Siento el cuerpo adolorido, no puedo abrir los ojos. Una pesadez me invade, trato de mover los dedos de mis manos pero es inútil.
¿Qué pasó?
Estaba... ¿estaba soñando?
Hace mucho que no revivía ese día en mis sueños, siempre trato de olvidarlo. Pero es imposible, es algo que me acompañará toda la vida. El momento en que mi relación con mi padre cambió. El momento en que la mejor opción para sobrevivir era venderme a un completo desconocido afirmando que todo iba a mejorar.
Cuando me lo contó, me hizo jurar que nunca se lo diría a Wade y mucho menos a Gia. Nadie podía enterarse. La siguiente semana a eso teníamos comida fresca en la mesa y el taller lleno de trabajo.
A pesar de que mi hermano siempre me cuidaba por los comentarios que recibía por mi cuerpo, esa vez pensó que habíamos tenido suerte, que las cosas nunca eran tan malas. Solo sonreí y seguimos con la rutina.
No me gusta revivir eso. Un odio se forma en mi interior que no me agrada sentirlo.
A partir de ese día el hombre que decía llamar papá dejó de serlo.
Por eso temo por Gia en el distrito, pero aunque tenga miedo de lo que mi padre pueda hacer en mi ausencia, estoy segura que nunca le haría algo a ella de esa manera. Es su hija favorita, la ama, no podría dañarla de esa forma.
Nuevamente trato de abrir los ojos, parpadeo. La luz me ciega y vuelvo a cerrarlos rápidamente.
¿Qué pasó?
No recuerdo nada.
Estoy en los juegos, estábamos cazando con Vega, pero... la chica del uno.
Parpadeo y finalmente puedo mantener abiertos mis ojos. Me cuesta un poco acostumbrarme a la luz. Es de día y hace calor. Intento mover mi cuerpo, algo pero nada funciona y comienzo a desesperarme.
—Tranquila, estás a salvo.
Vega aparece en mi campo de visión. Lleva el pelo atado en una trenza y arena cubre sus mejillas. El cuchillo está ajustado en su pantalón. Y está limpio.
—Bebe —me acerca la botella con agua.
Doy varios tragos de golpe. Me atraganto un poco, pero la sensación es maravillosa.
—¿Puedes hablar? —pregunta.
Separo mis labios resecos y trato de formar una respuesta.
—¿Q-Qué... p-pasó? —digo con voz rasposa.
—Me diste un susto de muerte —hace una mueca—. Eso pasó. La próxima vez te mato yo misma —bromea.
La miro confundida. Siento la pierna agarrotada y el dolor corre por todo mi cuerpo a pesar de que no puedo mover ninguna extremidad.
—Estábamos cazando...
—S-Si... lo, lo recuerdo.
—La chica del uno apareció —se sienta en una roca frente a mí—. Me tenía agarrada del cuello, tú le tiraste el cuchillo y luego... se lo clavé en el cuello. Murió por la pérdida de sangre —menciona seria.
Recuerdo haber escuchado un cañón antes de desmayarme.
—Todo pasó muy rápido luego —suspira—. Una serpiente te picó. Logre cazarla y luego traté de hacer un vendaje en tu pierna.
Dirijo mi vista hacia abajo, hay una especie de tela envolviendo mi pierna derecha.
—Lo lamento por el pantalón —se encoge de hombros—. Tuve que romperlo, la zona se estaba hinchando. Te traje cerca de las rocas, a un par de metros se encuentra el oasis. Hubiese ido más lejos pero no quería moverte, no quería que el veneno se extendiera de más por tu cuerpo.
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La Sirena del Capitolio | Finnick Odair
FanficVenus Harkin nunca quiso ser el centro de atención, nunca quiso ir a los Juegos y definitivamente nunca quiso todo el sufrimiento que conllevaría eso. Porque Venus Harkin ya sufrió suficiente antes de ser cosechada. Y la única persona que compendió...