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Miro a Marcos que mete las maletas a la cajuela del auto y cuando se acerca a mi estira su mano pata ayudar a levantarme de la acera desde donde estaba sentada mirando.

— gracias — le digo y casi a saltos me subo al lugar de copiloto, abrocho mi cinturón y Marcos sube a su lugar haciendo lo mismo para partir.

La idea del primer día era partir a eso de las siete de la tarde de vuelta a casa, esta mañana Marcos me había dicho el cambio de planes y después de comer, el personal bajo nuestras maletas a la recepción. Desde temprano había sentido a Marcos más distante y podía imaginarme la razón... había arruinado todo con mi caída y el no poder apoyar mi pie, básicamente no caminar.

Ni una sola palabra, Marcos concentrado en conducir con la música de fondo, mientras que yo me leía un libro y a ratos levantaba mi vista para ver el camino o darle una ojeada a mi móvil.

— quieres hacer una parada? — lo escucho hablar después de horas.

— si quieres...— digo cerrando mi libro y veo como se detiene en la gasolinera.

— llenaré el tanque y comprare algo, que quieres? — me mira mientras detiene el auto.

— un agua está bien — lo veo asentir y bajar del auto.

Me estaba sintiendo fatal y no solo por la culpa que sentía, también por el dolor de cabeza que traía desde temprano y el puñetero dolor del tobillo que sentía que explotaría.

Paso las manos por mi cara con frustración e intento relajarme cuando veo que Marcos vuelve y hace el pago de la llenada de tanque pata subir.

— toma — me entrega la botella

— gracias — la abro y pongo dos pastillas en mi boca para tragar.

— estas bien?

— si, todo bien — digo para volver a abrir mi libro y continuar con la lectura.

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Miraba a ratos a Elisa y parecía concetrada en su libro aunque a ratos daba miradas por el camino.

Agradezco cuando ya estamos dentro de Madrid después de todo el camino que estuvimos sin cruzar palabras. Sabía que estaba siendo cortante pero era lo mejor para no confundir las cosas, por lo menos de su parte.

Miro las direcciones del GPS y decido doblar hacia la izquierda. Podía no cruzar tantas palabras con ella pero su estado me preocupaba y más el hecho de que sucedió cuando estábamos juntos.

Continuo conduciendo y entro al subterráneo de la clínica.

Veo como Elisa levanta su vista y cierra el libro del cual llevaba más de la mitad.

— esta no es mi casa — dice mirandome.

— lo sé — digo mientras estacionó.

— clínica universidad de navarra ....— lee en voz baja — oye que hacemos aquí

— venimos a que te revisen — digo y solo bajo.

Voy hasta donde esta el elevador y cojo una de las sillas de ruedas para ahora ir hasta la puerta de Elisa.

— vamos — le digo cuando abro la puerta.

— oye no, que yo estoy bien.... ya puedo ir al hospital mañana.

— ah si? — ella asiente.

— vale pero eso no va a pasar – digo y señaló la silla de ruedas.

— que no.

Tú mi destino ~ Marcos LlorenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora