Capítulo 31

6.8K 697 96
                                    

Advertencia: temas sensibles a tratar, abuso sexual, no consentimiento, pensamientos intrusivos.

✦✦✦

Cabeceo por décima vez en lo que va de la noche. Los juegos comenzaron hace tres días. Tres días donde no me separo de la pantalla y no salgo de estás cuatro paredes.

Finnick va y viene. Le informa los avances a Mags y a veces tiene que desaparecer por varias horas ya que es solicitado. Ese es el único momento en donde mi cabeza no está en los juegos.

Está teniendo demasiados clientes y tengo miedo de lo qué pueda hacer. En cuanto a mí, todo está tranquilo. Demasiado tranquilo.

—¿Cómo sigue? —pregunta ebrio Haymitch.

Desde el minuto uno que Finnick hizo esa presentación incómoda, el rubio no se separa de mí. Aprecio la compañía, pero más de la mitad del tiempo va borracho.

—Igual —bufo—. Están separados, al menos los profesionales no están cerca de ninguno de ellos.

El vencedor se sienta a mi lado y juega con el vaso en su mano hasta que lo termina de un trago.

—¿Cuántos vas? —inquiero. Nunca vi a alguien tomar tanto.

—No los suficientes para soportar tu constante preocupación por esos chicos.

Recuesta su cabeza en el respaldo del sillón y cierra los ojos.

—¿No quieres saber por los tuyos?

—Morirán los ayude o no —responde—. No tienen oportunidad.

Estos días al lado de Haymitch pude notar varias cosas. Su problema con la bebida, su pesimismo y su manía de molestarnos a Finnick y a mí.

—¿Dónde está el chico dorado? —interroga—. No lo veo por aquí.

—Tienes los ojos cerrados —menciono obvia.

—¡Agh! —se acomoda en el sillón—. Necesitas dormir, no creo que pueda soportar tu sarcasmo junto a tu preocupación.

—No tengo sueño —digo irritada—. Y nadie te retiene aquí.

—Te veías muy sola —contesta simple—. Mejor yo que Gloss o Enobaria. Te estoy haciendo un favor, Sirenita.

—Pues muchas gracias, Haymitch —menciono con sarcasmo—. Aunque nadie pidió tu ayuda.

—Es gratis, aprovecha mi sabiduría y compañía —coloca el vaso encima de la mesa enfrente del sillón.

Pongo los ojos en blanco. No sé cómo lo estoy soportando, pero es el único que se me acerca cuándo Finnick no está sin que tenga dobles intenciones.

Escucho como abren la puerta y me volteo rápidamente para ver si es Finnick. Mi esperanza desaparece al ver a un avox, pero se me forma un nudo en la garganta cuando no aparta sus ojos de mí.

—Ahora vuelvo —murmuro.

Haymitch está intentando abrir una nueva botella de whisky así que no nota cuando casi tropiezo con la mesa al pasar por su lado.

Llego hasta el avox que se encuentra en un lugar más apartado de la sala. Me entrega un sobre y se retira a paso acelerado luego de eso.

Giro un poco mi cabeza para fijarme si alguien está viendo pero los mentores presentes están concentrados en la pantalla.

Suelto el aire que tengo retenido y abro el sobre. Siento como si la presión me baja de golpe. El presidente Snow se complace de anunciar que tengo un nuevo cliente, tengo que estar lista para las diez de la noche.

La Sirena del Capitolio | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora