Capítulo 37

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—¿Cómo estás, Annie? —tomo un poco de té que me sirvió Mags.

—Bien, Venus —sonríe—. Gracias por venir a desayunar con nosotras.

—Me encanta pasar tiempo con ustedes —digo la verdad—. Te ves muy bien, más...

—Cuerda —afirma la pelirroja.

—Iba a decir feliz —suelto una carcajada.

—Bueno, ustedes me ayudaron mucho, además —se ruboriza—. Estoy conociendo a alguien.

—Que lindo, Annie —a mi lado Mags muestra una sonrisa de madre orgullosa—. ¿Lo conozco? ¿Te está tratando bien? Porque si no lo está haciendo eso se puede arreglar fácilmente —comento seria.

Ella solo ríe.

—No, no lo conoces y tranquila, me está tratando bien. Su nombre es Marco, trabaja en el mercado de mariscos.

—Me alegro mucho por ti, Annie. Te mereces ser feliz.

—Tu también. Los dos —menciona más tímida.
Mags signa con sus manos apoyando lo que dice la pelirroja.

—¿Tú también? —muevo mis manos a la par que hablo en voz alta.

—Hacen una linda pareja —Annie dice lo que Mags habla con sus manos.

—Somos amigos —me remuevo incómoda en el sillón—. Además, no creo que con todo lo que está pasando sea buena idea ser algo más que eso —digo rendida.

—Creo que exactamente por todo lo que está pasando deberían serlo —le da un sorbo a su té.
Mags se lleva las manos al corazón y asiente.

—Mags piensa lo mismo —ambas sonríen y un nudo se forma en mi estomago.

Luego de terminar de desayunar entre charlas y risas me dirijo al mercado de mariscos. Puede ser que esté siendo paranoica, pero Annie sufrió mucho y a veces no está completamente en sus cabales.

—Hola —saludo a un chico que está bajando cajones con mariscos—. Estoy buscando a Marco.

El chico termina de bajar el último cajón y me mira. Sus ojos recorren mi cuerpo pero no dejo entrever ninguna emoción en mi rostro. Él se da cuenta de esto y carraspea incómodo.

—Disculpa, ¿a quién buscas?

—Marco.

Se aleja y escucho que grita el nombre de Marco. A continuación un chico castaño y con grandes ojos verdes aparece en mi visión. Lleva un delantal blanco y sus manos se encuentran mojadas y con resto de escamas de pescado.

—Seré rápida, me entero que Annie sufre por tu culpa y no va a ser lindo, para ti obviamente.

—Venus, ¿no? —sonríe—. No tengo ninguna intención de dañar a Annie, me gusta y nos estamos conociendo pero espero que seamos algo más que eso.

—Bien, eso espero.

Doy media vuelta para irme.

—Eres una buena amiga para ella, te quiere mucho.

—Y yo a ella —digo sincera—. Lo digo enserio, Marco.

—Puedes quedarte tranquila.

Se ve sincero en lo que dice, se preocupa por Annie y a ella lo hace feliz. Eso debería ser suficiente, ¿no?

Me encamino a la playa, algo más alejada de nuestro lugar con Finnick. Últimamente lo estuve... evitando. A pesar de que ya pasaron meses de la advertencia de Snow y la cosecha está cada vez más cerca sus palabras siguen rondando en mis pensamientos y lo que podría pasar si me acerco a Finnick de la manera en que lo hacíamos.

La Sirena del Capitolio | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora