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Al despertar, Chema volteó a ver la cama de la lado, había estado vacía todas las mañanas desde que Chava había decidido quedarse con Tocino, pero aún despertaba cada mañana esperando encontrarlo ahí o si quiera escucharlo en la regadera, cosa que nunca sucedió, se levantó un poco de mala gana y con la garganta seca, razón por la que siempre ponía un vaso de agua en la recámara, el agua fría lo despertó un poco y se dirigió directamente al baño para bañarse y desayunar, aún no tenía muy en claro que haría en su primer día de descanso de las grabaciones, pero tampoco quería pensarlo demasiado.

Al salir de su habitación se escuchaba la habitual atmósfera de hotel vacacional, niños corriendo emocionados por pasar su mañana nadando en la piscina o en la playa, jóvenes amigos igualmente emocionados, incluso se encontró en el elevador a un par de jóvenes recién casados, pero a Chema no le hizo ninguna gracia, tenía suficiente de bodas y finales felices, sobre todo por qué le recordaban a l suya y el como eso no había salido como el imaginaba, cada vez que leyó el guión de la boda no pudo evitar imaginarse así mismo dejando plantada a Lencha en el altar, lo cual le recordaba a las semanas siguientes de haber rechazado a su compadre por Lencha; por primera vez se preguntó el por qué lo había hecho, ¿De alguna manera había pensado que su matrimonio era salvable o solo lo hizo por el miedo a perder la costumbre? Antes del viaje había hecho cuánto pudo por hacer feliz a su esposa, la acompaño de compras, al spa, a hacerse las uñas, a arreglarse el pelo, incluso la cargaba desde la camioneta hasta la habitación y nada de eso parecía mejorar la relación, Lencha seguía igual de hastiada que siempre, con todo ese mal humor solo salió corriendo de casa en cuanto vió la oportunidad.

Al llegar a la planta baja del hotel sus pensamientos se disciparon, pudo ver a la feliz pareja salir agarrados de la mano y dirigirse al restaurante, justo como él, decidió que solo ignoraría el hecho y disfrutaría la comida como pudiera, en realidad no había variado mucho en sus desayunos estando en el hotel, nada le parecía realmente apetitoso, así que solo puso en su plato una buena porción de huevos revueltos, frijoles y se sirvió un jugo de naranja, normalmente consideraría poner tocino en su plato, pero últimamente le tenía un odio indescriptible.

Se sentó a comer en silencio y sin pensar mucho, los movimientos que hacía eran meramente mecánicos y automatizados, ni siquiera se dio cuenta cuando ya habia terminado esu plato, solo volteó a ver el vaso con la mitad del jugo.

-¿Y estás seguro de dónde está?-.

Chema de inmediato reconoció la voz y volteó hacia arriba en su búsqueda, rápidamente localizó a Chava, quién para su disgusto iba acompañado de Tocino.

-Sí, he ido un par de veces-.

Chema ponía mucha atención en la conversación, estaba un poco lejos de ellos.

-¿Y cómo se llama?-.

-La campana, es una terraza muy bonita, te va a encantar-.

Lentamente las voces fueron desapareciendo y en ese momento Chema se levantó rápidamente con la disposición de seguirlos, aún que se vio ligeramente frustrado una vez le bloquearon el paso un pequeño grupo de fans que clamaban desesesperados por un autógrafo de el en sus cuadernos o directamente sobre su ropa, una vez se los quitoyde encima corrió hacia el exterior del hotel, no pudo encontrarlos ahí pero supuso que ya habían tomado un taxi, así que se dispuso a hacer lo mismo, esperó a que llegara alguno y se subió a toda prisa.

-Dígame patrón, ¿A dónde lo llevo?-.

-A la campana- titubeó un poco.

-¿El restaurante o el templo?-.

-El restaurante, por favor-.

-Bueno, a la restaurante será -.

Para buena fortuna, el taxista no parecía ser de muchas palabras, cosa que a Chema le agradaba, no le gustaba cuando los demás intentaban indagar en su vida, sin embargo, a Chava le encantaba conversar con los taxistas, con los camareros, señoras que esperaban junto a el en la fila, ah, se sorprendió a si mismo volviendo a pensar en Chava, aún no podía entender cuando había comenzado todo eso de no poder dejar de pensar en él, había pasado gran parte de su vida junto a él y nunca se había sentido tan agitado por su compadre como en esos momentos, claro que de vez en cuando pensaba en el miedo que le daba portarse amanerado, pero no hubo nada que le indicará el por qué de repente tenía la necesidad de perseguirlo, acorralarlo y besarlo hasta que prácticamente todos pudieran leer en su cara "propiedad de Chema".

La campana parecía un lugar bastante ordinario por fuera, la entrada estaba escondida y daba a una casa antigua y fría que había sido adaptada como un hotel pequeño, pero una vez subías a la terraza podías encontrar un lindo corredor adornado con diferentes tipos de orquídeas en unas estructuras hecha a base de troncos y al dirigirte a la parte del restaurante se podía ver cómo las plantas formaban gran parte de la decoración, hacían que el ambiente se sintiera fresco y Chema debía admitirlo, era un lugar con bastante clase; una vez estuvo ahí parado se dió cuenta de una cosa, ¿Cómo iba a hacer para que su compadre no notará que los había seguido? Claramente el sombrero lo delataría, así que se lo quitó inmediatamente y en un desesperado intento de parecerse menos a él mismo se desordenó el cabello intentando cubrir un poco su cara, al verse en el reflejo de un vidrio se dio cuenta de que no lo había conseguido pero era el mejor intento que podía hacer.

Pronto una señorita se acercó a el -¿Mesa para uno?-.

-Ah...Si, claro-.

-Por aquí, señor-.

La amable señorita le indicó donde estaban los asientos libres y pudo ver un gabinete  justo enfrente de el gabinete en donde estaban sentados Chava y Tocino, le pidió a la señorita si podía sentarse ahi, se sentó dándoles la espalda para evitar ser reconocido y escuchar su conversación.

-Sí, pero las langostas estaban muy malas- dijo Tocino.

-¿De verdad?-.

-Oh si, Toto tuvo una diarrea horrible por dos días-.

-Vaya, uno diría que un lugar así mínimo serviría cosas decentes-.

Parecía una conversación de lo más trivial, aún que la manera en que se hablaban de alguna manera le hizo sentir incómodo, pudo notar la cercanía y la comodidad que se tenían para hablar de cosas tan vanales, cosa que él nunca se había permitido con nadie a excepción de su esposa, inmediatamente pensó en aquella noche, mientras estaban borrachos Chava le había pedido que ya no le hablara con propiedad, era una petición tan desesperada, pero de igual manera no hizo caso, era obvio el por qué había preferido refugiarse en Tocino, él le estaba ofreciendo esa cercanía que tanto anhelaba.

-¿Le tomo su orden?-.

La voz de la señorita lo había asustado un poco, realmente no había visto la carta y solo dio un vistazo rápido.

-Ah...una malteada de fresa, por favor...-.

-¿Algo más?-.

-De momento estoy bien, si me deja la carta un poco más...-.

-Por su puesto-.

Realmente no le apetecía comer nada, ya había desayunado y solo estaba ahí esperando obtener algo de esos dos, lo que fuera, aún que realmente no lo había pensado lo suficiente, se sintió ridículo y ciertamente empezó a pensar que era bastante espeluznante el hecho de acosar a su compadre de esa manera, pensó en solo tomar la malteada e irse de ahí.

por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora