El hombre cumplió con su palabra. Annie recibió su comida al día siguiente y la cara de felicidad en su cara fue suficiente para mí. Pasaron varios días después de eso, los profesionales siguen en pie, al igual que Adrian y Annie. Pero las cosas están tranquilas, temo que los vigilantes hagan algo para aumentar la emoción, tal como hicieron en mis juegos y en todos.
—¿Puedes calmarte?
—Es la décima vez que me lo dices —bufo.
—Porque es la última vez que me estás sacando de mis casillas —se termina el trago de golpe—. Relájate un poco, Sirenita.
—¿Qué sigues haciendo aquí, Haymitch? —interrogo—. Tus tributos ya no están.
—La bebida es gratis —se encoge de hombros.
—Por supuesto —menciono en voz baja mientras me siento a su lado.
Los tributos de Haymitch murieron hace un par de días, si el rubio estuvo afectado no lo demostró. Tal vez va tan borracho que sus expresiones son todas las mismas.
—¿Puedes calmarla?
Levanto la cabeza al divisar a Finnick. Ignora al rubio y se sienta a mi lado.
—¿Qué sucede?
—Está todo muy tranquilo —muerdo mis uñas—. Algo harán.
—Ya le dije que se relaje —se acomoda en el sillón—. Tomate un trago conmigo...
—Tomando desde temprano, Haymitch —dice irónico.
—Vete a la mierda, Odair.
Se levanta para dirigirse a la mesa de los aperitivos.
—¿Todo bien? —busco sus ojos cuando me evita.
—Sí, fue rápido —hace una mueca—. No creo que me llamen en lo que reste de nuestra estadía, falta poco para volver —pasa las manos por sus rizos y los despeina.
—Pronto estaremos en el mar —susurro con anhelo.
—Solo un poco más —con disimulación toma mi mano y le da un apretón al que le devuelvo.
—¿Interrumpo algo? —se desploma a mi lado.
—¿No tienes algo mejor que hacer? —pregunta irritado Finnick—. Como ir a molestar a otra parte...
—Sé que me quieres, chico dorado —sonríe con sorna.
Llevo mi atención a la pantalla cuando escucho murmurar a mi alrededor. Enobaria, la vencedora del dos está maldiciendo, al igual que Gloss, vencedor del distrito uno. Sus tributos son profesionales.
La tierra se empieza a mover y todos los tributos restantes se muestran preocupados, los profesionales se atrincheran en la Cornucopia. Busco la pantalla en dónde aparecen Annie y Adrian. La primera está intentando mantener el equilibrio sosteniéndose de un árbol, mientras que Adrian está corriendo en la dirección opuesta a ella, más cerca de los profesionales.
—Un terremoto... —susurra el rubio a mi lado.
De repente la represa que rodeaba a la Arena se derrumbó y rápidamente está inundando todo a su paso.
—Eso es nuevo —comenta Haymitch con una sonrisa.
Enobaria está gritando a la pantalla y cuando le presto atención me doy cuenta por qué. Sus tributos acaban de morir ahogados, al igual que los del distrito uno. En realidad se escuchan varios cañones.
—Quieren que termine —afirma Finnick.
—¿Dónde están? —me levanto del sillón al no encontrarlos—. ¿Dónde están Adrian y Annie? —digo desesperada.
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La Sirena del Capitolio | Finnick Odair
FanfictionVenus Harkin nunca quiso ser el centro de atención, nunca quiso ir a los Juegos y definitivamente nunca quiso todo el sufrimiento que conllevaría eso. Porque Venus Harkin ya sufrió suficiente antes de ser cosechada. Y la única persona que compendió...