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Ya habían dado de alta a Chema y Chava se lo estaba llevando a su propia casa para no quitarle la vista de encima. Él médico dijo que había tenido suerte y que solo debía encargarse de los vómitos que pueda llegar a tener mientras se desintoxicaba y de darte bastante agua y algún suero para rehidratarlo. En el camino no dijeron nada, sobre todo porque Chema aún seguía algo aletargado, al llegar a la casa tuvo que ayudarlo a bajar y subirlo a la habitación de huéspedes para que descansara. Cuando se aseguró de que su compadre se sintiera cómodo salió de la casa en busca de la comida y algo para que se sintiera mejor.

Mientras tanto, Chema sólo miraba el techo y se sentía ridículo. Intentaba ponerle un orden a lo que recién había sucedido, preguntándose en qué momento terminó en el hospital, hasta donde el recordaba solo se sintió muy cansado después de tomar el último sorbo de la botella y solo cerró los ojos un momento para descansar, cuando los abrió solo vió dos figuras borrosas que lo veían fijamente, le pusieron una luz en los ojos y estaba bastante seguro de que le estaban haciendo algunas preguntas, aún que no podía escucharlas bien hasta que había recobrado un poco más la conciencia, luego vió a Chava aparecer por la puerta con esa mirada preocupada que le hacia sentir un hueco en el pecho.
-¡Pudiste haber muerto!- le escuchó decir desesperadamente mientras lo abrazaba, incluso juraría haber sentido sobre su hombro un par de lágrimas. Lo que dijo era cierto, pudo haber muerto sin siquiera enterarse; pero ahí estaba, vivo y mirando el techo solo por qué a su compadre se le había ocurrido ir a verlo. Aún que en realidad en ese momento no le hacía mucha gracia seguir con vida.

Cerró los ojos para evitar que la luz siguiera lastimandolo y pudiera descansar un poco. Nuevamente se encontró pensando en Lencha, desde que la había hechado de casa se había sentido un poco culpable, aún que no fue tan desalmado como para cortar inmediatamente las tarjetas de crédito, aún que tampoco hubiera estado lo suficientemente sobrio para hacerlo, se preguntaba que fue lo que hizo para salir de aquella situación, si había ido a casa de sus padres o si tal vez se había quedado en un hotel; aún seguía pensando en porque las cosas habían resultado así, tal vez había hecho algo mal o había algo mal con él. No paraba de buscar el momento exacto en el que su relación fue en picada, pero cuando lo encontró automáticamente apartó su mente de ese recuerdo.

Siguió intentando que los pensamientos no invadieran su mente hasta que escuchó el ruido de la puerta abriéndose, Chava había vuelto.

-¿Cómo te sientes?- le preguntó de la manera más suave que pudo. Sin embargo, solo obtuvo un quejido por parte de Chema. Suspiró y se acercó para dejar un plato con unos tacos de pastor y un suero de mandarina sobre la mesa de noche. -Come, te sentirás mejor- y le dió una sonrisa cálida, pero Chema no se quitaba las manos de la cara; pensó que tal vez la luz lo estaba lastimando, así que la apagó. -¿Quieres que me quede?- preguntó antes de salir de la habitación, pero Chema sacudió rápidamente la cabeza diciendo "no" -Bien, pero por favor come, lo necesitas-.

Chema observó como su compadre se iba y cerraba la puerta intentando no hacer demasiado ruido, se quedó solo en la oscura habitación y aún que sus ojos descansaban un poco aún existía un ligero dolor que no sabía muy bien de dónde provenía. No tenía muchas ganas de comer pero aún así hizo caso y comió lentamente.

Chava después de terminar sus tacos se dirigió a su jardín junto con una cerveza, se sentó a mirar a los pájaros que llegaban a la fuente o a comer. También vio llegar unas cuantas abejas a las lavandas y una que otra mariposa, solo ponía atención a aquellos animales que vivían su existencia de manera tranquila en su jardín; de alguna manera le gustaba pensar que mientras se encontraba en su jardín, él también era como todos esos animalitos que habían encontrado en aquel jardín un lugar donde todo estaba bien. Un pequeño oasis en donde nada podía hacerles daño.
Le hubiera gustado que aquel momento fuera eterno, pero aún tenía consigo la tarea de cuidar a Chema, quería preguntarle exactamente que había ocurrido en todo ese tiempo desde que lo había dejado en casa; se hacía una pequeña idea de que pudo haber pasado por el estado en donde encontró el lugar, pero aún habían muchas cosas que le resultaban un misterio. Se levantó y después de tirar la lata vacía de cerveza fue a la habitación de huéspedes en donde había dejado a Chema para recoger su plato y ver si está vez había la suerte de convencerlo de hablar.

por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora