Llegó la hora en la que habíamos quedado todos los amigos para tratar el tema de las vacaciones. Cuando llegué al bar ya había un par de amigos allí sentados en la terraza, los demás iban llegando con cuenta gotas hasta estar todos, bueno todos menos Sofía. Sofía no llegaba.
—Siento la tardanza chicos —dijo Sofía al llegar.
—¿Estás bien? —le preguntó Carlos.
Alcé mi mirada y vi a Sofía, su mirada era triste, había perdido su brillo, tenía ojeras, estaba pálida...
—Sí... —respondió Sofía.
—Tienes una carilla... —dijo Iván.
—Estoy... cansada, sólo eso.
Sofía se sentó en el único sitio libre que quedaba libre, en frente de mí. Me quedé mirándola, no podía apartar mi mirada de ella, me partía el alama verla así. Empezaron a hablar sobre las vacaciones, pero yo no dejaba de mirar a Sofía, buscaba en ella un ápice de alegría, algún brillo en sus ojos, algo... Algo que no me destrozase, algo a lo que agarrarme para saber que estaría bien. Pero nada, no había ni rastro de nada. Sofía ni me miraba. Nuestros amigos propusieron Gandía como destino y todos quedaron encantados. Llamé a Irene para ver que opinaba ella sobre Gandía.
—Hola, nena.
—¡Hola mi chica! —exclamó Irene al otro lado del móvil— Joder, como echaba de menos tu voz.
—Irene, te fuiste ayer...
—Yo echo de menos lo que me da la gana y cuando me da la gana —me dijo entre risas.
—Te llamo para preguntarte que qué te parece Gandía como destino.
—¡Me encanta! Pero he de decirte que el destino me da lo mismo, siempre y cuando estemos todos.
—¿No me dijiste que te mantuviese informada? —le pregunté.
—O sea, ¿hello? —me dijo entre risas— Era una excusa para que me llamases, sé que lo vais a organizar todo muy bien. Pero así conseguía que te acordases de mí... —me dijo riéndose.
—¿Cómo eres tan idiota?
—Lo he conseguido, has pensado en mí...
—No me hace falta ninguna excusa para pensar en ti... —le aclaré.
—Bella, pásame a mi prima —me dijo Iván.
—Cari, te paso a tu primo que quiere hablar contigo —le dije a Irene.
—Pero antes... Ya sabes...
—¿Qué? —le pregunté entre risas.
—¿Qué es lo que tan bonito suena de tus labios? ¿Qué es lo que tanto me encanta escuchar de ti? —me preguntó Irene.
—Te quiero.
—Ooooooooh, ¡me muero! Yo también te quiero, mi chica y te echo de menos.
—Y yo a ti...
—Tengo ganas de verte —dijo Irene.
—Irene... para —le dije entre risas.
—¿Te vas a poner sentimental? —me preguntó— y si eso pasa, Bella tendría que tumbar esa fachada de chica dura, pasota, que todo le da igual y no siente ni padece...
—Irene...
—Te adoro —dijo Irene suspirando.
—Nos vemos muy pronto, mi niña. Te paso con tu primo —le pasé el móvil a Iván.
Conforme le di el móvil a Iván, miré a Sofía, me estaba mirando y por primera vez cruzamos nuestras miradas. Sentí un dolor intenso en mi pecho, pero también sentí que esa mirada seguía siendo mi hogar, todo desapareció a nuestro alrededor.
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Mi destino.
RomanceHay personas que están destinadas a estar juntas, no importa nada más. Lo que Bella nunca se imaginó es que su destino la llevase a conocer a una chica que pondría todo su mundo del revés. Todo lo que conocía hasta ese momento, todo lo que sentía...