91.- Moratones.

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El cuerpo no dejaba de dolerme, llegamos al apartamento, Sofía abrió la puerta y se conoce que nuestros amigos escucharon la cerradura que salieron enseguida a ayudarnos, me agarraron y me llevaron al sofá para sentarme. Me trajeron hielo para la inflamación del pómulo y una pastilla para los dolores.

—¿Cómo estás? —le preguntó Míriam a Sofía.

—Gracias a Bella estoy bien —contestó—. Pero aún me tiemblan las piernas...

—¿Tuviste miedo, Sofía? —le preguntó Irene.

—Al principio cuando me vi sola, tuve miedo por mí, nadie de nuestro alrededor se estaba dando cuenta de lo que pasaba. Pero el mayor miedo vino después... Cuando vi a Bella peleando con aquel tipo... el simple hecho que podía pasarle algo... —Sofía se echó a llora y la abracé.

—Shhh, tranquila mi niña.

—Cari, ¿necesitas un médico o algo? —me preguntó Irene.

—No, tranquila. Sofía me curó las heridas.

—¿Pero y los golpes?

—Poco a poco irán desapareciendo —me recosté sobre el sofá, estaba echa polvo.

—Deberías descansas... —dijo Irene.

—Bella, por lo menos tumbarte en la cama... —dijo Sofía y tenían razón— Te ayudo a llevarte a tu habitación.

Sofía me ayudó a llegar a mi habitación, pero comencé a avanzar muy lentamente para ir al baño. Llegué a la cómoda que estaba al lado de la puerta de la habitación y tuve que apoyarme en ella.

—¿Dónde vas? —me preguntó Sofía.

—Voy al baño, quiero echarme agua en la cara y lavarme los dientes, creo que la boca me sigue sabiendo a sangre.

—Te ayudo.

Lo que quería era ver el estado en el que me encontraba, que aún no me había visto. No sabía que me encontraría debajo de mi ropa y si mi cuerpo estaba en mal estado, no quería que Sofía lo viese.

—No te lo tomes a mal, amor... pero prefiero hacerlo sola...

—¿Por qué? —me preguntó Sofía.

—Quiero ver si soy capaz de hacer algo tan sencillo como ir al baño a lavarme la cara y los dientes, yo sola.

—Aún así estaré en mi habitación por si necesitas algo...

Salí de mi habitación y fui hacia el baño, me desesperaba no poder ir más rápido, entré al baño con la cabeza agachada y me apoyé en el lavabo, alcé mi mirada y entonces me vi la cara. Estaba horrible, tenía la ceja derecha partida y ese ojo morado, con un derrame ocular. Mi pómulo izquierdo también estaba inflamado y mi labio inferior también estaba partido. Me miré los nudillos y estaban empezando a ponerse de un tono morado, pero no había restos de sangre. Después empecé a quitarme la camiseta, se me hizo sumamente difícil, pues cada movimiento de mi cuerpo me dolía. Conseguí quitarme la camiseta a duras penas y cuando me miré en el espejo... Tenía el cuerpo lleno de moratones, uno de los más grandes lo tenía en las costillas. Me sorprendí mucho a mí misma al ver el estado en el que me encontraba. Me eché agua en la cara, el agua fresca me hizo mucho bien, después me lavé los dientes y al enjuagarme escupí sangre y me puse la camiseta. Llegué a mi habitación, me situé delante del espejo de cuerpo entero que había, iba a cambiarme para ponerme la ropa de dormir. Me quedé mirándome al espejo sin camiseta.

—¿Bella? —¡Mierda! Sofía.

—Sofi, vete...

—¿Bella qué tienes ahí? —me preguntó.

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora