82.- Intentemos ser amigas.

166 3 0
                                    

Llegamos al apartamento, como Alba y yo íbamos mojadas por el baño que nos dimos antes de volver decimos que la comida la haríamos ella y yo. Alba tenía que ir al baño así que empecé a hacerla yo, decidimos hacer algo rápido, así que pasta para todos. Empecé a calentar el agua para cocer la pasta, Sofía entró en la cocina para coger unas cervezas para los demás que estaban en la terraza principal del apartamento sentados en una mesa larga con sillas alrededor, era una terraza muy grande. No me di cuenta que Sofía había entrado y me sequé el sudor de la frente del calor que hacía en los fogones, hasta  que escuché la nevera cuando cogió las cervezas. Me giré y ahí estaba ella, intentando coger en sus manos tanta lata de cerveza.

—Espera... —le dije— No puedes con todas.

—Sí que puedo...

—Debería haber venido alguien a ayudarte —Sofía intentaba coger todas las latas, pero le era imposible. Entonces fui a un mueble y cogí un pequeño cubo que había—. Toma.

—¿Y esto? —me preguntó.

—Mete aquí las cervezas, se te hará más fácil llevarlas aquí.

Metimos las cervezas en el pequeño cubo y Sofía salió hacia la terraza. El agua comenzó a hervir e introduje la pasta para cocerla, después fui a la nevera y me cogí una cerveza fresquita. Sofía entró en la cocina y se me quedó mirando, pero yo no me había dado cuenta de que Sofía estaba ahí. Seguidamente me apoyé sobre la encimera, hacía verdadera calor con los fogones encendidos y pasé la lata de cerveza que estaba bien fría por mi frente, por mi nuca... Abrí la cerveza y bebí un gran trago, yo seguía tal y como había vuelto de la playa, tan sólo con el bikini y un pantalón corto.

—¿Hace calor no? —me preguntó Sofía.

—Uf, no sabes cuanto...

—Se te nota... Estás sudando.

Me miré el cuerpo y vi que tenía el cuerpo sudoroso, cogí la toalla que me había llevado a la playa, que había dejado sobre una silla de la cocina y empecé a secar mi sudor con ella.

—¡Mierda! —exclamé.

—¿Qué? —preguntó Sofía desconcertada.

—Tiene arena... ¡Dios, ahora tengo arena por todo el cuerpo! ¡Lo odio! —exclamé con asco.

Sofía salió de la cocina y volvió con una toalla suya del baño, era una toalla pequeña de aseo, se acercó a mí que estaba al lado del fregadero y mojó su toalla en el agua.

—Déjame... —Sofía se acercó a mí y empezó a pasar su toalla mojada por mi frente.

—Sofi...

—Déjame ayudarte —me dijo sonriendo al escuchar que la había llamado Sofi.

Después empezó a pasar su toalla por mi cuello, por mi escote, con mucha delicadeza limpiaba los restos de arena de mi cuerpo. Volvió a mojar su toalla para a continuación pasar su toalla mojada esta vez por mi abdomen. No pude evitar echar mi cabeza hacia atrás cerrando mis ojos con fuerza y mordiendo mi labio inferior, buscando fuerzas para poder aguantar las ganas de acercarme a ella. Volví a mirarla, Sofía miraba mi cuerpo mientras seguía pasando su toalla por mi abdomen.

—Bella, vengo a echarte una mano —dijo Alba apareciendo en la cocina.

Al escucharla, pegué una encogida, del susto que me llevé, que tiré la cerveza que había dejado en la encimera. La cerveza estaba derramada por el suelo.

—¿Qué hacíais? —preguntó Alba riéndose por el susto que me llevé.

— Bella se manchó de arena y estaba intentando quitársela —le explicó Sofía.

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora