32.- No me hagas elegir.

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Irene se me quedó mirando en la sala de estudio de la biblioteca.

—No, vine contigo y me voy contigo. No te vas a ir y luego vas a volver a por mí, nos vamos y punto —me dijo Irene enfadada.

—Irene, quédate aquí de verdad, ahora vuelvo, pero tengo que ir...

—Bella, ¡Que no! —me dijo aún más enfadada— ¡Que siempre es lo mismo!

Yo estaba muy cabreada con Sofía y la actitud de Irene no me calmaba, me alteraba más. Cogí mi móvil y le contesté a Sofía.

Bella: ¿Dónde estás? que voy a buscarte. Que tú estás harta, ¡Yo también!

Sofía: No te voy a decir dónde estoy...

Bella: ¡Sofía, te busco debajo de las piedras si hace falta!

—¿El qué es lo mismo? —le pregunté a Irene.

—¡Lo de siempre Bella! ¡Sofía lleva semanas que no ha querido cuentas ni contigo ni conmigo! ¡Llevas días sin saber nada de ella! Pero en cuanto te dice ven... lo dejas todo por irte con la niña... —me dijo Irene muy cabreada— ¿Te acuerdas que habías quedado conmigo?

—¡¿Pero qué estás diciendo?! —le dije enfadada, pues lo que dijo me encendió aún más.

—¡Le dan los putos celos de que estemos juntas, y tiene que venir a decirte, no sé que cosas te habrá dicho, que te vas corriendo a donde diga! ¡No te importa que estás aquí conmigo! ¡No te importa que estoy esforzándome para que estudies! ¡Motivándote! —Irene hizo una pausa para tomar aire, estaba realmente enfadada— ¡Que te da igual dejarme plantada por correr como una perrito detrás de tu niña! ¡Que estoy harta de los celos de Sofía! ¡Que estoy cansada de que siempre haga contigo lo que quiere! ¡Ahora estoy pendiente de ti, ahora paso de ti!

Mi móvil vibró, era Sofía.

Sofía: Bella, amor. Tranquilízate, mañana quedamos y nos vemos, no pasa nada...

Claramente Sofía notó mi estado de enfado y se estaba echando para atrás.

Bella: ¡No! ¡Esto no se va a quedar así!

Irene está de pie en el aula de estudio con todo recogido.

—¡Irene estás muy equivocada! No corro a los brazos de Sofía, voy a cantarle las cuarenta  y decirle cuatro cosas...

—¡No me hagas reír! —dijo riéndose a carcajadas en mi cara— ¡No eres nadie cuando se trata de Sofía! ¡No te lo crees ni tú que vas a decirle cuatro cosas! —Irene hizo una pausa y se cruzó de brazos— Venga... ¿a qué esperas para irnos? Tu amiguita Sofía te está esperando... —dijo de forma muy irónica.

El tono con el que lo dijo me cabreó aún más si podía... En el fondo, por muy cabreada que estuviese con Sofía, Irene tenía razón... no tenía derecho a irme y dejarla plantada. Debía hablar con Sofía, pero en otro momento, ahora estaba con Irene, con la persona que había quedado, la persona que ha estado día tras día a mi lado. Me senté en la silla y dejé las cosas encima de la mesa.

—¿Qué haces? —me dijo Irene mirándome perpleja.

—¡No vamos a ningún lado! ¡Nos quedamos a estudiar! —hice una pausa— ¡Ahora por mis cojones no voy a ningún lado! ¡Así que siéntate, que vamos a seguir estudiando!

—¡Flipo! —Irene estaba atónita— ¿Ahora ya no vas corriendo tras Sofía? ¡Vámonos!

—¡He dicho que no!

Óscar está en la sala de estudio mirándonos y riéndose a más no poder.

—¿Y tú de qué te ríes? —le preguntó Irene enfadada.

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora