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Tocino se había dado cuenta de que Chema estaba en el restaurante, lo vio venir de frente cuando se sentó en su mesa, pero pensó que no valía la pena hacerselo notar a su acompañante, lo único que esperaba es que todo aquello fuera una simple casualidad y no que los hubiera seguido hasta el restaurante, luego de un rato lo vio marcharse del lugar sin siquiera mirarlos, así que supuso que ni siquiera él sabía que ellos estaban ahí.

Todo el resto del día siguió como lo había planeado, llevó a Chava al acuario, uno de los más grandes y completos de todo México, le había parecido casi imperdonable el hecho de que Chava nunca hubiera visitado uno y fue un deleite verlo casi completamente pegado a las peceras a pesar de que varias veces intento que se alejara un poco, la manera en que la pecera aumentaba el tamaño de los peces le pareció facinante, así como la gran variedad de colores y formas, incluso la gran variedad de especies como pulpos, medusas, rayas y algunas clases de tiburones pequeños.

-Entonces, ¿No puedo comerme uno?- dijo Chava de manera inocente, había estado pensando en si era posible sacar alguno de esos peces de colores chillones y cocinarlo.

-Jajaja, no lo creo, algunas especies son venenosas o solo no tienen buen sabor-.

-Ah ya veo-.

Tocino le dio una mirada rápida, pensó que sin duda se veía mejor sin el enorme sombrero que solía llevar en la cabeza todo el tiempo, incluso llegó a pensar que de ves en cuando podría ser realmente estorboso ya que lo había visto atorarse en diversos lugares, pero no hizo ningún comentario al respecto. Cuando ya era lo suficientemente tarde buscaron algún lugar bonito para comer.

Mientras tanto, Chema se encontraba completamente abatido en un camastro en la playa mientras se comía un coco para subirse un poco el ánimo, desde que había llegado al hotel lo único que hizo fue sentirse patético por haber acosado a su compadre de esa manera, pensó un poco en como había llegado a aquel punto en el que la desesperación lo hacía hacer cosas tan impropias de él y comenzó a adentrarse en sus emociones poco a poco mientras pensaba en una opción tentadora, el divorcio, era la solución perfecta para todos sus males, para ese punto se había dado cuenta de que Lencha no era aquella persona amorosa que pensó la primera vez que la conoció, era cierto que era una mujer preciosa, ahora más que nunca, pero estaba algo harto de vivir intentando complacerla sin ningún exito y de esquivar objetos en discusiones sin importancia, y por otro lado, su compadre comenzaba a despertar esa chispa que creyó perdida hace mucho, finalmente había dado con la respuesta, estaba enamorado de Chava, no sabía cómo o desde cuándo, pero saberlo no cambiaría los hechos, sin embargo, aún con todo aquello todavía no encontraba la fuerza para separarse de Lencha, de alguna manera, también la quería.

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Después de la comida ambos pensarón que les apetecía dar la vuelta por otros sitios turísticos y finalmente terminaron en un bar que se veía ligeramente lujoso, había musica de jazz en vivo y el lugar tenía una ambientación muy vivida por las luces neón de color azul y las decoraciones de medusas en el techo, dando la semejanza al fondo del mar.

-Muy encantador- dijo Chava contestando a uno de los usuales coqueteos de Tocino, ambos estaban ligeramente alegres por las bebidas -¿Acaso estás coqueteandome?-.

-Lo he hecho desde la cena de la televisora, pero gracias por notarlo-.

-Necesitaras más que eso para llegar a mi-.

-¿Ah sí? Creo recordar que estabas mirándome mientras fumaba mi cigarro matutino-.

<<¿Lo supo todo el tiempo?>> Las mejillas de Chava se pusieron calientes, aún que bajo la luz azul no era visible su vergüenza -Eso no...-.

por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora