengas miedo... ¿De verdad has pensado aunque sea por un instante que puedo hacerte daño? Déjame, por favor, quiero irme —aparté la mano de Sofía de la mía.

—No... —dijo Sofía cogiéndome del brazo.

—Cuidado, no vaya a ser que me enfade y te haga algo —dije con ironía.

—¿En serio tienes que decir esas cosas?

—¿Puede pasar no?

—Bella, no seas irónica conmigo.

—Suéltame, por favor —le supliqué.

—Bella ¿es que no podemos hablar como personas adultas?

—No tenemos nada de qué hablar.

—¿Piensas dejar las cosas así? —me preguntó enfadada.

—El problema es tuyo que me tienes miedo, ¿Qué puedo decir? —abrí la puerta de su habitación pero Sofía la cerró automáticamente— Pfff...

—Resopla lo que quieras...

—Sofía, me estoy cabreando...

—Cabréate lo que quieras. No pienso dejar que te vayas y se queden las cosas así. Vamos a hablar lo quieras o no.

Empecé a contar hasta diez, intenté abrir la puerta de nuevo pero Sofía se puso delante y apoyó su espalda contra la puerta.

—Bella, que no te vas a ir... —volví a resoplar.

—Quítate de la puerta, Sofía —mi cabreo iba en aumento.

—No... —intenté apartarla de buenas maneras, pero Sofía me empujó hacia atrás— ¡Bella, que no!

—Vas a despertar a tus padres.

—Están en la casa de campo y si estuviesen me daría igual, pero no te iba a dejar irte.

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora