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Eran más o menos las 9:30 de la noche en aquel bar de Tejeringo el Chico, el ambiente tenía rato prendido, gente bailando en la pista de baile, alcoholizados, llenos de nicotina o ambos, el aroma a cigarro se sentía en el ambiente junto con el alcohol y un leve aroma a mariscos, entre tanta gente se encontraba una Lencha bastante ebria comiéndose a besos con un hombre desconocido en la pista de baile, la sensación era sumamente vigorizante, las luces, el sonido, la gente cantando y bailando a su alrededor y un galán en su noche, todo era perfecto hasta que sintió la luz de un flash de cámara y volteó para todos lados en búsqueda del celular que había tomado la foto, pronto se dio cuenta de que había mucha gente tomándose fotos y que el flash salía de varios celulares a la vez, eso la tranquilizó bastante, ya que era poco probable que alguien la reconociera entre tanto movimiento.

-¡Lencha!- sintió una mano sosteniendo su brazo, era Mariela -¡Ya tenemos que irnos!- le gritaba para que pudiera escucharla entre tanto ruido, Lencha solo asintió y se despidió de su acompañante para después salir del lugar un poco aturdida, con el cuerpo caliente y tambaleante, definitivamente se le habían pasado las copas, poco o nada entendía de dónde iba, solo sabía que estaba en la parte trasera de su camioneta viendo la carretera oscura y una que otra luz pasando junto con la sensación de que alguien la tomaba de la mano y acariciaba el dorso de su mano con el pulgar, el tiempo para Lencha era prácticamente inexistente, en un momento estaba en la pista de baile y en un parpadeo estaba en casa de Mariela recostada sobre la cama de su mejor amiga viendo el techo mientras Mariela estaba en el baño de la habitación, por un momento pensó en todo eso que le dijeron sus amigas sobre su marido, la idea de haberse casado con un desconocido le sacudía la cabeza de manera intensa, intentando recordar cómo fue que conoció a Chema y cómo se había enamorado de él en un intento de averiguar si se había enamorado o si solo era un capricho, pero seguía sin haber una respuesta clara, pronto sintió el peso del cuerpo de su amiga caer al lado de ella.

Volteó la cabeza para ver a Mariela tomándose con su mirada, una mirada que ciertamente nunca había notado de ella, volteó a ver el resto de su cuerpo y fue cuando se dio cuenta de que el vestido de su mejor amiga había desaparecido y se encontraba solo en ropa interior, cosa que la hizo sentirse aún más acalorada, Lencha nunca había visto el cuerpo de Mariela así, aunque había pasado mucho tiempo con ella esto era nuevo.

-¿Qué pasa, Lencha?-.

-N-nada- solo desvío la mirada y volvió a mirar el techo mientras daba una bocanada de aire para estabilizar su nerviosismo, cosa que poco sirvió después de sentir la mano de Mariela pasearse por su brazo -¿Q-qué haces?-.

Mariela no dijo nada, solo se incorporó para ponerse encima de Lencha y mirarla detenidamente, el ambiente era tenso y extraño, ninguna de las dos se atrevía a mover un solo músculo, solo se miraban mutuamente viendo como el pecho de la otra se inflaba y desinflaba con su respiración, Mariela decidió seguir con lo que intentaba, estiró su brazo para alcanzar la cara de Lencha y acariciar su mejilla dulcemente con el pulgar, Lencha reaccionó ante él toqué y no sabía si era el calor de la situación o las bebidas que se había tomado las que la hicieron acariciar los muslos de su amiga, la sensación era completamente distinta a cuando acariciaba a su marido, Mariela tenía una piel suave y maleable, su figura era más delicada y el toque de sus manos era más tierno.

-Lencha...- Mariela se aproximó al rostro de Lencha y le dio un suave beso -L-lo siento- Mariela se sintió un poco culpable por haber avanzado de esa manera, intentó alejarse de Lencha, pero ella la detuvo.

-Espera...- Lencha subió una de sus manos a la cara de Mariela, actuando completamente por instinto, pensó por un breve momento en continuar el contacto, pero no pudo -Esto...no está bien...-.

-¿Por qué no?...- Mariela sonaba triste y levemente decepcionada.

-T-tú y yo... somos mujeres- dijo apartando a Mariela de su cuerpo bruscamente -Esto no es natural- y con esas palabras dichas, Lencha salió de la habitación apresuradamente y bajó hacia el primer piso intentando no caerse con los tacones, encontró las llaves de la camioneta y se apresuró a buscar la llave de la puerta principal para poder salir.

-¿Lencha?-.

Escuchar su nombre, acercarse le provocó un leve pánico y en cuanto encontró la llave abrió la puerta y corrió hacia su camioneta, dejando la puerta de la casa abierta.

-¡Lencha espera!-.

Encendió la camioneta mientras veía como Mariela se asomaba por la puerta principal y comenzaba a caminar hacia la camioneta, no lo pensó dos veces, puso la reversa y arrancó la camioneta rumbo a la carretera, por el puro efecto de la adrenalina el mareo del alcohol había bajado considerablemente y pensó por un momento a dónde podía ir <<Supongo que iré a casa>> era lo mejor que se le ocurría, después de toda aquella locura quería volver a su casa y tomar un té verde con galletas mientras veía la novela en su cama.

Eran cerca de las 10:40 de la noche cuando iba entrando a Huevopolis, estaba tan alterada que necesitaba detenerse por un momento antes de seguir manejando, todavía debía cruzar toda la ciudad para llegar a casa, decidió parar en un parque cercano, estacionó la camioneta y se quedó mirando hacia la nada, volteó hacia el asiento del copiloto y vio su bolso de mano en la parte de abajo del sillón, volvió a mirar hacia la calle y pronto notó que las lágrimas comenzaban a salir, ni siquiera entendía por qué estaba llorando en primer lugar, solo quería llorar, no entendía por qué Mariela había hecho todo eso, no entendía cuál era el problema con su esposo, no entendía por qué nada podía estar bien, y entre tanta confusión una persona le llegó a la cabeza, Chava, si no fuera por él nada habría pasado, si no existiera ella no tendría problemas con su marido, no hubiera salido de la casa por aquella discusión, no hubiera ido al bar con sus amigas, sus amigas no le hubieran dicho todo eso, Mariela no hubiera hecho todo eso, Chava fue a quien decidió culpar de todas sus desgracias y hecha una furia volvió a encender el auto, iba a reclamar lo que era suyo por derecho.

Eran las 11:30 de la noche del sábado y la calle donde ella vive con Chema estaba completamente en silencio, solo se escuchaban los grillos y el zumbido de las farolas.

por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora