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Día tras día Mariela se había levantado con aquel golpeteo en la pared y con ese viejo auto encendiendose y encaminándose a quien sabe dónde, pensó que tal vez sería alguien de los alrededores que había estado aparcando el auto por la noche frente a su casa y después llevárselo temprano por la mañana, aún que nunca nadie había hecho eso. Sin embargo, cada que salía a su casa encontraba todo completamente normal, había pasado una semana desde que escuchaba los golpes a la misma hora sin falta, a excepción del fin de semana; aún que de eso no estaba muy segura por que ella siempre despertaba tarde esos días.

Con la duda en su cabeza fue directamente al trabajo. Los niños siempre mantenían su mente ocupada, al tener ellos 5 años era fácil que el grupo se saliera de control; es esa edad en donde les dices que se estén quietos un momento y comienzan a dar vueltas. Pero Mariela siempre tuvo un don especial con los niños, todos ellos la adoraban y hasta el niño más revoltoso se volvía calmado al cuidado de ella. Ese día no fue diferente, llegó a la escuela y como siempre saludó a las secretarias que tenían esa cara de odiar su vida y estar más interesadas en vender y comprar por catálogo que por hacer su trabajo; aquellas mujeres le contestaron de mala gana, la única que si le contestó de manera amable fue la psicóloga infantil, una muchacha que recién había llegado hacía unas semanas, bastante joven y carismática a la cual las secretarias detestaban.

El salón estaba vacío y en espera de la hora de llegada de los pequeños, Mariela acomodó sus cosas en el escritorio y revisó su celular, cosa que le sacó una sonrisa.

"Buenos días!!!"

Era el mensaje de Olga, siempre tenía uno a esa hora de la mañana.

"Buenos días =)"

No esperaba un mensaje de vuelta hasta por ahí del medio día, que era la hora del almuerzo para ambas. Tenía el conocimiento de que Olga tenía un horrible horario de trabajo, completamente atareado; realmente desconocía de que se trataba exactamente el trabajo de Olga, lo único que sabía era que se encargaba del vestuario de algún estudio televisivo pero tampoco preguntó demasiado sobre que se trataba, lo que si sabia era que a ella le gustaba hacer ropa y que gran parte de su guardarropa estaba confeccionada por ella, incluso se ofreció a hacerle un vestido bonito, le había dicho que era tan bonita que confeccionarle alguna prenda a ella seríacomo diseñar para los mismísimos dioses. Cosa que a Mariela le pareció adorable, había estado lanzando todo tipo de halagos y piropos en un evidente coqueteo, cosa que a ella no le molestaba y los correspondía de vez en cuando.

Los niños habían comenzado a llegar, eran justo las 10 en punto y como siempre esperaban afuera del salón formados de manera ordenada, o lo más ordenados que se podía. Mariela salió del salón a recibir a uno por uno con un alegre saludo mientras pasaban corriendo a sus asientos favoritos, los observó mientras bajaban las sillas de las menas de la manera en que podían. Las clases de ese día eran bastante sencillas, una hora los haría practicar su letra, finalmente habían avanzado lo suficiente como para empezar a utilizar lápices finos en lugar de los gruesos lápices de entrenamiento, otra hora los haría leer en voz alta para identificar cuales eran los niños más atrasados en lectura y mandarlos con la psicóloga, luego, a las 12 de la tarde tendrían su receso habitual y 20 minutos después volverían a clase, les leería un cuento y después los haría hablar sobre las partes que más les gustaron, les haría preguntas con intención de ver su capacidad de atención, los pondría a sumar y a restar cosas muy sencillas y finalmente ya para la hora de la salida los dejaría jugar y divertirse mientras observaba el comportamiento de los niños.
El día transcurría con normalidad hasta medio día, en donde tuvo que sentar a los niños en las mesas y mantenerlos callados en lo que llegaba la comida, la escuela contaba con cocina y hacían cosas sencillas para ayudar a mantener bien nutridos a los niños; habían detectado que algunos de ellos no comían más de una vez al día por la situación que atravesaban algunas familias.

Observó a los niños comer y revisó su celular para ver si Olga había escrito algo.

"Siento mucho si no puedo hablar hasta después, tengo el día particularmente lleno. Espera mi mensaje más tarde dulzura ;) "

Había supuesto que eso podría pasar, se limitó a responderle que no había ningún problema, por lo tanto tendría que conformarse con su refrigerio. Un durazno y yogurt con granola, uno de sus favoritos. Disfrutaba en calma hasta que detectó una niña que solo jugueteaba tristemente con la comida que le habían servido; aquello llamó su atención, esa pequeña no solía ser así de cabizbaja, se levantó a preguntarle que le ocurría.

-Maestra, buen día, quisiera hablar con usted-. La psicóloga estaba parada de la puerta de su salón, Mariela se acercó a ella.

-¿Sí, digame?-. Le dijo de manera cordial y con una amplia sonrisa

-Sí, quería ver si podía disponer de su tiempo de clase por un momento, necesito hacer algunas pruebas a todos los niños, pero como sin demasiadoscomo pasarlos al consultorio uno por uno. Quería saber si usted podría hacer que sus niños dibujaran una casa y a su familia, y que le pongan su nombre. Ya después usted puede colocarme el nombre completo o simplemente dejarlo en las carpetas de cada niño que usted tiene, ya yo pasaría por ellas al final del turno para evaluarlos-.

-Ah, claro sin ningún problema. En un momento los pongo y le acomodó las carpetas, se los dejo enfrente de todos los papeles, solo tenga cuidado de no desordenar los demás -.

-Se lo agradezco bastante-. Le dijo con una sonrisa -Paso más tarde,  compermiso-.

-Propio-. Y la vio alejarse al siguiente salón, con todo eso no se dió cuenta de que la mayoría de los niños ya habían terminado de comer y estaban ansiosos por salir un rato a jugar en el patio.

Les indicó que aquellos que hubieran terminado podían ir a jugar y que tuvieran cuidado de no ser demasiado bruscos con sus compañeros. Los vio salir corriendo llenos de energía, menos a tres niños, dos que aún estaban comiendo algunas galletas mientras hablaban entre ellos y aquella pequeña que seguía moviendo el plato de un lado para el otro. Comenzó a caminar en dirección a ella y se arrodilló a su altura para ver que le pasaba.

-Hola, corazón, ¿Por qué no comes?, ¿Te duele algo?-. La niña solo sacudió la cabeza de manera lenta diciendo que no. -¿Estás triste?-. La niña asintió con la cabeza.  -¿Quieres decirme por qué?-. La pequeña pareció removerse un poco en su asiento.

-Es que... Mi tío lamió mi galleta...-.

Eso confundió a Mariela; aún que claro, que a un niño le quiten su dulce favorito suele ponerlos de un pésimo humor.

-Ay mi niña, no te preocupes, podemos conseguirte otra galleta-. Le dijo intentando calmar a la pequeña que comenzaba a sollozar.

-Yo puedo darte una de mis galletas-. Le dijo uno de los niños que comían ceca de la mesa de la niña. -Mamá las hizo para mí, pero siempre puedo compartirlas, las galletas de mi mamá son las mejores-. Dijo con su voz chillona ofreciéndole una galleta a la pequeña que había comenzado a poner atención en el otro pequeño.

A Mariela le conmovió ver a sus pequeños estudiantes acercarse a consolar a su compañera, acariciando su cabeza con sus pequeñas manitas y dándole un abrazo entre ambos, pensó que definitivamente había hecho un excelente trabajo enseñándoles. Si no aprendían a leer, al menos estaban aprendiendo a ser grandes personas.

Parecía ser que se alegró lo suficiente como para terminar de comer y salir a jugar. Para cuando terminó la hora del recreo, todos los niños parecían bastante inquietos, incluso le costó un poco de trabajo hacer que se sentaran. Una vez pudieron calmarse sacó las caratulas y el papel para ponerlos a pintar, algunos terminaron bastante rápido, otros se tomaron su tiempo para elegir colores variados. finalmente terminaron todos y comenzó a ponerles otra actividad en lo que arreglaba las carpetas, y mientras las arreglaba se fijó en el dibujo de la pequeña que estaba triste. Le pareció curioso que una de las personas que estaban dibujadas tenía unas manos grandes y rojas.

por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora