81.- El apartamento.

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Sonó el despertador de mi móvil y lo pagué, vi que Irene seguía dormida.

—Nena... —nada— Cari, despierta... —pero Irene seguía sin despertarse.

Al cabo de un rato seguir llamándola, le dio por despertarse.

—Buenos días, cari.

—Y era hora... Buenos días.

Miré la hora en el móvil y vi que teníamos tiempo para que Irene comiese algo, le di un beso en la mejilla y me levanté de la cama. Salí de la habitación y fui hacia la cocina, abrí el mueble donde teníamos dulces y cogí un donuts. Preparé un Cola Cao fresquito para Irene y un café con leche para mí. Una vez listo, lo puse en una bandeja y volví a mi habitación.

—Bella, al final me vas a mal acostumbrar a que me traigas el desayuno a la cama. Siempre me traes el desayuno a la cama...

—Hoy no me lo curré tanto, el donuts ya venía hecho —le dije entre risas.

—Lo que me importa es el detalle, me haces sentir especial, no me importa si lo haces tú o ya viene hecho... ¿Tú no comes nada? —me preguntó.

—Yo con el café tengo suficiente. Cuando paremos a desayunar, comeré algo.

Terminamos de desayunar y metimos las maletas en el coche, me dijo Irene que avisaría a Sofía para ver si íbamos a recogerla, se me formó un nudo en el estómago sólo de pensarlo, pasaron un par de minutos que me parecieron horas esperando la contestación de Sofía. Al final, había quedado en ir con Carlos. Llegamos al punto de encuentro y ya estaban allí todos nuestros amigos esperando, pero esta vez no  fue por mi culpa el llegar tarde, si no de Irene que no se despertaba. Distribuimos los coches, íbamos diez amigos, pero para ir más cómodos decidimos ir en tres coches. En el de Carlos iban Míriam, Iván y Sofía como ya tenía su maleta en el coche de Carlos, ene el coche de otro amigo iban otros tres amigos y en el mío íbamos Alba, Irene y yo. 

Pusimos rumbo hacia la costa, yo iba la primera, cuando llevábamos la mitad del camino paramos en un área de servicio para estirar las piernas y desayunar. Nos sentamos todos juntos en dos mesas que juntamos y pedimos para desayunar. Sofía estaba sentada enfrente de mí, la miré y me estaba mirando, al ver que la miré, Sofía apartó enseguida su mirada de mí. Cruzamos varias veces la mirada, pero nada más, no cruzamos una sola palabra. Terminamos de desayunar y retomamos el viaje. Después de un par de horas más ya se veía el mar por la ventanilla del coche, cuando dejamos la autovía aflojé la velocidad para poder bajar las ventanillas y respirar la brisa marina. Seguí las indicaciones del GPS hasta llegar a nuestro apartamento que se encontraba en primera línea de playa. Tuve la suerte de encontrar aparcamiento en la misma puerta del apartamento, bajamos y allí no llegaba ninguno de los coches de nuestros amigos. Al cabo de un rato llegaron y pararon a nuestra altura.

—De cachondeo le pisas, Bella... —me dijo Carlos.

—Normal que hayáis llegado antes, joder como le aprietas al acelerador... —dijo Iván entre risas e Irene me miró frunciendo el ceño.

—Lo normal... —dije para quitarle hierro al asunto.

—Lo normal, mis cojones... —dijo Carlos.

Se fueron a aparcar y al rato aparecieron con las maletas.

—Ya estamos aquí, Schumacher —dijo Carlos entre risas.

—¿A cuánto ibas? —me preguntó Irene— No me he fijado.

—Eso es que te fías de mí... —le dije entre risas a Irene.

—¿A cuánto ibas, Bella? —preguntó de nuevo.

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora