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El camino hacia Pueblo Quieto había sido la cosa más incómoda del mundo, Lencha comenzó a pensar que ir a rogarle a Chema que la dejara entrar ya no era tan mala idea. La cantidad de emociones que brotaban de ella era tal que estaba desbordandose de manera peligrosa, pero no quería llorar enfrente de Mariela, no después de verla comportarse de manera boba y darle su número a esa mujer.
Mariela aparco su auto enfrente de su propia casa, cosa que a Lencha no le pareció mucho. Se quedó sentada en el auto sin querer moverse.

-¿Qué haces?, Pasa- le dijo Mariela dedicándole una sonrisa, una que se veía ligeramente diferente de como lo hacía siempre. Lencha no quiso discutir, bajó del auto con pesadez y arrastró los pies hasta entrar en la casa, todo seguía exactamente igual a la última vez que había entrado. Inmediatamente sacó de su mente los recuerdos de esa noche, que eran el origen de sus problemas actuales, por lo que no le hacia gracia pensar en eso.

-¿Quieres un vaso de agua?, ¿Té?, ¿Café?- Mariela le ofreció amablemente.

-No- dijo sonando algo brusca -No, gracias- agregó al darse cuenta de su rudeza.

Mariela no podía culparla. Si bien no podía arreglar lo que Lencha había ocasionado, tampoco podía pensar en que estuviera calmada después de perder el lugar donde vivía y su fuente de ingresos. Puso a calentar la tetera para hacer el té favorito de Lencha aún que esta se había negado.

-¿Por qué no me dejaste con mis padres?- preguntó Lencha después de unos minutos de silencio.

-Bueno- dijo Mariela sirviendo el té -Con toda esta situación pensé que lo que menos querías es escuchar a tu papá sobre lo pecadora que eres y esas cosas-.

-Buen punto- Debía admitir que tenía toda la razón, si bien Lencha estaba segura de que a sus padres no les agradaba Chema, también sabía que en cuanto se enteraran del engaño y sobre todo del divorcio, estarían sumamente decepcionados. Vió a Mariela acercarse con dos tazas de té, reconoció el olor del té verde y su humor mejoró considerablemente. Recibió una de las tazas y dió un pequeño sorbo, la temperatura era perfecta.

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-Cierto- dijo María mientras tomaba su taza de café -Pero también toma en cuenta que ese señor se ha de estar matando para mantener todo esto en televisión, como es novato-.

-Sí, pero aún me gustaría que administrará un poco mejor el dinero- Dijo Chava dando un bocado de sus chilaquiles. Ambos habían acordado en desayunar juntos esa mañana, y aún que en un principio habían acordado hablar sobre la fundación de María, el tema de conversación se desvío bastante después de una hora.

-A propósito- le dijo de manera un poco más seria -No sé si quieras hablar sobre esto...pero ¿Qué pasó con Don José?-.

La pregunta había puesto a Chava ligeramente incómodo. Habían pasado apenas dos días de haber dejado a Chema en su casa para enfrentarse con Lencha y aún que había intentado contactar a su compadre, este seguía sin aparecer por ningún lado.

-¿Qué pasó de qué?- contestó intentando hacerse el desentendido.

-Bueno, literalmente hay un vídeo con 13 millones de reproducciones de su esposa poniéndole el cuerno. Disculpame si fui demasiado directa, solo es curiosidad-.

Chava lo pensó un momento, realmente necesitaba sacar todo aquello de su sistema, y Tocino no había querido hablar sobre el tema por alguna razón. -En realidad...- Comenzó -Sí te soy sincero, yo tampoco se mucho. El día que regresamos del viaje se quedó en mi casa, era obvio que no quería ver a su esposa, lo lleve la mañana siguiente a su casa y no supe nada más, no me ha hablado en dos días-.

-¿En dos días?- se veía ligeramente preocupada -Que raro, ¿Ni un solo mensaje?-.

-No hay nada de mi compadre-.

-Ya...- se quedó pensativa por un momento -Bueno, debió ser una gran bomba para él, todo mundo está hablando de eso. No es de extrañar que no quiera saber de nadie por un tiempo-.

-Sí...Al chile no sé cómo pensamos que era buena idea-.

-¿Él qué?-.

-Subir el video- se rascó la nariz algo nervioso -Solo debimos decirle y le hubiéramos evitado varios problemas...en especial yo-.

-Sí, fue algo tonto, pero ya no hay mucho que puedan hacer, solo estar ahí para apoyarlo en lo que haga falta- dió otro sorbo a su café -¿Por qué no vas a buscarlo más tarde? Tal vez le haga falta algo de compañía-.

Chava asintió sonriendo. Se encontraba un poco más calmado pero aún no podía quitarse la espina de saber que había pasado con su compadre, así que le tomó la palabra a María y después del desayuno tomó el rumbo a casa de su compadre. Al estacionarse enfrente a la casa notó que la camioneta aún seguía ahí a pesar de los claros restos de el desastre de Lencha, cosa que le pareció muy extraña, lo primero que hubiera pensado es que Lencha hubiera subido a la camioneta y corrido a casa de sus padres. Un escalofrío corrió por su espalda al pensar que Lencha podría seguir ahí dentro, pero no podía simplemente irse sin intentar ver a su amigo. Se acercó a la puerta y tocó el timbre esperando una respuesta, aún que realmente no necesitaba esperar, hacía mucho tiempo que tenía la llave. Pasaron unos 30 minutos en los que Chava había tocado el timbre y llamado a la puerta en varias ocasiones sin obtener ningún tipo de respuesta, la preocupación se hacía cada vez más y terminó por abrir la puerta con su juego de llaves. El interior no se veía desarreglado, solo un par de cosas tiradas por el suelo, se adentró buscando señales de alguien dentro, tras unos pasos escuchó un crujido debajo de su zapato; había pasado el portaretrato y había roto el cristal, cuando levantó el retrato se dió cuenta de que era una de las fotos de boda de su compadre, supuso que habría terminado en el piso por mano de la propia Lencha. Siguió caminando dentro de la casa y le pareció que había un ligero aroma a alcohol, revisó el cuarto principal y fue ahí donde encontró a Chema tirado en el suelo completamente inconciente, se apresuró a arrodillarse y mover a su compadre para despertarlo.

-¡Chema!- lo sacudió repetidamente -¡Chema, despierta por Dios!- lo abofeteó para intentarlo hacerlo reaccionar, nada funcionaba, observó a los alrededores y vió la cantidad de botellas vacías, había bebido hasta desmayarse. Chava estaba completamente desesperado, lo primero que se le ocurrió fue llamar a una ambulancia para que alguien lo ayudara.

por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora