50.- Mi madre llama a Irene.

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Ahí estaba Irene, en la puerta de mi casa.

—Hola —la saludé—. ¿Qué haces aquí?

—¿No pensabas llamarme verdad? —me respondió con otra pregunta— Aunque no lo creas, tu madre te conoce demasiado y sabía que no nos ibas a llamar. Así que me ha llamado ella y me ha contado lo del médico.

—Pues aquí está la inútil —le dije entre risas mostrándole mis manos.

—¿No pensabas decirme lo que te ha dicho el médico? y la excusa que le has puesto a tu madre, podría haber metido la pata...

—Tienes razón, lo siento —la invité a pasar—. ¿Qué te apetece hacer?

—Estar contigo y cuidarte —noté como me ruborizaba al escuchar eso—. ¿Te has puesto colorada?

—No digas tonterías —dije agachando mi cabeza—. Me siento una inútil, no puedo hacer nada...

—Si no andases destrozándote los nudillos por ahí... ¿Quieres hablar del tema? —me preguntó.

—No...

—Pues vamos a hablar del tema —me dijo entre risas— Invítame a un colacao.

—Vale, pero tendrás que hacértelo tú —le dije mostrando mis manos.

—No te preocupes, ¿tú quieres algo?

—Me acabo de tomar un café con mi hermano.

—¿Y otra cosa? —me preguntó.

—¿Podrías...?

—Pídeme lo que quieras, cari...

—¿Un abrazo?

—Estás muy jodida para pedir un abrazo...

Irene se acercó a mí y me abrazó, necesitaba tanto un abrazo de Irene... Después de un rato Irene no me soltaba.

—Ya es suficiente ¿no?

—Ni de coña, no todos los días me pides que te abrace, esto tengo que aprovecharlo —contestó Irene.

Después Irene se preparo su colacao, nos fuimos a la salita y nos sentamos en el sofá.

—Empieza —le conté a Irene que Sofía me dijo que había quedado con un tal Dani y que por eso le pregunté a ella que quién era Dani. Que después dando una vuelta con el coche fue cuando vi el coche de Sofía aparcado en el Boulevard y que ella me dijo que era la casa de su ex—. ¿Pero por qué perdiste de esa manera el control? —me preguntó.

—Cuando me contaste quien era Dani, cómo era y lo que le hizo a Sofía... me volví loca. Sólo de pensar que alguien os pueda hacer daño...

—Lo sé nena. Y te agradezco tanto que nos quieras como nos quieres y que nos cuides como lo haces. ¿Pero por qué no hablaste a Sofía antes de perder el control?

—Le hablé, pero como el que oye de llover... Entonces poco a poco fui perdiendo el control hasta que... —le enseñe mis manos— ¿Por qué insistías tanto en llamarme?

—Por que algo dentro de mí sabía que algo te pasaba... te conozco y sabía que no estabas bien.

—¿Y Sofía? —pregunté.

—Logré localizarla. Me puse loca con ella, no atinaba ni a decirle. Le dije que sabía que estaba con Dani, me puse loca y ella me preguntó que cómo sabía que estaba en casa de Dani.

—Es decir, que reconoció que estuvo con su ex...

—Era evidente, no podía negarlo. Y le dije que intentase localizarte. Me preguntó que por qué tenía que localizarme y le dije que habías sido tú la que me dijo donde habías visto el coche —me contó Irene—. Empezó a volverse loca preguntándome que dónde estabas y le dije que no lo sabía, que te localizase, que yo no era capaz de hacerlo, me estaba volviendo loca sin saber de ti —el tono de Irene era de preocupación—. Sofía estaba desesperada al ver que no nos cogías las llamadas, ni contestabas los WhatsApp y que apagaste el móvil. Pude ver la desesperación de Sofía y ella vio la mía. Después me dijo que sabía dónde encontrarte y ya fue cuando subió a la sierra a buscarte. Y allí te encontró y me llamó por teléfono para contarme en el estado en el que te encontró.

Mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora