por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)

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Chema despertó y lo primero que vió fue el vaso de agua que estaba en la mesa de noche al lado de la cama, no recordaba haberlo puesto ahí el mismo y a decir verdad tampoco reconocía la habitación, no pasó mucho tiempo para darse cuenta de su realidad, esa que creyó por un momento que había sido un mal sueño. Al menos todavía tenía la amistad de su compadre, su corazón se calentó un poco al comprender que a pesar de todo seguía ahí para él.

El desayuno en casa de Chava fue bastante más calmado que la cena del día anterior, solo hablaron de cosas completamente ajenas a todo lo que había estado pasando en la última semana, como si nada de eso fuera real, como si nunca se hubieran peleado, cosa que Chema agradeció bastante. Le había pedido que lo llevara a casa una vez terminaran de desayunar y Chava accedió, aún que no se le veía convencido de dejarlo ir a encarar a Lencha estando tan sensible por el tema, pero después de que Chema insistió no pudo negarse. En el camino no dijeron mucho, la radio fue la que se encargó de suavizar el ambiente. Chema sentía que el corazón le iba a explotar.

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Lencha a penas había podido pegar pestaña esa noche.

Un día antes había despertado de nuevo en una cama ajena con una resaca monumental, esa vez realmente se había pasado, pero finalmente se había conseguido un hombre que le gustaba, o al menos eso pensaba en su borrachera. Cuando miró a su lado se encontró con una mujer morena y de facciones finas que dormia plácidamente agarrada de su cadera. Se sintió asqueada de inmediato y corrió al baño a vomitar. Ojalá esa hubiera sido la única sorpresa esa mañana, pero en cuanto revisó el celular se encontró con varios mensajes de sus amigas, al ver el video corrió de nuevo a vomitar.

Pensó que ese día en la noche tendría que explicar eso a su marido en cuanto regresará a casa, podía escucharlo en su mente gritando; pero Chema no apareció. Lencha durmió unas 3 horas en total, pensaba que su marido haría acto de presencia en cualquier segundo que bajara la guardia; quería escapar, correr con la camioneta a casa de su madre, pero simplemente no podía por alguna razón. Se sentía atrapada, acorralada en su propia habitación como una rata pegada en una ratonera esperando a que alguien descubriera que estaba ahí y terminaran el trabajo.

Desayunó algo muy ligero, sintió que la comida no le bajaba por la garganta. Estaba desorientada y ligeramente asustada. Escuchó la puerta de entrada abrirse con el clásico rechinido, detestaba que la puerta rechinara pero ese día en particular el ruido era insoportable. Chema se encontraba parado en la puerta de su casa mientras esperaba que Chava se fuera, lo primero que hizo fue buscar las llaves de su camioneta en el porta llaves de la entrada; cerró la puerta y entró directamente en la cocina para encontrar a una Lencha que se hacía pequeña y se removía en su silla de manera incómoda. Suspiró profundamente.

-¿Quieres explicarme que pedo?- dijo de manera fuerte, el enojo se escuchaba en su voz aún que intentaba hablar calmado. Lencha sacudió la cabeza diciendo "no" -Me estás entendiendo mal- dijo inclinándose sobre la mesa para que Lencha lo mirara -Tu no tienes opciones, vas a explicar por qué carajos hiciste eso-.

Lencha se mantuvo callada por un rato, incapaz de emitir un sonido.

-Lencha, te estoy esperando- parecía que no tenía más escapatoria, no había nada más que buscar una excusa, la que fuera.

-Yo... Estaba muy borracha y no pensé...bueno, no supe...yo...- intentaba ordenar una excusa convincente -¡Es culpa de Salvador!-.

Chema soltó una risa de ironía -Así que esto va a ser así, resulta que Salvador es el causante de todos tus problemas, ¿No?- dijo sentándose en la silla frente a ella -¿Y como fue? ¿Te apuntó con un arma para que te besaras con alguien más? Se coherente por una vez en tu vida-. Lencha se removió en su silla sintiendose cada vez más acorralada, definitivamente ya la habían encontrado pegada a la ratonera, faltaba poco para que le aplastaran la cabeza.