por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)

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Último día de rodaje, finalmente había acabado todo tras mes y medio de filmaciones y el ambiente estaba ligeramente emotivo, la última escena en ser grabada sería una escena entre Carlos Hueverta y Huector Manuel.

Chava estaba todavía en maquillaje para terminar los toques finales, incluso notó que el encargado de tomó su tiempo para hacerlo perfecto. Debía admitir que estaba algo nervioso, al ser la última toma estarían prácticamente todos observando; no era como si no lo hubiera hecho con la gente mirando, pero el saber que estaría todo el set ahí observando el final de todo el recorrido causaba una sensación diferente. Una vez que le dejaron levantarse del asiento pudo dar un último repaso rápido a sus líneas y ponerse en posición.

-Muy bien muchachos-. Dijo el director a través de un megáfono. -Hagamos esto una vez más, la última y nos vamos-. Inmediatamente las personas de cámara, luces y audio se movieron a sus puestos para comenzar. -Muy bien, Chavita, te necesito en posición, don José, espere la señal para entrar a escena-.

Chava se colocó en el medio de la habitación, era el salón de la casa de los Hueverta y se suponía que tenía que estar buscando entre sus discos de vinilo.

-¿Todos listos?-. Dijo el director. -Muy bien, escena 1204, toma 2, y acción-.

El señor Hueverta buscaba entre sus discos de vinilo cuando se escuchó el timbre elegante de la puerta, inmediatamente se escuchó a la mucama correr para abrirla, al señor Hueverta se le veía alegre de no tener que ser el quien atendiera el llamado. Sacó uno de los vinilos, lo reviso para finalmente sacarle el polvo mientras le soplaba.

-Disculpeme señor-. Escuchó la voz de la mucama y al instante don Carlos se volteó.

-Digame-.

-Tiene una visita, el señor Huector Manuel Facundo solicita hablar con usted-.

La cara del señor Hueverta fue de sorpresa. -Hazlo pasar-.

-En seguida-.

Carlos siguió limpiando el disco de vinilo para prepararlo y ponerlo en el tocadiscos, pero aún no lo puso a sonar.

-Buenas tardes, señor Hueverta-. Esta vez era la voz de Huector Manuel.

-Buenas tardes, Manuel-. Le dijo en un tono algo seco. -¿Que lo trae a mi morada?-.

Huector Manuel se revolvió un poco ante lo directo que había sido. -Yo...-. se quitó el sombrero y lo arrugó ligeramente entre sus manos. -Vine aquí a pedirle perdón, señor Hueverta-.

-Interesante, ¿Exactamente por qué cosa vienes a pedir perdón?-. Dijo mientras sacaba un cigarro y lo encendía con un elegante mechero.

-Por haber faltado a mi palabra, nunca fue mi intención dañar a ninguna de sus sobrinas; pero por mi necedad terminé dañandolos a todos ustedes-.

El señor Hueverta lo miró durante unos segundos con una expresión completamente indecifrable.

-Quiero suponer que comprendes la situación de lo que haz causado, Celia está con medicación, María no ha vuelto a casa y yo estoy cojo-. Dió una calada al cigarro y se acercó apollandose en el elegante bastón nuevo que le habían conseguido. -Lo que han hecho nos ha traído a todos de cabeza; sin embargo, no es a mi a quien debes estás disculpas. A mí solo me han quitado dinero y tiempo, el dinero me lo repone mi trabajo y el tiempo nadie me lo va a devolver, pero después de eso no me haz quitado nada, a quien le quitaste todo fue a Celia-.

La cara de Huector Manuel se iba transformando de una calma a una expresión de culpa e incomodidad.

-Seré franco, a mi todavía me sirves dentro de la familia, el negocio de tu familia es perfecto para complementar el mío. Si Celia te perdona y María te acepta, entonces eres bienvenido, es mi única condición, a mí no me pidas ninguna disculpa-.