—¿Disculpa? —inquiero confundida.
Veo que el chico dorado se tensa, pero solo por un segundo. Luego planta nuevamente esa sonrisa arrogante en su cara y camina un par de pasos hasta quedar a pocos centímetros de la mesa.
—¿Tú no te piensas poner de pie? —pregunta.
Y por alguna razón, no creo que a eso se refería en un primer momento cuando posó sus ojos en mí. Nunca lo sabré. No me importa.
—Estoy muy cómoda así —me encojo de hombros.
Él suelta una pequeña carcajada. Sus ojos verdes no se apartan de mi cara, levanta las cejas y cuando sonríe veo que se le forma un hoyuelo en la mejilla.
—¿Y bien, cómo te llamas? —interroga.
—¿No se supone que deberías saberlo? —replico—. Digo, eres nuestro mentor después de todo.
En otra situación, esto me incomodaría. Su gran cuerpo imponente me mira desde arriba, mientras yo sigo sentada, teniendo que levantar la cabeza para hacer contacto visual.
—Es verdad, pero no pude ver la cosecha —menciona despreocupado.
No digo nada. Enderezo un poco más mi espalda y no aparto mis ojos de los suyos, no me intimida. Al menos no quiero demostrarlo. Sí, es el chico dorado del Capitolio, pero seguramente él también se tenga que comer el papel.
Ganó los juegos con solo catorce años, eso tiene que provocar algo, ¿no?
—¡Niña, no seas maleducada! —vuelve a chillar la mujer de gran peinado rosa.
—Está bien, Darya —corta el contacto visual y se gira hacia la mujer—. Es mucho para procesar.
Finalmente da unos pasos para atrás y respiro. Rodea la mesa y se sienta entre medio del castaño y mío. La mujer del capitolio, Darya, se sienta a un lado del castaño tributo.
El chico dorado se sirve un poco de agua, se acomoda la camisa blanca y luego de pasar su dedos por sus rizos, al fin habla.
—¿Qué tal si empezamos de nuevo? —pide con una sonrisa más relajada y menos egocéntrica—. Soy Finnick Odair, y seré su mentor para estos juegos. También se encuentra Mags, la ganadora de los onceavos juegos, pero en estos momentos está descansando.
—Soy Blake Ambler —dice el castaño antes de que el mentor pueda preguntarle.
El rubio asiente y gira su cabeza hacia mi dirección.
Suspiro.
—Venus Harkin —digo sin ganas—. Me llamo Venus.
La sonrisa del chico de oro se ensancha y un brillo de satisfacción cubre sus ojos.
—Muy bien, Blake y Venus —nos mira a ambos—. Llegaremos al Capitolio en algunas horas, no queda mucho viaje, pero les recomiendo que coman algo y descansen.
—¿Vamos a hablar de estrategias? —pregunta serio Blake—. Sobre cómo ganar los juegos —apoya ambas manos en la mesa y se inclina hacia adelante.
—Prefiero dejarlo para más adelante, al menos hasta que estén instalados en el Capitolio —el rubio se levanta de la silla.
Darya hace lo mismo y se posiciona a un lado del chico. Su adoración hacia él es evidente.
—No contamos con mucho tiempo, ¿no crees? —el castaño levanta una ceja con arrogancia.
—Siempre hay tiempo —sonríe—. Pero si tan emocionado te encuentras por participar de los juegos, aquí va el primer consejo —su expresión cambia a una seria—. No se ganan los juegos, se sobrevive.
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La Sirena del Capitolio | Finnick Odair
FanfictionVenus Harkin nunca quiso ser el centro de atención, nunca quiso ir a los Juegos y definitivamente nunca quiso todo el sufrimiento que conllevaría eso. Porque Venus Harkin ya sufrió suficiente antes de ser cosechada. Y la única persona que compendió...