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Cuando Mariela entró en la casa, se sorprende encontrar un aroma a comida. Se apresuró a la cocina y pudo ver a Lencha, quién estaba de pie sobre sus muletas estirándose para intentar llegar a los vasos de las repisas.

-¡Lencha!, Yo lo hago, te vas a lastimar-.

Lencha la miró con una cara de ofendida, pero era verdad que por intentar estirarse estaba empezando a sentir demasiado dolor, así que la dejó encargarse del resto y se fue a sentar en la mesa. Cuando la comida estuvo servida, ninguna de las dos habló; solo comieron en un silencio algo incómodo, pero Lencha pudo notar que algo no estaba bien, la mirada de Mariela demostraba que algo terrible había sucedido.

-¿Por qué no estabas descansando?-. Mariela fue la primera en hablar.

-Me sentía un poco mejor y...solo quería ayudarte un poco, tienes mucho trabajo y encima la vecina de enfrente vino a lanzar piedras a la casa, quería que cuando menos tuvieras una agradable sorpresa-.

-Ah...era eso-. Hizo una pausa para tomar agua, un nudo se había formado en su garganta. -No te preocupes, he vivido en esta casa yo sola por un tiempo, no es un gran problema-.

-Bueno...aún tienes que cuidar de mí, eso debe hacerlo todo más pesado. Déjame ayudarte, todavía puedo hacer tu material didáctico, o calificar tareas, lo que sea estaría bien-.

Mariela suspiró. -No será necesario...-.

-¿Qué quieres decir?-.

Hizo un último esfuerzo para mantenerse calmada, sin lograrlo mucho. -Me corrieron del trabajo-.

Durante la siguiente media hora, Mariela estuvo incontrolable. Lloraba amargamente mientras le decía a Lencha todo lo que había pasado, Lencha estaba que se moría del enojo, sabía que su amiga había peleado contra todo aún cuando tenía un montón de dificultades para poder tener esa vida que había conseguido, ella amaba su trabajo, amaba su casa y amaba vivir en ese pueblo, y ahora estaba perdiendo todo.

Lencha se sintió un poco culpable por eso, no podía evitar pensar en que si no hubiera aparecido así en la vida de Mariela, si por un momento hubiera sido más amable con Olga y ella le hubiera permitido quedarse en su departamento, tal vez Mariela seguiría feliz, con su trabajo esperándola cada mañana, su casa intacta y sin esa desafortunada herida en su espalda, pero ya era muy tarde para todo eso. Solo la consoló y dejó que llorará encima de su hombro; definitivamente quería ver ese maldito pueblo en llamas.

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Había sido un día de trabajo duro en el set, Chema estaba prácticamente hecho polvo, pero aún con el cansancio que tenía encima, de alguna manera aún deseaba que ese día no terminara. Ese día en particular sabian que saldrían excesivamente tarde y como ya era costumbre, Tocino los había llevado ese día. Sin embargo, había una enorme protesta  muy acalorada debido a un incremento en el impuesto del uso del sistema de alcantarilla pública; esa manifestación estaba bloqueando prácticamente todo el centro de la ciudad y para desgracia de Chema, la casa de Chava quedaba del otro lado del bloqueo.

Tocino había ofrecido su casa para que todos se quedaran, y aún que casi estuvo seguro que Chema declinaria la invitacion. Realmente aceptó, y ni siquiera fue de mala gana; aún que tampoco mostraba alguna emoción al respecto.
Nuevamente en el trayecto el camino fue callado, hasta que Chava comenzó a hablar con Chema con toda la naturalidad del mundo, cosas sencillas, justo como hacían todos los días en el desayuno. Chema se fijó el la cara de Tocino y se encontró con la sorpresa de que se le veía particularmente feliz, no tenía la tipo a expresión de consentracion extrema en el camino, incluso parecía poner atención a la plática de ellos y reírse levemente de vez en cuando.

por qué somos muy machos! | Human Huevocartoon | (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora