114.- ¡Déjame en paz!

146 4 1
                                    

Sofía tenía su mano cogiendo la mía, entrelazando sus dedos con los míos.

—Bella... —me dijo Irene.

Yo no podía ni hablar, sentía tanta rabia que si hablaba podía explotar en cualquier momento y no podía perder los papeles con Irene.

—Lo siento por la forma de hablarte pero es que...

—¿Es que? —corté a Irene— Irene, no me jodas...

—Bella no entiendo este comportamiento de niñata, de mandarle indirectas a mi pareja ¿Crees que no sé que has subido la canción por ella? —me preguntó.

—Flipo contigo...

—¡¿Que flipas?! ¿Y yo no estoy flipando verdad? ¡No me esperaba para nada que hicieses eso!

—¿Perdona? ¡Llevo aguantando indirectas de tu pareja hacia a mí desde que estáis juntas! Y yo siempre callada, ¡sin decir nada! ¡Por ti! ¡Por no hacerte daño! Aguantando que tu novia esté constantemente mandándome indirectas, dejándome pisotear por ella cuando sabes que ¡a mí no me pisa ni Dios! ¡pero tengo un puto límite! Y viendo que no me deja en paz, que sigue, y sigue, y sigue... ¿Pretendes que me quede siempre callada por ti dejando que Rosa diga y haga lo que quiera?

—Bella, ella no te ha hecho nada...

—¡Me cago en mi vida!

—Bella, tranquila... —intentó tranquilizarme Sofía.

—¿Tranquila? ¡Tranquila los cojones!

—¿Irene, estás ciega? Cualquier persona se habría dado cuenta de lo que le está haciendo Rosa —le dijo Sofía.

—No digáis tonterías...

—Paso, no tiene sentido seguir hablando contigo. Pero te juro por Dios, que nunca más me callaré. Que si me callé fue por ti y sólo por ti. Pero viendo que no tiene caso, que siempre sacarás la cara por Rosa haga lo que haga y yo quedaré siempre como la mala, no tiene caso que siga aguantando por ti cuando tú no moverás un sólo dedo por mí —le advertí a Irene.

—Bella, no saques las cosas de quicio... Estás equivocada... —me dijo Irene.

—Oooooh claaaaaro,  pobrecita Rosa que mira lo que le está haciendo Bella... Qué mala que es Bella, ¡pobre Rosa que es una hermanita de la caridad! —dije irónicamente.

—No seas irónica...

—Prefiero ser irónica pero leal a mis amigos, que ser una hipócrita como tú. Y prefiero actuar así que como verdaderamente siento que debería actuar, por que si actuase como verdaderamente siento... no volvería a reconocer a Rosa después de haberme empleado con ella...

—Genial, Bella, genial... Sigue con tu manera de solucionar las cosas a golpes... ¡No cambiarás nunca!

—¡¿De qué me sirve cambiar?! Si aunque intente cambiar ¡tú nunca lo verás! Levo aguantando mucho por ti, cuando sabes que la antigua Bella le habría pisado la cabeza contra el bordillo, ¡pero intento cambiar! Intento dejar las cosas pasar, mantenerme quieta y callada... ¡¿Para qué?! ¡Si tú siempre me seguirás viendo como el monstruo que soy! Que llevo aguantando mucho y para una vez que contesto a sus provocaciones ¡mira lo que pasa! ¡Una vez! ¡Tan sólo una vez! Ella lo lleva haciendo infinidad de veces y como si nada ¿verdad? —hice una pausa— Mira, que seas muy feliz con ella, ¡pero a mí dejarme en paz!

—Bella...

—No tengo nada más que hablar, vámonos —le dije a Sofía.

—Bella, no... —volvió a insistir Irene.

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora