Descubriendo lo evidente

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-¿¡Pero que te pasa Chema!? ¿¡Cómo te atreviste!?-. Lencha estaba hecha una furia, aventando todo lo que estuviera a su alcance a las paredes de la casa y rompiendo todo lo que estuviera a su paso.

-¡Solo hacía mi trabajo, Lencha! ¡Estaba en el guion de la novela!-. Chema intentaba tranquilizarla.

-¡Tu puta madre! ¡Le metiste la lengua hasta la garganta al puñalón de tu compadre!-.

-¡Que la chingada! Ya te expliqué que yo no sabía que él era el suplente, esto no fue a propósito-.

-¿¡Y por qué no te negaste a grabar la escena!?-.

-¡Por qué había un contrato, Lencha! ¿! Que querías, que me echaran del trabajo!? ¿¡Con qué dinero crees que se pagan todos tus chingados antojos!?-.

Lencha sintió la irá a subir hasta su cabeza y con esa misma le dio una cachetada a Chema -¡Es todo! ¡No voy a permitir que me sigas tratando así! ¡Me voy a casa de mi mamá!-.

Lencha salió de la casa azotando la puerta mientras Chema la miraba sorprendido, ella solía tener arrebatos de celos por muchas cosas, pero nunca se había atrevido a soltarle un golpe, suspiró y se dejó caer en su sillón favorito pensando en toda la situación. Realmente no era su culpa, solo hacía su trabajo, pero no había manera humana de que Lencha entendiera la situación.

Repentinamente, se escuchó como se encendía un auto y Chema saltó del sillón para salir de la casa, encontrándose a Lencha llevándose su camioneta -¡Lencha! ¿¡Qué carajos haces!? ¡Lencha!-. Corrió detrás de la camioneta en un intento desesperado por detenerla, pero era demasiado tarde -¡Me lleva la chingada!-. Se restregó la cara y tiró su sombrero del coraje, todavía mirando la dirección hacia donde Lencha se había llevado la camioneta, soltó un suspiro pesado y recogió su sombrero para volver a la casa y tumbarse de nuevo en el sillón. No era la primera vez que Lencha se llevaba la camioneta de un coraje, pero Chema empezaba a cansarse de la situación, últimamente no podía pasar una semana sin que hubiera alguna discusión por más pequeño y ridículo que fuera el problema.

Para distraerse encendió la tele y para su mala suerte lo primero que "los huevos también lloran" esa novela para la que había estado actuando y que fue la causa de este problema para variar -¡Agh!-. Con una mueca de enfado apagó la tele antes de que se sintiera peor, entonces una idea corrió por su cabeza, llamar a Chava, su queridísimo compadre, que a pesar de que también era parte del problema, era su mejor amigo y su compañero de copas y en ese momento Chema necesitaba un trago bastante fuerte.

Se levantó de su sillón y fue a buscar el teléfono que debía de estar por ahí tirado, encontrándolo a un lado de la puerta de la cocina, llamó a la casa de su compadre y se quedó mirando a la nada mientras se escuchaban los tonos del teléfono marcando.

-¿Bueno?-.

-Compadre-.

-¡Hay mi compadre! ¿Cómo está compadre?-.

-Pues dos tres, necesito chupar compadre-.

-No se diga más compadre, ahorita voy, usted nomás prepáreme la boca-.

-¡Oiga, eso me sonó muy puñal!-.

-Que me prepare la boca para ir por unos tequilas, compadre, yo no sé qué habrá pensado usted-.

-A... Bueno, pues vamos por un buen trago, compadre, pero hágame un favor-.

-Le hago el que guste, compadre-.

-Pase por mí a mi casa, que la Lencha se llevó mi camioneta pal' rancho-.

-A chinga, ¿Cómo está eso, compadre?-.

-Pues... ahorita le explico, compadre-.

-No se diga más, ahorita lo veo compadre-. Sonó el tono del fin de la llamada.

Chema volvió a sentarse en el sillón a esperar, viendo el desastre de la casa algo perturbado, pero algo más calmado después de escuchar la voz de su compadre.

por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora